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Karin Leiz recrea su infancia en el barrio de Sant Gervasi en «Animales urbanos»

La guionista y co-fundadora de Studio Pomés recupera recuerdos y desgrana los detalles de una vida transcurrida en torno a una casa de la calle Putxet

BARCELONA. Antes de que la ciudad lo engullese dentro de su imparable crecimiento urbano, el barrio de Sant Gervasi era para sus habitantes una atalaya privilegiada; un espacio periférico desde donde se dominaba «la cinta azul del mediterráneo dibujando con precisión el horizonte». Así lo recuerda Karin Leiz (Sevilla, 1938) en «Animales urbanos» (Ediciones Barataria), un libro en el que la guionista y co-fundadora de Studio Pomés recupera los recuerdos de una infancia vivida entorno a una casa que preside el sinuoso trazado de la calle Putxet. Una casa que, recuperando su condición protagonista, se encargó el pasado jueves de presidir la presentación del libro y enmarcó las palabras de los fotógrafos Oriol Maspons y Colita y del arquitecto Federico Correa.

«La historia es fundamental para conocer y comprender la arquitectura, y aquí tenemos un conjunto de pequeños relatos biográficos que contribuyen al conocimiento de un barrio», apuntó éste ultimo sobre un texto que avanza a golpe de peripecias con animales, flores y plantas, pero también la relación que la autora establece con su entorno y con su propia condición de alemana de ascendencia y catalana de adopción que le lleva a sentirse diferente. En «Animales urbanos» encontramos renacuajos, gallinas y conejos, pero también un muro que resalta el factor diferencial. «Ella es más observadora que yo que soy fotógrafa; es una mirona, una voyeur, una niña solitaria que ve la vida a través de un muro», señaló Colita a propósito de la autora.

La vida en el barrio, los gusanos de seda, la tienda de ultramarinos, los pájaros del jardín, el olor a tabaco, los caballos de los basureros... Antología de recuerdos y anécdotas minúsculas magnificadas por la óptica de la trascendencia infantil, «Animales urbanos» es, en palabras de Colita, «un libro que huele bien y huele mal, que huele a posguerra... Un libro, en definitiva, frutal y luminoso». «A mí lo que más me extraña es la enorme memoria que tiene», broméo el también fotógrafo Oriol Maspons, quizá sorprendido por el detallado inventario de nombres, lugares y acontecimientos que Karin Leiz destaca en este libro, que explora a fondo el sentimiento de sentirse diferente.

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