Frascuelo, el «matador de bronce»
Frascuelo hizo una magistral faena al tercero que le valió la oreja y una ovación delirante y mayor fue la que escuchó en la muerte del quinto tras soberbia estocada. Aquel día quedaron selladas las paces entre el público de Barcelona y Frascuelo
TEXTO: ANTONIO SANTAINÉS CIRÉS FOTO: ARCHIVO A. S. C.
BARCELONA. Cometería una injusticia si después de tratar la incomparable figura de «Lagartijo» omitiera el apunte histórico de su rival Salvador Sánchez Povedano «Frascuelo». Fue Frascuelo el prototipo del torero legendario, del arrojo, del amor a ... la profesión. El «matador de bronce» le llamaron y le llamaron bien.
Nació en Churriana (Granada) el 23 de diciembre de 1842. Su familia se trasladó a Madrid a los pocos años y allí germinó su afición al toreo. Empezó a manifestarse por los pueblos, cosa natural y el 20 de julio de 1863 recibió en Chinchón la primera cornada que nada hizo menoscabo en su ánimo.
Fue banderillero y matador en las novilladas de Madrid presentándose como rehiletero en la del 26 de febrero de 1965. Estoqueó por primera vez en la misma plaza el 26 de marzo siguiente. Mis lectores saben que mayormente me circunscribo a los hechos ocurridos en Barcelona, sin que por ello soslaye los más trascendentes.
A este Frascuelo hay que cargarle una importante hazaña ocurrida en la plaza de Tolosa el 25 de junio del año 1866. Frascuelo, novillero todavía, salió como único matador en la lidia de seis reses navarras de don Raimundo Díaz. Hallándose dispuesto a descabellar al quinto, rompió el sexto la puerta de los toriles y se presentó en escena. No se inmutó Frascuelo y abandonada la faena que venía haciendo fuese al encuentro del aparecido, lo alegró con la muleta y le atizó una estocada de la que murió en seguida. Entonces volvió al toro que había desatendido y lo remató al instante. La ovación fue, de las de día de fiesta.
Acabada la corrida percibió Frascuelo por su trabajo la enorme suma de 750 pesetas, la cual metió en el baúl que un amigo de Madrid le había prestado para llevar la ropa.
Salvador se pasó toda la noche sentado sobre el baúl por miedo, según dijo, que le robaran los 150 duros. ¡Jamás los había visto reunidos!
Aquella noche fue obsequiado Frascuelo por los tolosanos en el casino «La Amistad» y allí conoció a un muchacho de 19 años Antonio Peña y Goñi llamado a ser eminente crítico taurino y musical. Años después militando al frente de los frascuelistas recordaba la hazaña de Tolosa.
Tomó de Cúchares la alternativa
El 27 de octubre de 1867 Frascuelo tomó la alternativa en el circo antiguo de la corte de manos de Cúchares quien le cedió la muerte del toro Señorito, retinto, de don Manuel Bañuelos. Pero es curioso que los más cualificados biógrafos de Frascuelo omitan que éste se había doctorado ya en Barcelona el 9 de junio. Se lidió una corrida de Carriquiri y los diestros fueron Manuel Fuentes «Bocanegra», Jacinto Machío y el mentado Salvador Sánchez «Frascuelo», nuevo éste en la Ciudad Condal.Bocanegra le cedió a Salvador la muerte del primero, llamado «Señorito», castaño, ojo de perdiz y cornialto. Salvador trasteó con desenvoltura y mató de una estocada honda y certero descabello siendo ovacionado. El diestro novel vestía terno verde y oro.
Si Frascuelo no hizo prevalecer esta cesión de trastos tal vez fuera porque en aquella época solamente eran válidas para los efectos de antigüedad las alternativas otorgadas en Madrid. Hubo una coincidencia. «Señorito» se llamaba el toro de la alternativa en Barcelona y el mismo nombre tenía el que le cedió Cúchares en Madrid.
