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Miquel Porta Perales - El oasis catalán

En Babia

Están en Babia. O son unos ignorantes. O son unos irresponsables. O todo ello a la vez.

Existe un acuerdo prácticamente generalizado sobre el significado «estar en Babia». Más allá de la referencia a la comarca leonesa de Babia -en donde los reyes leoneses, además de descansar, se libraban y desentendían de las intrigas cortesanas: de ahí «estar en Babia» o «no enterarse de nada» o «no querer saber nada» de algo o alguien-, la expresión alude a «estar distraído y como ajeno a aquello de que se trata» o «hallarse distraído y embobado y con el pensamiento muy distante de lo que se está tratando». Con toda seguridad, se puede afirmar que la expresión «estar en Babia» tiene, hoy, un sinónimo: «estar en la Cataluña secesionista».

En efecto, quienes están y viven en la Cataluña secesionista -apunto a los políticos independentistas, la fiel infantería nacionalista y los tamborileros y cornetas del «proceso»- «están en Babia». Si repasan la comparecencia de prensa del consejero Ernest Maragall después de la reunión de la Comisión Bilateral Estado-Generalitat -como si Estado y Generalitat fueran dos entes soberanos que hablan de tú a tú- se darán cuenta de que el secesionismo «no se entera» y «está distante de lo que se trata». De ahí, la sorpresa de Ernest Maragall ante la negativa del Estado a hablar de la libertad de los «presos políticos» (?) y su extrañeza por la negativa del Estado a tratar propuestas «democráticas, pacíficas y constructivas» para ejercer «nuestro derecho a decidir el futuro de nuestro país». Llevan muchos años en el oficio y se niegan a entender la división de poderes y a aceptar que Cataluña no es sujeto del derecho de autodeterminación. Están en Babia. O son unos ignorantes. O son unos irresponsables. O todo ello a la vez. Por eso -que sí la autodeterminación, que si el referéndum, que si la república, que si los «presos políticos», que si los «exiliados»-, perseveran en el embobamiento o embeleso: «aguantaremos, insistiremos y convenceremos», dicen sin el más mínimo recato, ni remordimiento de consciencia, ni sentido del límite y de la realidad.

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