Las casas de Barcelona que Desokupa quiere desalojar se 'bunkerizan'
Algunos vecinos sostienen que los inmuebles llevan ocupados 15 años y que no se había registrado ningún altercado, mientras otros denuncian un aumento de la violencia por parte de los allanadores
Los Mossos impedirán que Desokupa desaloje dos casas en la zona alta de Barcelona
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Desde la ventana de un segundo piso, se asoman tres chicas. Todas ellas, con la cara cubierta por pañuelos negros. Solo se les ven los ojos. De la misma forma, un joven, parapetado tras unas vallas. «Si estamos así, es porque nos han obligado», cuenta. ... Son cuatro de los okupas de 'El Kubo' y 'La Ruina', dos casas de la zona alta de Barcelona, que, durante los últimos años, han sido ya desalojadas en varias ocasiones. «Llevan aquí más de 15 años», cuenta Pere, un vecino de 86 -«para 87», ríe-, mientras pasea a su perra Naia, un bulldog francés, blanco y negro. Vive al lado de la farmacia, a unos metros de los inmuebles y sostiene que, durante todo este tiempo, no habían tenido ningún problema con las allanadores. «Suciedad sí, a nadie le gusta ver esto así, pero poco más».
La situación ha cambiado durante las últimas semanas. Aunque el trasiego de personas en ambos edificios, propiedad de la Sareb, ya era una constante, la movilización de algunos vecinos, con el apoyo de Ciudadanos, Vox y Valents para expulsarlos del barrio, ha generado que los okupas se 'bunkericen'. El perímetro está rodeado de vallas metálicas, a las que, en los últimos días, han ido sumando más -de propiedad municipal- en vertical, para evitar cualquier intrusión. Según detallan fuentes de la Policía catalana, se han «fortificado» incluso con material de obra que han asegurado con cemento. También han hecho acopio de extintores y palos varios. «¿Te imaginas que me pasaría a mí si pongo una de estas vallas del ayuntamiento en mi casa?», cuestiona Mari Carmen, que hace una parada mientras sube Sant Joan de la Salle con su carro de la compra. Eso sí, acto seguido asegura: «Llevan aquí 15 años y nunca hemos tenido ningún problema», y secunda así a Pere.
La crítica viene después. «Eso sí, nadie se ha acordado de nosotros. [Ada] Colau nos ha tenido abandonados y ahora que vienen las elecciones parece que se acuerdan», desliza. No es la única residente en el barrio de la zona alta que opina lo mismo. Enfrente de las dos casas, tres empleados de Flors Prats se afanan en montar sendos ramos. Dos mujeres y un hombre que apuntan que durante todo este tiempo no han vivido ningún altercado. «Evidentemente, los tienen que sacar, pero con una orden judicial», dice una de ellas. Temen que la concentración convocada este jueves, 11 de mayo, fecha que la empresa de lanzamientos extrajudiciales Desokupa fijó para el desalojo, pueda ocasionar desperfectos en su comercio. «Hasta el momento nunca ha pasado nada, pero siempre hay una primera vez. No queremos decir nada por si acaso, estamos enfrente», prosigue la florista. «Esto es un problema político y nosotros no nos tenemos que mojar», zanja él.
Solo unos metros más abajo, junto al semáforo que da acceso a la plaza Bonanova, el portero de una finca cercana comenta la jugada con la dependienta de un comercio. Sus versiones apuntan a un incremento de la violencia durante los últimos meses por parte de los okupas, lo mismo que secundan los Mossos d'Esquadra -eso sí, los agentes reprochan la falta de denuncias ante los incidentes-. «Tienen escopetas de balines, a uno de mis clientes le dieron en un brazo, y suerte que lo levantó a tiempo, porque sino le hubiesen dado en la cara», sostiene ella, que prefiere no dar su nombre. Su relato apunta a que durante las últimas semanas se han incrementado los incidentes. Insultos a quienes pasan por delante de las casas, lanzamientos de piedras en ocasiones, y habla de «miedo».
