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El instinto de la propiedad
El hilo conductor de la historia de 'La Vanguardia', que el lunes celebra el 142 aniversario de su fundación, ha sido el instinto de propiedad que han tenido siempre los Godó
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Màrius no parecía el perfil para una situación tan dura y sin embargo fue un director delicadísimo. Extirpó el tumor, que no era benigno y estaba fuera de control y lo hizo sin dañar los órganos a los que se había adherido. Fue un corte ... preciso y su mayor virtud es que pasó desapercibido en aquel instante tan incendiado y sólo se notó, como todo lo importante, con el tiempo. No sé si le dio muchas vueltas o fue intuitivo. Siempre he pensado que se dejó llevar, que fluyó en el ambiente y que acertó porque es realmente bueno cuando es él en serio. Como director fue más paciente y más valiente de lo que hasta entonces había sido. También más discreto y eso fue un hito para los que hace años que lo conocemos. La prudencia fue su característica. Cristalizaron cuando más 'La Vanguardia' las necesitaba todas las virtudes de un hombre, que juntas y la vez no suelen darse, y ninguno de sus defectos. Para los lectores, Màrius fue el director que devolvió el periódico a su sitio. Para Javier Godó fue eso y algo más, porque su anterior director, José Antich, junto a David Madí (entonces hombre fuerte de Artur Mas) y Jaume Giró habían tejido una estrategia largamente pensada para que ellos y empresarios bajo su influencia desembarcaran de manera decisiva en el accionariado del Grupo.
El hilo conductor de la historia de 'La Vanguardia', que el próximo lunes celebra el 142 aniversario de su fundación, ha sido el instinto de propiedad que han tenido siempre los Godó. Muchos han intentado controlarla. Otros han querido comprarla. Dentro y fuera de la casa ha habido aciertos, tiempos convulsos, pasos en falso, incertidumbre. Pero lo que al final de cada vicisitud se ha impuesto es que los Godó han pensado, sentido y defendido que 'La Vanguardia' era suya.
A finales de los años sesenta, el Opus Dei y los tecnócratas vivían su mayor gloria en los gobiernos de Franco. Laureano López Rodó explicó a Carlos Godó, padre de Javier, su voluntad de crear una edición madrileña de La Vanguardia. La fórmula que el ministro había pensado es que los Godó conservaran el 100% de la edición catalana y que en Madrid se constituyera una sociedad al 50% entre los amigos de López Rodó y los Godó. A don Carlos le horrorizaba la idea de compartir, aunque sólo fuera en Madrid, la propiedad de La Vanguardia, pero tampoco quería decirle que no a López Rodó, que había mostrado un particular entusiasmo por el proyecto. Consultó con su abogado, Josep Maria Forn, que le dio la idea de partir de viaje para dar la vuelta al mundo. Estuvo fuera durante seis meses, tiempo suficiente para que el todopoderoso ministro llamara, se sulfurara al no obtener respuesta y finalmente se calmara y olvidara su sociedad madrileña. Sin tener que decir que no y sin renunciar a nada, los Godó continuaban siendo los únicos propietarios de 'La Vanguardia'.
Pero el momento en que más la propiedad llegó a tambalearse fue con la creación de Antena 3 Televisión. Javier Godó, impulsado por el éxito de Antena 3 Radio, de la que era propietario, y por el entusiasmo de Manuel Martín Ferrand, quiso tener también su canal televisivo pero no disponía del suficiente pulmón financiero para hacerlo solo. Juan Tapia, entonces director de 'La Vanguardia', le trasladó a Martín Ferrand la necesidad de que un banco entrara en la operación para compensar las pérdidas que al principio generan siempre estas empresas; pero el periodista gallego era de la opinión que una entidad bancaria sería un condicionante político que restaría independencia al proyecto.
La realidad fue efectivamente la prevista por Tapia y las pérdidas fueron considerables. Martín Ferrand le propuso entonces a Javier que Mario Conde entrara en el capital de A3 TV con 6.000 millones de las antiguas pesetas, y el director general de La Vanguardia, Carlos Fajardo, el director adjunto del periódico, Lluís Foix, y el director Juan Tapia no presentaron objeción pero se opusieron a la contrapartida que el banquero pretendía, que era entrar también en el accionariado de 'La Vanguardia', con un 30%. Javier dudaba.
Un poco estridente y bastante forzado, como es él, Mario Conde trató durante aquellos meses de hacerse amigo de Javier, que una noche lo invitó a cenar a su casa y quedó asustado de la extravagancia del personaje. El banquero le dijo: «Javier, ahora vamos a jugar a que tú haces de Rey y me llamas para pedirme que presida el consejo de ministros. Pero tienes que presionarme mucho». Y ante la estupefacción de Godó, Conde respondía: «No, Majestad, tengo mucho trabajo y no puedo atender su petición, aunque me gustaría».
Las dudas de Javier se transformaron en pavor y afloró el instinto de la propiedad, como siempre en un Godó, pero de todas maneras la situación no era obvia, porque Mario Conde no estaba dispuesto a poner el dinero que A3 TV necesitaba si no era a cambio de su 30% en 'La Vanguardia'. Al terminar la última reunión a la que Javier convocó a Mario Conde, y a la que también asistieron Juan Tapia y Lluís Foix, y en la que el banquero, para hacerle ver al conde Godó que le convenía tenerle de accionista llegó a decirle: «Y además, Javier, cuando seamos socios, te voy a dar mucha información, como hago con Pedrojota y con Ansón«; Javier preguntó a sus dos directores qué les había parecido. Lluís Foix respondió: »Me ha parecido catastrófico«.
