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Joan Carles Valero - Letras expectativas

En defensa de Europa

Necesitamos un mundo sin proteccionismo nacional, y que los europeos culminemos nuestro espacio común con la unión bancaria y fiscal

La asociación empresarial de gran consumo AECOC, con sede en Barcelona, suele invitar a líderes europeos en sus asambleas generales. El año pasado intervino el ex vice primer ministro británico Nick Clegg. Todavía resuena su afirmación de que el Brexit ha sido la mayor autolesión que un país moderno se ha infligido. El jueves intervino el ex primer ministro italiano, Enrico Letta, para quien la solución binaria que plantea un referéndum nunca puede sustituir a la política, aunque parezca un instrumento atractivo y de moda. Porque mal aplicado como arma arrojadiza puede provocar daños enormes, como demuestra el Brexit.

Ha llegado la hora de que prevalezca el pensamiento crítico por encima de las pasiones. Hay que explicar mejor Europa a los ciudadanos, porque, lejos de antojarse un relato casposo, es lo más moderno del mundo. No existe ningún otro lugar del planeta con las dosis de bienestar social. Vivimos tan interconectados que para explicar quienes somos ya no basta una sola palabra. Yo soy barcelonés y español porque soy catalán. Y en idéntica medida, soy europeo. Vivimos en una era de identidades múltiples. En ningún otro lugar del mundo se combinan las dimensiones nacionales y supranacionales, lo que constituye un antídoto frente a la pérdida de identidad que enarbolan los antiglobalizadores que solo viven intramuros del nacionalismo.

Necesitamos construir más Europa, porque el mundo del mañana será más interconectado y, como países aislados, no vamos a pintar nada en la mesa de decisiones del planeta en la, junto a chinos, japoneses y estadounidenses, se sentarán en breve los indios, indonesios y todos los demás emergentes. Además, solos, no tenemos garantías de estar tranquilos porque los asuntos de seguridad, migración, medioambiente, comercio internacional, etcétera, va a jugarse en el terreno de una pugna de influencias mundiales. Y en esa lucha los europeos tenemos que ser conscientes de que nuestra fuerza es la unión.

Necesitamos un mundo sin proteccionismo nacional, y que los europeos culminemos nuestro espacio común con la unión bancaria y fiscal. Solo así defenderemos los grandes valores de nuestra sociedad, que se basan en el modelo del Estado del bienestar social en el que no se abandona a nadie. Una Europa cimentada en la igualdad hombre-mujer y que la religión no imponga las reglas de organización del Estado. Y cuando digo religión, me refiero también a la nacionalista.

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