Serrat y Lolita, de fiesta en La Paloma
El Gremio de Restauración rinde homenaje al «noi del Poble Sec», invitado de honor en la tradicional fiesta de Santa Eulàlia
Joan Manuel Serrat: «Soy un hombre partidario de la vida»
Barcelona
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Iniciar sesiónEl baile de La Paloma recobra sus mejores momentos. Con la pista repleta de público convocado por el Gremio de Restauración en su fiesta de Santa Eulàlia, copatrona de Barcelona. Y Joan Manuel Serrat, invitado de honor. «Maestro, gracias por dejarte hacer un ... homenaje, esta ciudad te haría mil, ¡eres muy grande!», proclamó el alcalde Collboni ante un auditorio con políticos, actores, cantantes, empresarios y restauradores.
De maestra de ceremonias, Lolita Flores. La hija de Lola y el Pescaílla -gitano de Gracia- es barcelonesa al cincuenta por ciento. O más. Desde que dejó de cantar «porque la industria musical me cerró la puerta en la cara», Lolita se ha volcado en el teatro. Fue Serrat quien le dio el empujón cuando Joan Ollé le ofreció interpretar 'La plaça del Diamant' de Mercè Rodoreda. En una llamada telefónica de madrugada le animó a aprovechar aquella oportunidad… Y la vida de Lolita dio un vuelco. Había conocido al cantautor a los trece años cuando fue a verlo actuar: «Mi madre nunca dijo su nombre bien, le llamaba José Manuel Serrat», recordó. Gracias a él «supe quienes eran los buenos, los regulares y los malos de la política, a no probar las drogas malas, a hacer octosílabos y a cuidar de mi hermano», agradeció emocionada.
Aunque oficialmente retirado, Serrat nunca se va a retirar de su público. «La industria musical no me ha cerrado las puertas, pero no veo un camino en esa industria que no entiendo», reconoció. Al Gremio de Restauración le reprochó, irónicamente, que lo de «convidat d'honor' estaba bien, pero echaba en falta «un recuerdo, un vale por una comida para dos personas». Serrat también fue restaurador: «Caí en el pecado de la soberbia y monté un restaurant en la calle Montcada. No fue bien. Años después, con unos amigos, una bodega… ¡Un desastre! Salí herido y más pobre».
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Hoy Serrat es un consumidor que sabe que la comida es un arte que va más allá de alimentarse: «No soy un glotón, sino una persona sencilla, no me gusta la palabra gourmet, un experto en huevos fritos y bocadillos de mejillones en escabeche». Su biografía gastronómica transita de la leche materna a las «farinetes» que acabó aborreciendo y a los huevos fritos con patatas. Una especialidad, los huevos perfeccionada cuando dejó el hogar familiar y tuvo que apañárselas en una habitación con vistas al mercado de Santa Caterina. El homenajeado dio las gracias a los restaurantes de su vida: Ca l'Isidre de Isidre Gironès (actual presidente del Gremio de Restauración), Andreu Mestre de 'El Canari de la Garriga', L'Estevet, las hermanas Rexach del Hispania, Rosa Gil del Leopoldo, Antoni Julià del Reno, el Motel de Subirós, el Agut de Ramon Cabau… Y Ferran Adrià y Juli Soler en el Bulli, Fermí Puig, Santi Santamaria, Carlos Gaig, Nandu Jubany…
Un homenaje a Serrat sin música no sería un completo homenaje. De eso se encargó Miquel Poveda con 'Aquellas pequeñas cosas', 'El meu carrer' -cantada con el «noi del Poble Sec»- y 'Pare' en versión bilingüe. Porque Serrat y Barcelona son así.
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