Nuara anuda el producto de mar y la brasa en el balcón gastronómico del Puerto Olímpico
El nuevo restaurante de Familia Nuri supone la guinda a 63 años de trayectoria de tres generaciones dedicadas a la restauración en Barcelona
Cenas improvisadas en Fismuler o el poder de dar más de lo que se espera de unos chefs

Nuri y Jordi abrieron en 1962 su primer restaurante, el Bar Núria, en el Poble Nou, «un bar de barrio y tapas donde a la gente le gustaba jugar al dominó». De pequeños, una de las primeras cosas que se aprende es a anudar los cordones de los zapatos. Tras los fogones, tres generaciones de esta familia han aprendido también a ligar con mimo los mejores alimentos y las relaciones de trabajo con el denominador común del amor por la cocina y las cosas bien hechas. El esfuerzo por hacer las cosas con la atención debida ha encontrado compensación en la sublimación gastronómica con la que han culminado su sexto establecimiento. Porque en Nuara, el nuevo restaurante del balcón gastronómico del barcelonés Puerto Olímpico, esta empresa familiar ha alcanzado la perfecta sencillez de la cocina mediterránea.
Los mejores restaurantes son aquellos que dan la oportunidad a la gente de tomarse un respiro de la realidad, aunque solo sea un rato, y, por cursi que suene, que al contagiar su amabilidad nada impostada logren hacer del mundo un lugar mejor. Empieza a cansar la teatralidad de algunos platos que buscan impresionar con cada pase pero que, tras quedar boquiabiertos, cuesta luego recordar lo que se ha comido. En Nuara, nombre que procede del verbo catalán «nuar» (anudar) que simboliza la unión y los vínculos y que también evoca al lenguaje marinero (hacer nudos), se refleja su conexión con el mar y ofrece una cocina de lonja y de brasa a partir de una propuesta que parte de producto fresco sin enmascarar con sofisticadas técnicas culinarias más allá de las tradicionales.
Los platos en Nuara se ofrecen desnudos (sin nudos) a la brasa, como los pescados frescos que muestra el personal a los comensales nada más sentarse, para que vean que no hay trampa ni cartón en su cocina. El cosmopolitismo barcelonés está ligado en materia literaria a Georges Simenon y al placer «gourmand», el mismo que profesó Josep Pla, uno de los más destacados lectores del escritor belga y al que influyó, sobre todo en materia gastronómica. No extraña que tanto que Pla como Simenon rechacen las cocinas que ellos denominaban exóticas, porque ambos reivindicaban la sencilla y popular: un arte empírico donde cuentan los (buenos) resultados; pero también un arte normativo, porque es necesario seguir unas reglas tradicionales dominadas por el siempre apelado y en ocasiones añorado sentido común.
Simenon escribió que «la bonne cuisine, c'est le souvenir» (la buena cocina es un recuerdo), de modo que los gourmands apreciamos comer nuestra infancia. Y tanto los barceloneses como los visitantes que recalan en Nuara se llevan el recuerdo de la cocina hecha con el amor de la Familia Nuri, a través de unos platos que rinden homenaje al producto fresco de lonja y a los arroces, una de sus especialidades. Sin olvidar las mejores carnes con denominación de origen en una suerte de nudo entre tradición y sofisticación, entre honestidad y calidad mediante técnicas depuradas que potencian los sabores del mar y la tierra, realzados por la brasa, sello distintivo de la casa, y que es visible para los comensales, como la bodega que, con más de un centenar de referencias, es otro punto de referencia visual del restaurante.
Además de la inmensa vitrina de la bodega y de la brasa, lo que llama más la atención de Nuara son sus cortinas en el techo, dispuestas como metáfora del oleaje del mar, además de la luminosidad de su salón interior de 203 metros cuadrados con capacidad para un centenar de comensales sentados y hasta 150 en formato cóctel, y su no menos amplia terraza de 235 metros cuadrados de idéntica capacidad. En el interior, el establecimiento también dispone de un reservado para una docena de personas. El restaurante ha sido diseñado por Raquel González y el estudio de arquitectura Sánchez Guisado, autores de otros establecimientos como Enigma, Estimar o Tickets, y que en esta ocasión lo han realizado conjuntamente con Bold Brand Atelier, tríada que ha logrado una experiencia inmersiva desde la estética hasta el plato.
Al frente de la propuesta culinaria están Alex Jiménez y David Noguera, tercera generación de Familia Nuri, con la asesoría del chef Ismael Alonso, quien ha trabajado en proyectos internacionales y en las cocinas de El Celler de Can Roca, Mugaritz o Martín Berasategui. Con una inversión superior a los 2 millones de euros y una plantilla de entre 30 y 40 profesionales, Nuara redefine la cocina mediterránea barcelonesa. Su reciente apertura forma parte de la estrategia de crecimiento de Familia Nuri, amplía así su propuesta gastronómica en Barcelona tras Ca la Nuri, Xiroi, Bar Nuri, Bar Nuri en Time Out Market y Arrozal. En Nuara se ofrece servicio de cocina ininterrumpida de lunes a domingo, de 12 de mediodía a las 22, 30 horas de la noche y los comensales disponen de dos horas de aparcamiento gratuito en el cercano BSM Litoral Port.
De los entrantes, destacan los boquerones marinados en emulsión de oliva Gordal y piparras, la torrada de temporada al estilo focaccia de escalivada y calçots decorada con flores silvestres, los berberechos gordos con jugo yodado de moluscos y créme fraiche o los puerros escabechados con meunière de ceps, avellanas y brotes. También se puede optar por la ensalada de alcachofa y tupinambo en texturas con espinacas, hinojo y piñones, una composición vegetal que resalta la riqueza y frescura de los ingredientes de temporada. En el capítulo de crudos, el tartar de atún Balfegó con stracciatella y pistachos resulta sublime, pero también están las ostras Guillardeau número 3 al natural o con fruta de la pasión, así como el steak tartar de lomo bajo con holandesa de mostaza y pan soplado o el carpaccio de picaña madurada con AOVE y tostaditas de pan de algas.
El rodaballo, la lubina salvaje a la brasa o cualquiera de las carnes con denominación de origen resultan buenas opciones como plato principal, preferiblemente acompañado de una suculenta guarnición de verduras de temporada, también a la brasa, aunque los arroces son muy recomendables al ser otra de las especialidades de Nuara, entre los que destacan el seco o caldoso de bogavante, el de gamba roja, el de lomo bajo de vaca a la brasa y pimientos de Padrón, el de verduras ecológicas o el arroz mar y montaña de calamar a la brasa y panceta ibérica y ceps. Y de postre, se puede degustar una selección de quesos con mermelada de aceite de oliva o decantarse por los dulces del coulant de avellanas con helado de yogur, pero si se es un devoto del chocolate, hay que optar por la tarta cremosa de chocolate 70 por ciento con frambuesas.
El maridaje de los platos ocupa también un lugar principal en Nuara, dada su extensa bodega de más de cien referencias de vinos catalanes, aunque sin descuidar las mejores referencias nacionales e internacionales, elegidas en colaboración con el reconocido sumiller y formador Xavi Nolla y Jaume Folguera, este último con una larga trayectoria junto a la Familia Nuri. Una selección que responde a la filosofía de proximidad, sostenibilidad y respeto por la viticultura ecológica. Ejemplo de ello es el vino Loebre, Creuant la Línea, de la DO Terra Alta, perteneciente a la colección Vinos de la Memoria elaborados por Xavi Nolla, un blanco de cariñena y garnacha peluda con el que maridar un ágape que, seguro, retrotraerá al comensal a su infancia.
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