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Ramon Espadaler - Tribuna Abierta

La falacia del Nirvana

«A ojos del independentismo, el advenimiento de la República catalana es la mejor solución. Aportará, según dicen, soluciones a todos nuestros problemas»

Se atribuye a Voltaire el aforismo que dice que «lo mejor es enemigo de lo bueno». Conocido, también, como la Falacia del Nirvana, consiste en proponer, ante un problema real, una solución aparentemente óptima aunque sea irreal o irrealizable y contra-ponerla a otras posibles soluciones que, aunque buenas, siempre serán despreciables, ya que prevalece la mejor. Obvia, pues -y por ello el concepto de falacia-, la imposibilidad de su aplicación. Compara, en definitiva, lo real con lo irreal o idealizado.

A ojos del independentismo, el advenimiento de la República catalana es la mejor solución. Aportará, según dicen, soluciones a todos nuestros problemas. Siguiendo la lógica del aforismo, la «mejor solución» pasará siempre por delante de otras alternativas que, siendo buenas, no son perfectas. Así, soluciones como la mejora de la financiación, el establecimiento de un marco competencial estable o el reconocimiento de la realidad nacional de Cataluña -todas ellas posibles con la Constitución en la mano- siempre serán vistas desde la lógica independentista como imperfectas y, por tanto, despreciables en el altar de «la solución»: el advenimiento de la República catalana.

Por otra parte, esta lógica tiende a menospreciar o a despreciar todo lo positivo que se haya podido hacer hasta el momento. Quién no recuerda expresiones del estilo «tenemos un autogobierno o un Parlament de fireta», en boca de insignes independentistas. Y aún hay un último efecto perverso de este planteamiento: la persecución de la excelencia acaba comportando un abandono gradual de la eficiencia.

Algo muy parecido veremos en el debate sobre las políticas sociales del Govern que iniciamos esta mañana en el Parlament. No es necesaria demasiada perspicacia para intuir un discurso que atribuirá todos los males y déficits de las políticas educativa, sanitaria o social a la sumisión a una España que dicen que nos roba. Obvia, pues, cualquier autocrítica respecto a las ineficiencias propias de nuestro modelo y menosprecia las soluciones (realistas), que van desde la eficiencia hasta la progresividad fiscal o la lucha contra el fraude fiscal, pasando, lógicamente, por una priorización razonable que tenga como primer objetivo la reversión de los recortes que tanto afectaron a las políticas sociales.

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