Una de las más graves cornadas que sufrió Frascuelo fue la del 15 de abril de 1877 en Madrid. Salió a torear reses de Adalid con Hermosilla y «Cara-ancha». El segundo astado llamado «Guindaleto», negro, al salir suelto de un marronazo del picador se llevó por delante a Frascuelo y Hermosilla. A Salvador lo enganchó en un derrote, lo llevó suspendido largo rato, sufriendo el diestro tres heridas graves en el glúteo izquierdo. El percance de aquel semidiós convulsionó a España entera. Mas todo aquello no fue nada comparado con la alegría que experimentó Madrid y toda España al saberse que, ya mejorado iba a torear al mes y pico de tan grave cogida. Y donde se desbordó la gente por las calles de Madrid fue la tarde del 7 de junio ante el acontecimiento de su reaparición.
Sabido es que las inclinaciones políticas de Frascuelo fueron la causa principal de su alejamiento de la Ciudad Condal. La primera salida que hizo a provincias después del grave percance, fue Barcelona. Los regalos y las muestras de cariño que habían exteriorizado los madrileños no hicieron más que exacerbar los ánimos de sus adversarios barceloneses. Frascuelo llegó unos días después para torear con Felipe García en las fiestas de San Juan y San Pedro. Y en la noche del 23 de junio asistió con varios amigos al teatro Español donde actuaba una compañía de zarzuela que interpretó la titulada «Juana, Juanita y Juanilla». En dicho teatro se había congregado un numeroso grupo de antifrascuelistas y al aparecer Salvador en el patio de butacas estalló una silba ensordecedora que indignó a las personas sensatas.
-«No podéis silbarle en la plaza y lo hacéis en el teatro», gritaron muchos.
Pero la pita -que Frascuelo aguantó con la frente levantada- fue cada vez mayor. Al día siguiente Salvador se hizo aplaudir por un público que solo deseaba silbarle. Pero el día 29 estuvo muy mal y el público hizo tales manifestaciones de desagrado al espada que éste resolvió no volver a Barcelona en mucho tiempo.
Hasta 1882
Así lo hizo y no volvió a torear en Barcelona hasta el mismo día del año 1882 con Paco Sánchez, toros de Vicente Martínez. La plaza presentaba un aspecto imponente. Al empuñar Frascuelo los trastos para estoquear el primer toro, llamado «Herbolario», la expectación era enorme. Pero «Herbolario» saltó la barrera se inutilizó y hubo de ser apuntillado en el callejón. Frascuelo» desarrolló una magistral faena al tercero que le valió la oreja y una ovación delirante y mayor fue la que escuchó en la muerte del quinto tras una soberbia estocada. Aquel día quedaron selladas las paces entre el público de Barcelona y Frascuelo que al terminar la corrida tenía éste más partidarios.
Por primera vez torearon juntos en Barcelona Lagartijo y Frascuelo el 13 de julio de 1884. Cuando este encuentro se produjo Lagartijo ya llevaba 19 años de alternativa y 17 el segundo. Los toros del Conde de Patilla dieron buen juego y los dos colosos brindaron al público barcelonés una gran tarde de toros.
El 17 de mayo de 1888 salió a torear Frascuelo en la plaza de la Barceloneta con Valentín Martín, toros de Clemente Zapata. Al entrar a matar Salvador Sánchez al quinto, llamado «Galeote», cabeceó éste, sufriendo el diestro un puntazo en el antebrazo derecho cerca de la muñeca con desgarro de unos nueve centímetros de extensión. Ya no toreó más en Barcelona. Cierto que la cornada más grave fue la del toro «Peluquero» en Madrid el 13 de noviembre de 1887. pero la de «Galeote» fue larga y penosa. En Madrid se retiró del toreo el 8 de mayo de 1890, con toros de Veragua. Alternó con Lagartijillo a quien dio la alternativa. Toda España quedó atónita porque Frascuelo se había cortado la coleta y habló mucho tiempo de él. Un emocionado poeta escribió:
¡ Oh tabacos ¡ ¡ Oh palmas! ¡ Oh alegrías
de los pasados días ¡
¡ Oh pases ¡ ¡Oh estocadas! ¡Oh Frascuelo !
¡Oh gloria! ¡Oh trenza! ¡Oh pelo!
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