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«Esperanto esti facila»

Hablar esperanto no es sólo manejar un idioma. Posiblemente implica pertenecer a una «familia». No se trata de mafias sino de una filosofía de vida que va más allá del empleo de una lengua y que pretende la fraternidad universal. El doctor Zamenhof, creador del esperanto hace más de un siglo, tiene hoy un millón de seguidores en todo el mundo y una librería en Barcelona.

Karles Berga cuenta con obras en esperanto en su librería, que luce la estrella en la fachada. Elena Carreras

BARCELONA. Resulta que todavía existen personas utópicas. Utópicas practicantes. Karles Berga es una de ellas. Le encontramos en la calle Padilla, junto a Aragón, justamente donde Ildefons Cerdà -otro hombre con mirada en el futuro- pensó que con los años se encontraría el centro de Barcelona. El tiempo le ha dado la razón al padre del Eixample y, poco a poco, la contigua Plaça de les Glòries va adquiriendo su personalidad de enclave neurálgico. Karles Berga, mientras tanto, sigue con la utopía a cuestas. La suya es el esperanto: lo habla, y lo que comenzó siendo una afición ha resultado toda una filosofía de vida. De ahí que haya pensado en centrar su negocio -la librería Clàssic de la calle Padilla-, en esta lengua.

De momento su especialidad es la venta de libros de segunda mano; el esperanto, en este entorno, por ahora ocupa un espacio privilegiado bajo el cristal del mostrador. Berga es discreto, pero a la primera pregunta se enfrasca en una apasionante conversación sobre la lengua que inventó un polaco, el doctor Zamenhof, en 1887. Puede que a más de uno ese nombre le suene poco menos que a una calle. Pero eso es sólo el comienzo.

Berga, que aprendió el esperanto a los 22 años y hoy cuenta 42, no sólo sabe expresarse en esa lengua sino que decidió hablar en esperanto a su hijo. El niño tiene ahora tres años y su madre le habla catalán, con lo que es perfectamente biblingüe. «No había escuelas pero pensamos de qué modo podríamos hacer que aprendiera cuanto antes. Cada familia escoge el método que mejor le parece».

Alojamiento gratuito

Y es que existen familias esperantistas. «Somos cerca de un millón en todo el mundo los que hablamos esperanto, y se considera familia esperantista la que emplea la lengua de algún modo: entre los padres, o entre alguno de ellos y los hijos, como mínimo». Berga, por su parte, es autor del «Vocabulario familiar de esperanto» que existe en catalán desde octubre del año pasado y con el que, en menos de treinta páginas, uno puede aprender lo imprescindible.

La relación entre las familias llega a ser muy estrecha. «El esperanto puede ser toda una filosofía de vida. Es una filantropía, una búsqueda de la fraternidad universal. Las familias que la practicamos mantenemos trato entre nosotros. Si una familia viaja a otro país, sabe que cuenta con tres noches de alojamiento gratuito en casa de otra familia, por ejemplo». Berga advierte -puede que por la mirada de asombro de quien le escucha- que no se trata de ventajas económicas sino de practicar un mismo espíritu. Es una lengua democrática, sin imposiciones culturales», reza un folleto que este librero distribuye en su establecimiento. «Las lenguas son vehículos sutiles de colonización imperialista», prosigue el texto, que en cambio atribuye al esperanto una condición distinta: «Sin influencias económicas, culturales, históricas, sociales o religiosas que la hagan suya».

¿Por qué el esperanto? Berga asegura que es fácil, de gramática sencilla y con parecido a los principales tipos de idiomas que existen en el mundo: las raíces de las palabras salen de lenguas europeas, por su estructura se parece al japonés o al turco, y por su combinación de elementos invariables es similar al chino o al malasio.

El próximo mes de noviembre -los días 1, 2 y 3- tendrá lugar en Sóller (Mallorca) el XXXI Congreso Catalán de Esperanto, al que Berga calcula que acudirán entre 100 y 200 personas. Anualmente se celebra el Congreso Universal, al que acuden unos 6.000 esperantistas. Los países donde mayor recepción tiene esta idea -más allá de la lengua- son Francia, Reino Unido, Brasil y Alemania. Sin embargo, en Cataluña existe un grupo de apasionados, con uan sede en Sabadell y un bagaje histórico que quedó plasmado en la película «La ciutat cremada» de Antoni Ribas. «A comienzos de siglo, Cataluña vivió un entusiasmo muy grande por el esperanto, pero sus ideas siempre se han relacionado con el anarquismo. De ahí que levantara y levante algunas sospechas todavía hoy», dice Berga. En aquella película, una escena mostraba una clase de esperanto en la clandestinidad en medio de la represión política y militar. Era la época de la Bomba del Liceo.

Astérix y Obélix

Su símbolo es la estrella verde sobre fondo blanco y de esta lenbgua incluso la editorial Sopena publicó un diccionario de bolsillo, sin olvidar que pueden leerse en esperanto algunas historias de Tintín o de Astérix y Obélix. En 1957 y 1984 la Unesco se pronunció en favor del uso del esperanto, pero esa recomendación no ha encontrado eco en los Estados, pese a que Karles Berga ve en ella la oportunidad de vivir un auténtico europeísmo: «Ya que hablamos de moneda única, ¿por qué no hablar también de lengua única sin caer en la imposición del inglés?». Todo parece una utopía, sí, pero las familias esperantistas trabajan para conseguir algún logro concreto. Su próxima meta es crear una gran acontecimiento en el Forum Universal de las Culturas y en él crear un debate favorable al uso del esperanto.

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