En los días siguientes, sin que nadie le hubiera llamado, apareció en La Vanguardia Ramón Hermosilla, un abogado de derechas de Madrid, a quien Javier remotamente conocía, y le animó a romper con Mario Conde, diciéndole que no se preocupara por el dinero. «Que Juan llame a La Caixa y lo arregle». Juan era Juan Tapia, que era quien había dicho desde el principio que en Antena 3 TV tenía que participar un banco. Llamó enseguida a Josep Vilarasau, entonces director general de La Caixa, y a él le pareció bien, pero al ser una operación que suponía ir contra Mario Conde, dijo que tenía que preguntárselo al presidente, Juan Antonio Samaranch. Era viernes. Vilarasau y Samaranch almorzaban el sábado y Vilarasau se comprometió a tener una respuesta para Juan el mismo sábado a las 18:00. Para matar las horas, Juan Tapia recuerda que fue al cine Savoy.
A las 18:00 Vilarasau llamó puntualmente para decir que Samaranch no quería una guerra con Mario Conde y que sólo pondría el dinero con el beneplácito del Gobierno. El ministro de Economía, Carlos Solchaga, compartía el interés de Juan Tapia en que Conde no entrara en el accionariado de 'La Vanguardia', pero de todos modos quiso consultarlo con Felipe González. Al cabo de dos días Solchaga llamó directamente a Vilarasau para bendecir el préstamo y La Caixa fue a la ampliación con los 6.000 millones.
Como todo el mundo había previsto, y temido, Mario Conde entró en cólera y se alió con Antonio Asenio y Rafael Jiménez de Parga para dejar a Javier Godó sin poder ejercer los derechos de sus acciones en A3 TV, creando una situación tensa y complicada.
Juan Tapia estaba aquellos días en Madrid, alojado en el Ritz. Era la época en que los directores de periódico aún se alojaban en el Ritz. El primer día recibió una nota de recepción con el aviso de que Juan Luis Cebrián quería ponerse en contacto con él. No le llamó porque pensó que no le convenía comentar la situación de Javier con nadie, y menos con Cebrián. Al día siguiente recibió una segunda nota de Cebrián, que justo había dejado de ser el director de 'El País' para convertirse en el consejero delegado del Grupo Prisa. Tampoco la atendió. La tercera nota no fue de Cebrián sino del periodista de 'El País' Ernesto Ekáizer, al que Juan sí llamó porque eran amigos. Ernesto le dijo que Polanco tenía la solución, pero que no iba a llamar a Javier porque en las últimas reuniones sobre Antena 3 le había tomado el pelo y estaba dolido; pero que si Javier le llamaba, estaba dispuesto a ayudarle.
Juan llamó a la habitación de Javier, que había llegado aquella mañana a Madrid, y le preguntó si podía subir a verle. Estaba despachando con el abogado Josep Maria Forn, el que había aconsejado a su padre ir a dar la vuelta al mundo. Juan les explicó la conversación con Ekáizer y Javier dijo algo así como: «Ya lo llamaremos mañana». Pero Forn, que nunca hablaba por hablar, dijo: «No, Javier, le vamos a llamar ahora mismo». Polanco se ofreció a comprar el 33 % de Antena 3 Radio y además llamó a Jiménez de Parga y a Asensio y les mandó un aviso inequívoco: «Desde ahora Godó y yo somos socios y cualquiera ataque a Javier es un ataque a 'El País'».
Una vez más, un Godó preservaba la propiedad de 'La Vanguardia' aunque para conseguirlo, hubiera tenido que involucrar a media España, y la media que importaba.
El exdirector José Antich lideró el último intento organizado por arrebatar a los Godó La Vanguardia. Antich era aparentemente servil con Javier, pero llegó a creer que el heredero podía ser él. Es un tipo de gente y un tipo de carácter que acaban inexorablemente desmentidos por la realidad, aunque es considerable el lío en que mientras tanto pueden llegar a meterte.
Hubo un tiempo en que los independentistas creyeron que eran más listos que los demás y que para ellos no había límite ni en la política, ni en la justicia, ni en la empresa. No fueron tiempos agradables ni fue fácil reaccionar, pero al final el instinto de propiedad de Javier Godó no sólo solucionó su problema empresarial sino que puso la primera piedra para que las aguas en Cataluña volvieran a su cauce. Junto a su hijo Carlos, que gestiona con rigor el día a día del Grupo Godó y garantiza su continuidad como empresa familiar, Javier ha conseguido que por primera vez desde la recuperación de la democracia un periódico catalán sea el medio de comunicación de referencia de un presidente del Gobierno, que se mantendrá en el poder gracias a Cataluña y por la influencia de 'La Vanguardia'. El actual director, Jordi Juan, ha convertido la versión web en el digital generalista más leído de España. La derrota de Ada Colau, la abrumadora victoria del PSC en las últimas elecciones generales y la desactivación de la independentismo no se puede entender sin entender a Jordi Juan.
Los 142 años de historia lo son de un periódico y de una familia pero también de una sociedad a la que de todos los referentes que en este siglo y medio ha tenido, sólo le queda intacto, y tal como siempre lo conoció, 'La Vanguardia'.
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