El parricidio de Vilanova, un crimen sin culpables

La tesis de Ministerio público, que pedía para ella 34 años de cárcel, era que Alba fue quien empujó a Ismael a matar a su padre, pero las periciales psiquiátricas sirvieron al jurado para descartar dicho extremo ante la imposibilidad, desde el punto de vista clínico, de inducir un brote psicótico. Fue el propio chico el que durante su declaración la señaló -«me dijo que tenía que matar a mi padre porque toda mi familia corría peligro»-. Según el tribunal, ésta era la única prueba incriminatoria contra ella, pero lo que diga un acusado sobre otro, reza el fallo, «no es suficiente para desvirtuar el principio de presunción de inocencia».

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Elena Burés

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A pesar de que ambos mantuvieron varias conversaciones telefónicas el día del asesinato, no se sabe el contenido de las mismas. En sus comunicaciones durante meses, a través de un chat de Signal, «no se encontraron mensajes en los que extorsionara a Ismael o en los que lo indujera a matar a su padre», apuntó el fallo de instancia que ahora confirma el TSJC. Además de inducir el crimen, Alba estaba acusada de estafa, ya que convenció al joven, según la tesis de la acusación, de que le transfiriese dinero en varias ocasiones para financiar un entramado parapolicial inventado por ésta, y asistir así a varios cursos para su entrenamiento y formar parte del citado «grupo secreto». Algo que el jurado tampoco consideró probado, pese a los ingresos vía Bizum en su cuenta, que superaron los 7.000 euros, hasta el día en que el padre del chico cambió la contraseña para evitar que éste pudiese acceder a los ahorros familiares.

El jurado rechazó este extremo al considerar que ambos podían haber tenido acceso a ese dinero, aunque estaba en la cuenta bancaria de Alba. También sostuvieron que el propio Ismael pudo hacer las transferencias de forma voluntaria. Así, corrobora ahora el TSJC, el «único engaño que hubo» por parte de la joven fue la creación de un personaje, Julia, que anunció al chico que ambos serían padres de gemelos por inseminación artificial. Un engaño, considera la Sala de apelación, que no guarda relación con las transferencias o con que una «mafia» exigiese dinero a Ismael para «salvaguardar la integridad de su familia».

Respecto a la capacidad de manipulación de Alba, los informes psicológicos determinaron que «tiene el nivel justo de capacidades para establecer relaciones básicas, integrar y analizar adecuadamente la información y prever consecuencias», descartando así la tesis de la Fiscalía y la acusación particular. Por todo ello, el TSJC desestima sendos recursos, y confirma la absolución de la joven y la de Ismael.

El fallo cuenta con el voto particular de una de las magistradas, que considera que se vulneró el derecho a la tutela judicial efectiva de la acusación y por ello sostiene que habría que anular parcialmente la sentencia para juzgar de nuevo a Alba. Además de las transferencias bancarias, apunta que con la creación del personaje ficticio, «del que Ismael llegó a enamorarse, ya que planeaba contraer matrimonio», la intención de la acusada era «manipularlo».

Además, apunta que los agentes que detuvieron al joven, cuando éste les confesó lo ocurrido, no dieron credibilidad a su relato y creyeron que estaba delirando. Fue con su investigación como comprobaron que lo que les habían contado era real. Entre éstas, las conversaciones de Signal y el grupo parapolicial inventado. Señala así el voto particular que la conclusión del jurado de que no existió engaño es irracional. Cree así que sí existió ánimo de lucro y que resulta ilógico apoyarse en una pericial para defender que Alba no pudo inducir el crimen, cuando se ha demostrado que sí engañó al chico haciéndose pasar por una tercera persona.

Ahora, la acusación particular estudia la posible interposición de un recurso de casación ante el Tribunal Supremo.