El alimento mental de Astrud
Genís Segarra y Manolo Martínez no son como Marc Almond y Dave Ball, pero seguro que no les hubiera importado vivir en los ochenta y tener una banda llamada Soft Cell. Pero como el buen jamón y «Cine de Barrio», ellos son «producto del país», ... lo que les obliga a ser Astrud y formar el dúo más marciano y desmelenado del pop sintentizado nacional.
No es casualidad que se haya dicho que son únicos: sólo a ellos se les puede ocurrir sortear entradas para sus conciertos partiendo de un concurso de redacción, buscar un espónsor por Internet para producir un musical o grabar un disco del tamaño de «Gran Fuerza» (2001).
El segundo trabajo de este dúo barcelonés confirma lo que ya se apuntaba en «Mi fracaso personal» y lo cubre de capas y capas de talento, melodías cristalinas, revival tecno-pop de ascendecia cañí y apariencia -insistimos, sólo apariencia- más bien frívola.
El amor, cómo no, es el satelite alrededor del que giran todas las composiciones. Amor que, como las cucarachas del anuncio, nace, crece, se reproduce y muere. «No se me ocurren muchas cosas que me gusten y vayan de otra cosa», aseguraba Manolo en una entrevista reciente. Sólo así se explican canciones como «La culpa», «Riqueza mental» o la certera «La boda». Y sólo tras el éxito de éstas se entiende que sea uno de los primeros dúos de tecno-pop patrio al que le ha salido un clon en la capital. Sin embargo, el mayor logro de Astrud hasta el momento es haber arañado público de aquella desastrosa actuación de Oasis en el Festival de Benicàssim del pasado año. «Nosotros por lo menos hemos venido los dos», soltaron hacia la mitad de aquel lamentable concierto.
Es de suponer que esta noche también aparecerán los dos sobre el escenario del Apolo.
Astrud. Viernes, 30 de noviembre, Sala Apolo-Nitsa Club. 21.30 h. 2.000 ptas (ant. 1.500 ptas).
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete