Jerri Nielsen relata en «La prisión de hielo» sus aventuras en la Antártida y su lucha personal contra el cáncer
LA ciencia-ficción, que hizo furor hasta no ha mucho, no está en su mejor momento. Pero por aquel viejo principio de que la realidad supera casi siempre a la fantasía topamos con la historia de la médico estadounidense Jerri Nielsen, que consiguió sobrevivir a ... una invernada en la Antártida y a un problema agudo de cáncer de mama, teniendo que automedicarse ella misma. Como en la mejor literatura del género, «La prisión de hielo», de Jerri Nielsen (RBA), tuvo un final feliz y lleva en su interior el germen de un guión cinematográfico.
Los hechos son sencillos: la autora era médico de urgencias en Ohio y decidió tomarse un año sabático para trabajar en la estación polar Amundsen-Scott, junto a otros 40 investigadores, y marchó a la citada base científica -sita en el Polo Sur geográfico- a finales de 1998. El establecimiento, que lleva el nombre de los dos jefes de las primeras expediciones que llegaron al Polo meridional entre 1910-11, queda sometido a una oscuridad casi total durante los seis meses invernales, sufriendo unas temperaturas que rozan el -100º C. sin que exista la posibilidad de abandonar el lugar antes de la llegada de la primavera.
Durante el invierno del 98, Nielsen fue la única responsable del bienestar físico de todo el equipo de la base, lo que la incluía a ella misma. Un día detectó un bulto sospechoso en su pecho, se practicó una biopsia y mediante el correo electrónico pudo contrastar su diagnóstico con otros colegas; en julio empezó un tratamiento de quimioterapia para conseguir sobrevivir.
La autora va relatando los hechos a base de los comunicados familiares, de los mensajes a las autoridades y a los colegas científicos. También añade sus reflexiones en aquellos momentos de incertidumbre, cuando en su depresión llegó a sentirse como parte del hielo, cómo pudo conocerse mejor a sí misma y remontar el enorme bache existencial. También explica la emocionante aventura de los científicos e investigadores de la estación antártica, que en unas condiciones adversas trabajaron en su misión específica.
El día a día, nada común, la dinámica de un grupo completamente aislado del exterior pero muy unido frente a la adversidad; todo ello unido a la enternecedora historia de una mujer que se autoafirma y lucha desesperadamente por sobrevivir.
La literatura polar se inició con los relatos de tipo catastrofista sobre las expediciones de Barents, Humbold, Bering y otros tantos precusores. Siguió con la saga, igual de trágica, de los fracasos en la búsqueda de los pasos del Noroeste y del Nordeste, especialmente con la desaparición de la expedición Franklin (Canadá) y en el cambio del XIX al XX, por la carrera final hacia los polos, también preñada de desastres. Nielsen nos demuestra que en el salto del XX al XXI aquellos remotos lugares, en «las nives eternas», siguen estando repletos de misterios y peligros.
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