El debate del referéndum en Cataluña le estalla al socialismo
Esquerra aviva el debate sobre una consulta que creen que el PSOE acabará aceptando
El PSC siempre ha defendido que el conflicto en Cataluña acabará en una votación, pero no de autodeterminación
Barcelona
«Han dicho no a tantas cosas que al final han acabado pasando...». Con el mismo tono jactancioso que ha gastado Esquerra Republicana desde que logró una sonora victoria política cerrando la reforma del Código Penal 'ad hoc' para los presos del 1-O, ... la portavoz del Govern, Patrícia Plaja, ponía el pasado martes el debate sobre la celebración de un referéndum de autodeterminación en Cataluña en el punto más incómodo para el PSOE y el PSC. No fue una frase improvisada.
«Son muchas las cosas que han dicho que no pasarían y han acabado pasando. Y serán muchas más las cosas que dicen que no pasarán y acabarán pasando, como por ejemplo celebrar un referéndum», terciaba ayer en el Parlament el consejero de Interior, usando punto por punto el mismo argumentario que ayer propagaban PP, Vox y Cs. «No es la primera vez que el PSOE dice algo y hace otra cosa», se sumaba Gabriel Rufián, líder de ERC en Madrid.
En el peor momento para los intereses del socialismo, generando a su vez evidentes tensiones en el seno del ejecutivo de coalición de PSOE y Podemos, Esquerra filtraba el pasado lunes el contenido de la ponencia política para su próximo congreso, un texto en el que se definen las líneas maestras de un referéndum de autodeterminación –50% de participación mínima, 55% de síes...– y su propuesta de acuerdo de claridad para una consulta pactada con el Gobierno. Nada nuevo que no haya explicado ERC en los últimos años y meses, nada distinto a su proclamado objetivo, pero sí algo políticamente muy estridente por el momento en el que, interesadamente, los republicanos volvían a ponerlo sobre la mesa, casi como si se tratase de poner en evidencia al PSOE y su ductilidad. En la oposición se asiste al baile entre la indignación y la perplejidad. «Estamos viviendo un momento insólito. Un momento que ni el independentista más ambicioso podía pensar que iba a llegar», se lamentaba el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo.
La incomodidad del PSOE y del PSC era ayer visible, obligados sus dirigentes a una catarata de desmentidos y matizaciones para aclarar que no están, en ningún caso, por la labor de autorizar un referéndum en los términos en los que los plantea ERC.
No hay novedad, el socialismo no se ha movido de donde estaba, se clama desde el PSC. Su líder, Salvador Illa, tratando de aclarar la posición del partido seguramente contribuía a llevar a primer plano la discusión con una entrevista ayer en 'El Confidencial'. ¿Habrá consulta? «Si fruto del diálogo entre catalanes y sus partidos se llega a un consenso y a un mínimo acuerdo sobre cómo organizar el autogobierno de Cataluña que competa a la comunidad catalana, estoy de acuerdo con esa consulta y me parecería bien. En ningún caso una consulta para una ruptura, para la autodeterminación», respondía Illa exponiendo, de nuevo, palabra por palabra, la que es doctrina oficial en el socialismo.
Un discurso sin novedades pero que, en el contexto actual, tras haber aceptado el PSOE una reforma penal que ha generado a su vez la airada respuesta de algunos de sus barones, aviva el debate sobre hasta dónde está dispuesto a llegar Pedro Sánchez para seguir en La Moncloa. De fondo, la exhibición sin rubor por parte de ERC de sus triunfos y objetivos políticos, así como el intento de renovación a martillazos de un Tribunal Constitucional que, denuncia la oposición, el PSOE moldea a medida para facilitar una hipotética interpretación no restrictiva de una consulta.
En cualquier caso, la posición socialista sobre una consulta en Cataluña es clara y conocida, recuerdan en el partido; una postura expresada ya en la Declaración de Granada (2013), en multitud de declaraciones públicas e incluso en el pacto de investidura de Sánchez entre el PSOE y ERC. Nada nuevo, seguimos donde estamos, se insiste en el PSC, donde siempre se ha precisado que lo que se tiene que votar es un nuevo Estatut, recordando la anomalía que supone que el texto que refrendaron los catalanes en 2006 fue luego modificado por la sentencia del Tribunal Constitucional (2010).
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«No habrá referéndum», trataba de zanjar el ministro y exlíder del PSC Miquel Iceta desde los pasillos del Congreso mientras que el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, volvía a tirar de argumentario señalando que la situación en Cataluña es hoy mejor que en 2017 gracias a las «decisiones valientes» del Gobierno de Pedro Sánchez. Cataluña «ya no es un problema para España» y cinco años después del referéndum ilegal de 2017 sólo quedan «separatistas nostálgicos del enfrentamiento« situados en el »lo volveríamos a hacer« y una derecha que es »garantía« de »conflicto« en esa comunidad, proclamaba desde el Senado.
El discurso a modo de extintor del Gobierno y del PSOE contrasta con el del independentismo, movimiento partido a su vez entre los favorables al diálogo con el Gobierno –muy fructífero, como se ha visto– y los unilateralistas de palabra. Es esta pugna la que explica también la altanería de Esquerra y la recuperación del debate sobre el referéndum, al ver como desde Junts se les acusa, en una lectura que es un espejo de la que se hace en Madrid, de doblarse ante el PSOE. «Vamos para atrás (...). Hicimos el 1-O no para ser perdonados, sino para ser independientes«, se apunta en Junts.
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