spectator in barcino
Sánchez, del 'lawfare' al búnker
Si la política hace extraños compañeros de cama, los iliberales clamando 'lawfare' componen una cama redonda. Hasta que los presuntos bulos han resultado ser verdades y suena la hora de finiquitar la orgía populista
Artículos de Sergi Doria en ABC
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Iniciar sesión«El golpe de estado judicial está fuera de control», declaró Stephen Miller, subjefe de gabinete de la Casa Blanca cuando el Tribunal de Comercio Internacional tumbó los aranceles de Trump. «La Toga Nostra», tuiteó Puigdemont cuando el Supremo no le aplicó una amnistía que ... no incluye la malversación que se le imputa. «Lo que me están haciendo es para preservar su poder, son los mismos», espetó Trump investigado por el asalto el Capitolio, 6 de enero de 2021, de su gente «very special». Cuando Laura Borràs, expresidenta del parlamento catalán, fue condenada por corrupción lo atribuyó al 'lawfare' y el secretario de Junts, el Tristón Turull, adjudicó a la justicia el topónimo de Guantánamo: «Lawfare de manual protagonizado por la más alta instancia de la judicatura española». Josep Rull, presidente del Parlament (143.764 euros anuales) leyó en aquella sentencia «el enésimo capítulo de esta causa general donde el 'lawfare' se convierte en una apisonadora de derechos y libertades». La cantinela del 'lawfare' la entona también el peronismo al ver condenada por corrupción a Cristina Fernández de Kirchner: seis años de cárcel e inhabilitación perpetua.
Al inventario que cuestiona la separación de poderes, ese populismo iliberal que une a Trump y Fernández de Kirchner con el nacionalismo secesionista, se abona Pedro Sánchez con sus veintidós ministerios de propaganda más el portavoz Patxi López. Serviles al «puto amo» denigran con un furor digno de mejor causa el auto del juez Hurtado que pone al fiscal general caminito del banquillo. La ministra de Igualdad animando al procesado. Le dice que no está solo y proponen una cenita en Valladolid. Félix Bolaños arremete contra el Supremo. ¡Un ministro de Justicia contra el poder judicial! Y Óscar Puente, ministro de los trenes parados, atribuye a los jueces la «oposición real» que Feijóo no es capaz de realizar. Para Sánchez y Puigdemont el 'lawfare' es la coartada de un mismo sueño húmedo: transformar la Justicia en guardia de corps. El Bifugado lo intentó el 6 y 7 de septiembre de 2017 con las leyes de transitoriedad; Sánchez tiene a Bolaños en ello.
La diferencia entre España y Portugal, además de marcar todos los penaltis en una final, es que los políticos al frente de las instituciones abandonan el cargo cuando un juez escruta su ejecutoria. En noviembre de 2023 el primer ministro Antonio Costa dimitió al conocerse que el alto tribunal abría investigación separada sobre su presunta implicación en tráfico de influencias, corrupción y prevaricación en proyectos energéticos. Costa presentó su renuncia al presidente Rebelo de Sousa y consensuó con los partidos políticos las elecciones anticipadas: «La dignidad de las tareas de un primer ministro no son compatibles con ninguna sospecha sobre la integridad, el buen comportamiento y menos aún con cualquier tipo de acto delictivo».
¿Dignidad o asunción de culpas? Eso no va con Sánchez. El resistente firmó el 155 contra el golpe, acabó amnistiando («autoamnistía», sentencia la Comisión Europea) a los separatistas y suscribió el 'lawfare' de los enemigos del Estado. Si al electricista Cerdán, Número 2 del PSOE, emisario en Suiza para plegarse a Puigdemont, lo electrocuta la red corrupta que urdió con Koldo y Ábalos, Sánchez se maquilla, pone cara de pena, aparta el escándalo de su responsabilidad política y reitera que el demonio son los otros.
Si la política hace extraños compañeros de cama, los iliberales clamando 'lawfare' componen una cama redonda. Hasta que los presuntos bulos han resultado ser verdades y suena la hora de finiquitar la orgía populista. Aislado en la finca de Quintos de Mora, Sánchez pretende dictar otro capítulo del 'Manual de resistencia'. ¿Posible título? «El búnker».
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