Caso Jubany: la juez ordena obtener ADN de la sospechosa que se suicidó en prisión para cotejarlo con el jersey de Helena

Y es que después de que esta investigada por el crimen se quitase la vida, se le realizó la autopsia y se conservó su tráquea en formol. Considera ahora la juez que recurrir a estos restos resulta menos invasivo y «más proporcional» para obtener muestras de la sospechosa, que no una exhumación. Fue el pasado mayo cuando la Brigada Provincial de Policía Judicial de Barcelona envió un oficio al juzgado para solicitar un nuevo estudio del jersey de Helena. En el escrito, consultado por este diario, la Policía pidió muestras de ADN del personal del laboratorio que pudo analizarlo en el pasado -para descartar posibles contaminaciones- y también de «todos» aquellos que en algún momento fueron investigados por el crimen. Es decir, además de Laiglesia y Xavier Jiménez -los dos imputados en la actualidad-, Montserrat Careta y también Ana Echaguibel.

Por este motivo, tras autorizar la juez la obtención de ADN de Careta, el abogado de la familia Jubany, Benet Salellas, solicitó al juzgado tomar muestras de Echaguibel, que también fue investigada por matar a Helena, y para quién la causa prescribirá definitivamente este 7 de octubre, pero es una petición que ha rechazado el Juzgado de Primera Instancia 2 de Sabadell (Barcelona), «sin perjuicio», reza la resolución, de que la acusación particular pueda «reiterar su solicitud» en el momento correspondiente.

Noticia Relacionada

Caso Jubany: el ADN señala al primer sospechoso 23 años después

Elena Burés

El resultado del cotejo servirá como prueba en un eventual juicio por el asesinato de la joven bibliotecaria

La intención de la Policía es cotejar las muestras con los marcadores genéticos localizados en la prenda que Helena llevaba cuando la mataron, así como con el ADN de «víctima e investigados», para poder determinar la implicación de estos en el crimen de la joven.

Su cadáver se localizó en un patio de luces el 2 de diciembre de 2001. La arrojaron al vacío desde la azotea de un edificio de la calle Calvet d'Estrella de Sabadell. Dos sospechosas ingresaron en prisión provisional unos meses más tarde: Careta y Echaguibel. La primera se suicidó en su celda de Wad-Ras, donde dejó una nota reiterando su inocencia. La segunda quedó en libertad poco después, mientras que un tercer investigado por el crimen, Laiglesia, entonces pareja de Careta, no llegó a ser detenido.

Fue poco antes de prescribir el asesinato, en 2021, cuando el instructor -entonces era Juan Díaz Villar- imputó a un cuarto sospechoso, Xavier Jiménez, después de que un informe caligráfico determinase que era el autor, al menos en parte, de los anónimos que enviaron a la víctima, acompañados de sendas bebidas adulteradas con somníferos, semanas antes de su muerte. También de comprobar que, por aquellas fechas, le había remitido correos electrónicos que presentaban una «conexión clara» con los textos sin firma que dejaron a la joven a las puertas de su piso.

En febrero de 2023, el juzgado reabrió la investigación contra Laiglesia y ordenó tomarle muestras de ADN para cotejarlas con las localizadas en el cuerpo y la ropa de Helena. En vísperas de cumplirse 23 años del crimen el informe de la Científica -aplicando nuevas técnicas- señaló que era «24 veces más probable» que el material genético localizado en el jersey de la joven el día que la mataron fuese de este imputado, que no de cualquier otra persona, lo que supuso, por fin, una prueba directa para poder sentarlo en el banquillo en un eventual juicio.

Llegar hasta aquí ha sido una carrera de obstáculos, que sólo la tenacidad de la familia Jubany y de su abogado, ha conseguido sortear. El caso se sobreseyó por primera vez en 2005, tras una pésima instrucción y transcurridos cuatro años desde que el cuerpo de Helena apareciese en aquel patio de luces. Primero se trató como un suicidio, pero esa posibilidad pronto se descartó. Los indicios apuntaban a un crimen con varios implicados. Todos ellos, integrantes de una de las secciones de la Unión Excursionista de Sabadell (UES), a la que la víctima se había apuntado tras mudarse a la ciudad. Helena tenía entonces 27 años y trabajaba como bibliotecaria.