El conserje, ataviado con el uniforme de trabajo, está cansado. «En los últimos días han estropeado los telefonillos, han aparecido pintadas anarquistas. Evidentemente, no he visto quién ha sido, pero me lo puedo imaginar», desliza. No puede comprender que para desalojar las casas se tenga que esperar a una orden judicial. «¿Qué es esto? ¿Pueden hacer lo que quieran? ¿Ponerse agresivos sin que nadie haga nada? ¿Nos tenemos que aguantar, sin más?», reprocha.
Los dos bloques ocupados en la Bonanova
«A veces uno de ellos, que medirá 1,90 metros, baja con tres perros. Te increpa y te hace sentir incómodo, no sabes lo que puede pasar. Y, claro no le digas nada...», cuenta, visiblemente malhumorado. En cambio, el párroco de la Bonanova, Moreira, defiende a los residentes en ambos inmuebles. «Por aquí pasan cada día 4.000 niños que van al colegio. Los domingos 1.000 personas vienen a misa. Nunca ha pasado nada», defiende, ante la atenta mirada de los cuatro okupas. «Él es nuestro portavoz, habla con él», espeta insolente una de ellas, tras su negativa a hablar. El único que quiere explicarse es el chico que se encuentra tras las vallas, pero tampoco le dejan. «Lo que tenemos que decir lo decimos por redes sociales. Haz tu trabajo», zanja la aparente cabecilla.
Lo cierto es que consta, al menos, una denuncia por la sustracción de un teléfono móvil a un menor por parte de uno de los residentes en los bloques ocupados. También algunos estudiantes que, tras un intercambio de gritos e insultos con los allanadores, aseguran que éstos les lanzaron piedras. Es más, unos metros más arriba de ambas casas se encuentra la universidad Ramón Llull. Tras una de las primeras concentraciones, antisistema por un lado, y vecinos hartos, algunos alumnos transmitieron a los profesores su preocupación por la situación. Una de ellas explicó a un docente que, tras salir de clase, con el lanzamiento de «vidrios y piedras» en la calle, tuvo que cambiar de ruta para poder llegar al ferrocarril.
¿Desahucio?
De hecho, llegó a pedir hacer online la clase para evitar la zona, después de dos martes con un gran despliegue policial para evitar el encuentro entre marchas antagónicas. Sobre uno de los inmuebles, 'La Ruina', pesaba una orden de desahucio que se aplazó el pasado marzo. El otro, 'El Kubo', está pendiente de que se celebre la vista a finales de mes. La intención, tanto de la Policía, como del consistorio, es que ambas fechas se unifiquen para evitar que cuando desalojen uno de ellos, los okupas se trasladen al contiguo.
Esta tarde está prevista una nueva concentración frente a las casas, aunque los Mossos apuntan que, al no haber convocada una de signo contrario, no se producirán altercados. Será el jueves cuando el Cuerpo desplegará un gran dispositivo para evitar incidentes. Efectivos de seguridad ciudadana y orden público blindarán los accesos a la Bonanova y nadie podrá circular por la plaza. Cada una de las movilizaciones, antisistema y vecinos que claman por el desalojo, quedarán aislados a cada uno de los lados. Además, la Policía catalana subraya que Desokupa no podrá intervenir, pese a las promesas de su dueño, Daniel Esteve, que aseguró que desplegaría el «mayor dispositivo de la historia de España» para expulsar a los okupas. «No pasará», zanjaban ayer desde la jefatura del Cuerpo.
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Desde el consistorio trabajan de forma conjunta con los Mossos e indican que abogan por una expulsión simultánea de ambas fincas, ya que están «conectadas entre ellas». «Nosotros no decidimos cuándo se desaloja», subrayan, en referencia a la necesidad de una orden judicial.
Por su parte, Sareb, "ante la escalada de tensión en las inmediaciones de la plaza Bonanova", ha vuelto a solicitar este martes al Juzgado de Primera Instancia 39 de Barcelona la adopción de medidas cautelares para que se proceda al desalojo del edificio conocido como 'La Ruina'. La vista relativa al otro inmueble, 'El Kubo', se celebrará a finales de mes en otro juzgado.
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