el oasis catalán
Puñetazos
El nacionalismo catalán, tan seguro de sus derechos, olvida lo que predica con el libre uso del español. Y cuando lo cumple lo hace de mala gana y con trampas
Artículos de Miquel Porta Perales en ABC

En cuestiones de política lingüística, el nacionalismo siempre está a la que salta. Pongamos, como ejemplo, la campaña Mantinc el català que, organizada e impulsada por unas veinte entidades, se propone que durante 21 días los ciudadanos vivan plenamente en catalán. Es decir, no hay ... que pasar del catalán al español durante tres semanas. Una campaña que busca que los catalanohablantes se olviden del hábito de cambiar de lengua cuando alguien se les dirige en otra distinta a la suya –especialmente el español- o cuando piensan que el interlocutor no habla catalán.
Lo interesante de esta convocatoria se encuentra en los argumentos que ofrecen los técnicos en normalización lingüística y activismo lingüístico en el asunto de la lengua catalana. Unos argumentos que acaban actuando en su contra.
Sostienen los expertos que es necesario sensibilizar a la población, que hay que convencer al hablante catalán de ejercitar sus derechos, porque nadie en ninguna circunstancia le puede obligar a cambiar de lengua o limitar/prohibir su pleno uso dentro del territorio de habla catalana. Tienen razón.
Una razón que desaparece cuando uno se instala en la realidad nuestra de cada día. De hecho, el nacionalismo catalán, tan seguro de sus derechos, olvida lo que predica con el libre uso del español. Y cuando lo cumple lo hace de mala gana y con trampas. Veamos. Si la población catalanohablante ya se ha sensibilizado de que el uso del catalán es un derecho en el territorio de habla catalana y nadie puede obligarle a cambiar de lengua; si ello es cierto, no lo es que el nacionalismo catalán y los asimilados de turno acepten que los castellanohablantes tengan también el derecho de hablar en español en territorio de habla catalana. Pongamos por caso, en la escuela. De ahí, la política de coacción lingüística de la Generalitat –hay que minorizar y substituir el español en Cataluña- y el reiterado incumplimiento de las resoluciones de los Altos Tribunales. De ahí, el Pacte Nacional per la Llengua –fruto del acuerdo PSC/ERC para investir a Salvador Illa: la libertad de elección de lengua como moneda de cambio- con sus 138 páginas y su presupuesto de 250 millones de euros en su primer año. Un proyecto de país, dicen. Así, a puñetazos, se autodetermina una lengua.
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