Juicio a la librería del odio: «Referente de neonazis»

Son declaraciones del exjefe de las Waffen S.S. León Degrelle a la revista 'Tiempo', en 1985, y por las que el Tribunal Constitucional (TC), en una sentencia pionera, amparó que éste había vulnerado el derecho al honor de Violeta Friedman, superviviente del Holocausto.

Pese a que el tribunal entendió que las manifestaciones del conocido como 'hijo' de Hitler quedaban amparadas por el derecho a la libertad de expresión, también consideró «indudable» que dichas declaraciones tenían «connotaciones racistas y antisemitas». Incitaciones que no solo atentaron contra el honor de Friedman, a cuya familia mataron en una de las cámaras de gas de Auschwitz, sino para todos aquellos que, como ella, estuvieron en un campo de concentración nazi. «Ni la libertad ideológica, ni la libertad de expresión comprenden el derecho a efectuar manifestaciones, expresiones o campañas de carácter racista o xenófobo, puesto que no existen derechos ilimitados», reza el fallo del TC, que resultó clave en la modificación del Código Penal de 1995 que introdujo los delitos cometidos contra el ejercicio de los derechos fundamentales y de las libertades públicas garantizados por la Constitución.

Fue tras la liberación de Bélgica, en 1944, cuando Degrelle se refugió en España, bajo el abrigo de la dictadura franquista. En la década de los sesenta fue uno de los impulsores del Círculo Español de Amigos de Europa (Cedade), organización de ideología nacionalsocialista, creada en Barcelona. Su nacimiento, según apunta la Fiscalía de Delitos de Odio, constituye el inicio del movimiento neonazi en España y «embrión» del nacionalsocialismo español. Pedro Varela, pupilo de Degrelle, fue su presidente durante 15 años –entre 1978 y 1993–, en los que la asociación se convirtió «en un referente histórico para las organizaciones neonazis posteriores, llevando a cabo una intensa actividad de edición y distribución de propaganda», tanto en España como en otros países.

Durante ese periodo, Varela creó el Partido Socialista Nacional Revolucionario (PSNR). Fijó su sede social en el 12 de la calle Séneca de la capital catalana. En sus bajos abrió en 1991, la Librería Europa. Bajo la asociación cultural Ediciones Ojeda, el espacio se convirtió en un referente para la ultraderecha española, y en «el espacio más emblemático de difusión y divulgación de ideas revisionistas, del nacionalsocialismo y del Tercer Reich en España». Así lo considera el fiscal Miguel Ángel Aguilar, que solicita doce años de prisión para Varela y otros cinco acusados de pertenencia a organización criminal, enaltecimiento, justificación y negación del Holocausto y delitos de incitación al odio contra judíos, inmigrantes, musulmanes y homosexuales.

La acusación popular, que suscribe el escrito de la Fiscalía, la ejerce Movimiento contra la Intolerancia. Asociación cuya presidenta de honor fue Violeta Friedman. «Nosotros continuamos su batalla», cuenta a ABC su fundador Esteban Ibarra, que explica que «Degrelle hacía lo mismo que ahora hace Varela: decía que el Holocausto no existió, que es una mentira de los judíos para sacar dinero a los alemanes».

No es la primera vez que Varela se sentará en el banquillo. En 1992 pasó tres meses encarcelado en Austria por enaltecer el nazismo. Seis años más tarde, un juzgado de Barcelona le impuso cinco años de prisión por difundir contenidos xenófobos desde la Librería Europa, aunque no llegó a cumplir la condena, ya que el Constitucional estimó parcialmente su recurso, y en 2013 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) condenó a España a pagar 13.000 euros a Varela, al haber sido condenado por un delito de justificación del Holocausto del que no fue acusado en primera instancia. Fue en 1996 cuando el Fiscal Superior de Cataluña ordenó intervenir la librería de la calle Séneca por primera vez. De allí los Mossos d'Esquadra se llevaron más de 20.000 libros de contenido revisionista, pero el espacio, así como Ediciones Ojeda, siguió operando.

Diez años más tarde, llegó la segunda operación de la Policía catalana contra el local, donde no solo se vendían libros que «enaltecían, justificaban y alababan las acciones de exterminio llevadas a cabo por el III Reich, defendiendo la figura de Hitler y justificando, negando y ridiculizando los crímenes ejecutados por dicho régimen», sino que allí se impartían conferencias en las que se difundía «la cultura del odio supremacista y de animadversión y segregación racial contra lo que ellos consideran como 'razas inferiores'». Entre estos, personas negras y asiáticas, musulmanes, judíos y homosexuales. En contraposición, en las charlas se ensalzaba la «pureza de la raza blanca y la necesidad de perpetuar esta estirpe».

Según los investigadores, entre 2006 y 2016, en el local de la calle Séneca –mismo nombre con el que los Mossos bautizaron la operación– se celebraron 260 conferencias de este estilo. Entre los oradores, el exlíder del Ku Klux KlanDavid Duke. Un supremacista blanco que niega el Holocausto y defiende teorías de la conspiración antisemita. También David Irving, un escritor revisionista británico que en sus obras argumentó que Adolf Hitler no sabía del exterminio de los judíos o, si lo sabía, se opuso.

La asociación grababa y vendía las conferencias, para difundir así «públicamente su pensamiento», señala el fiscal en su escrito. Por tanto, la actividad de este espacio iba más allá del de una mera librería. La asociación Ediciones Ojeda, con su editorial, en su sede de Barcelona «se ha distinguido por ser un centro de propagación del pensamiento nacionalsocialista y de extrema derecha, con difusión de contenidos que ponen en peligro las condiciones de vida, existencia y seguridad de todas aquellas personas y colectivos que no responden a su visión racista, supremacista, xenófoba u homófoba del ser humano», apunta el Ministerio público. Varela, que está a la espera de sentencia en Málaga, acusado de un delito continuado de provocación al odio y a la discriminación, por el contenido de las charlas que imparte por toda España, tendrá que sentarse también en los próximos meses el banquillo de la Audiencia de Barcelona. La librería permanece cerrada desde 2016, al carecer de licencia. Ahora el fiscal pide su clausura definitiva.

«Él es la principal referencia del nacionalsocialismo en España. Él lo asume en sus conferencias, no hace falta fragmentar los libros que vende», concluye Ibarra. Fue Movimiento contra la Intolerancia quien también lo denunció por las charlas que impartió en Andalucía. «Llena las salas de gente que se identifica con sus postulados, que es de lo que se le acusa: supremacismo racial, derrumbe de Europa, planes judaícos malignos».

Ahora será un tribunal el que deberá determinar si a Varela lo ampara la libertad de expresión o, si por el contrario, su actividad es delictiva. Para ello, explica el presidente de Movimiento contra la Intolerancia existe la prueba marco de Rabat de Naciones Unidas. Seis parámetros para comprobar si una declaración puede ser constitutiva de un delito de odio. «Determinar si el orador es un líder ideológico o un referente; cuál es la intención de su discurso –si incita a la audiencia–; si lo disemina; el contenido y también si existe la probabilidad de causar daño», cuenta Ibarra.