Marc Marginedas, el reportero que fue noticia de un secuestro
En 'Regreso a Raqqa', el bregado periodista recuerda a los compañeros ejecutados por el Daesh tras su cautiverio. Un documental en el que ejerce de narrador. Los protagonistas son los que murieron y el pueblo sirio
Liberado el periodista secuestrado en Siria, Marc Marginedas
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Bajó de un avión del Ejército del Aire con una costilla rota y un ataque de «verborrea» -en palabras de su hermana Cristina, que lo esperaba ante la escalerilla-. «El día anterior estaba en una cárcel, no hubo transición». Tras seis meses de cautiverio, Marc ... Marginedas (Barcelona, 1967) era, por fin, libre. A su pesar, se convirtió en noticia, por contar las cosas desde el lugar donde suceden, como los ataques químicos contra civiles tras los que estaba el régimen de Al Assad. Era el tercer viaje a Siria de un bregado reportero, que se estrenó con la cobertura de la guerra civil argelina. Un «error de evaluación», el de minimizar los riesgos de aquella cobertura, según otro curtido corresponsal, Javier Espinosa, que se tradujo en un secuestro. Tras el rapto, el autodenominado Estado Islámico.
«Has venido aquí dos veces y te ha salido bien, pero ahora te vamos a matar», espetó un individuo a Marginedas, antes de trasladarlo hasta el hospital de Alepo, que entonces hacía las veces de cárcel. Pasaron 50 días hasta que un nuevo traslado lo llevó a reencontrarse con otros compañeros de profesión, también retenidos. Entre ellos, el propio Javier, el fotógrafo Ricardo García Vilanova y los norteamericanos James Foley y Steven Sotloff -quien se convertiría en el «mejor amigo» de Marc durante el cautiverio-. Foley y Sotloff fueron decapitados ante las cámaras. 'Propaganda' del Daesh, tras la negativa del Gobierno de EE.UU. a «negociar con terroristas».
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Marc fue el primer liberado – «estoy muy orgulloso de ser de un país, de un Estado, como la gente lo quiera llamar, que se llama España y que no deja atrás a sus ciudadanos», explica a ABC nueve años después-, lo que le supuso convertirse en un altavoz para las familias de sus compañeros. «Pensé que todos nos salvaríamos», pero no fue así. Un grupo de salvajes, a los que apodaron los Beatles, asumieron el mando de aquel secuestro. A la cabeza Jihadi John, al que los cautivos se referían como George. «No lo vi rezar ni una sola vez», rememora Marginedas sobre aquel sujeto, «la maldad hecha carne, que disfrutaba viendo sufrir a los demás». En cambio él sí se agarró a su fe para sobrellevar aquel calvario. Hizo «las paces» con la idea de morir. «Si el precio a pagar por haber cumplido las expectativas de mi vida, por haber sido corresponsal, es ser secuestrado y ejecutado con 46 años, lo acepto», desliza en 'Regreso a Raqqa', documental de Albert Solé y Raúl Cuevas.
«Si el precio a pagar por haber cumplido las expectativas de mi vida, por haber sido corresponsal, es ser secuestrado y ejecutado con 46 años, lo acepto»
No había pasado un mes desde su liberación, cuando se reincorporó al trabajo. El pos-secuestro fue casi tan duro como el cautiverio. Tuvo que lidiar con las secuelas y también con las presiones de haberse convertido, sin quererlo, en noticia. Rechazó todas las peticiones de entrevistas. Pidió a su diario, 'El Periódico de Catalunya', ser enviado a Rusia, para encontrar respuestas a «cómo una insurgencia que buscaba democracia pudo transformarse en ese engendro de Estado Islámico». Su familia, que hasta entonces no entendió que Marc optase por el periodismo, comprendió el alcance de su profesión.
Quien mejor lo explica es el padre de Sotloff: «Ningún corresponsal lo hace por el dinero, ni por la fama, sino para difundir la verdadera historia». Marc abandonó Moscú en marzo de 2022, «con lo puesto», al igual que otros corresponsales, por los avisos del FSB -Servicio Federal de Seguridad-. No entiende que una parte de la izquierda siga blanqueando un régimen, «con criterios de crimen organizado», que va más allá de una dictadura. Por eso hace lo que hace, periodismo.
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