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Escocia

«Allí el derecho de autodeterminación nunca ha existido»

Nicola Sturgeon, primera ministra de Escocia AFP
Miquel Porta Perales

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De las decenas de modelos de liberación nacional que el nacionalismo catalán ha tomado como ejemplo, ninguno le ha servido. Entre estos modelos destaca Escocia. Durante los últimos años, refutado el modelo quebequés -fundamento 103 del dictamen del Tribunal Supremo de Canadá de 1998: «Cualquier ... tentativa de efectuar la secesión de una provincia de Canadá se deberá llevar a cabo de conformidad con la Constitución de Canadá»-, Escocia era la última esperanza del secesionismo catalán. Vana esperanza si tenemos en cuenta que en Escocia el derecho de autodeterminación nunca ha existido. En Escocia, o para Escocia, la autodeterminación depende del consentimiento del Parlamento de Westminster. No de Edimburgo, sino de Londres. Cosa que el Tribunal Supremo del Reino Unido ratifica (23/11/2022) al señalar que la convocatoria de un referéndum de independencia necesita el consentimiento del Parlamento de la Gran Bretaña. Mensaje del Tribunal: el Parlamento -a falta de Constitución- es la salvaguardia de la soberanía y la Nación. ¿Escocia? Ni referéndum de autodeterminación ni derecho a decidir. Un derecho a decidir que, por cierto, no existe -otra invención y/o engaño del nacionalismo catalán- en el derecho internacional.

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