Spectator in Barcino
Erra que Erra y la extrema derecha
Los delirios de aquel Mas que se creyó sucesor del Velloso dinamitaron Convergència. Junts es una ensaladilla de ambiciones con un búnker que recibe órdenes del Fugado de Waterloo y otra amaga con recobrar el centro derecha liberal del partido de Pujol
Juana Dolores, efectos especiales en TV3
Barcelona
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Iniciar sesiónAviso para quienes exclaman, indignados, que la extrema derecha de Vox ha entrado en el consistorio barcelonés, como ya lo hizo en el Parlament para exigir, a renglón seguido, «cordones sanitarios». La extrema derecha catalana e independentista ha ganado por goleada en Ripoll. Les ... presentamos a Sílvia Orriols, de Aliança Catalana: «Estamos en contra de la ocupación española y francesa, estamos por una Cataluña donde la identidad catalana prevalezca. Cada cultura ha de ser dominante en la tierra de donde es propia. Defendemos la catalanidad de Cataluña», declaraba a Àlex Gubern en estas páginas.
Josep Anglada -antes Plataforma per Catalunya, ahora Som Identitaris- resucita en Vic. Ripoll y Vic: feudos del neocarlismo separatista. El 30 de octubre de 2006, Artur Mas, entonces candidato a la presidencia de CiU, protagonizó en Ripoll una solemne ridiculez: juró ante la tumba de Wifredo el Velloso, su «compromiso vital» para hacer de Cataluña «una patria más libre, justa y próspera para todos los catalanes». Además de la cuna del «padre simbólico de la patria catalana», Ripoll era también la madriguera del imán Adelbdelbaki Es Satty,cerebro de los atentados del 17-A de 2017 en Barcelona y Cambrils. Ese islamismo que habla catalán, aparentemente integrado, pero tan actuante como aquellos «ultracuerpos» de la película, es otra razón del voto ultra: «Nos da miedo que el Islam avance en Europa y que acabemos como en Irán o Afganistán», recalca Orriols.
Vayamos a Vic, la Cataluña levítica e iliberal. En 1930 Miquel Llor describió así la plaza circundada y neblinosa de «la ciutat dels sants» que acechaba a Laura: «Bocas abiertas, a punto para la sonrisa, a punto para la maledicencia, a punto de echarle en cara que es la forastera indeseable, la barcelonesa sarnosa, una pobre, una perdida, una carne mísera».
Josep Maria Vila d'Abadal, militante de Unió y alcalde de Vic de 2007 a 2015, compitió en xenofobia con la Plataforma de Anglada al restringir el empadronamiento de los inmigrantes. Defenestrado de la alcaldía, se enroló en la facción más integrista del independentismo a través de la AMI (Associació de Municipis per la Independència). Le sustituyó en el consistorio Anna Erra (a partir de ahora Erra que Erra). Por sus obras la conoceréis: ocupar la plaza mayor con cruces amarillas; instalar altavoces con dinero municipal. Cada tarde a las ocho, el repique de campanas anuncia el adoctrinamiento. Cual minarete islámico se insta a los vecinos a «no desviarse» del camino de la secesión: «No normalicemos una situación de excepcionalidad y de urgencia nacional. Recordemos cada día que todavía hay presos políticos y exiliados. No nos desviemos de nuestro objetivo, la independencia de Cataluña». Como diputada de Junts, Erra que Erra montó otro número en el Parlament a propósito de la campaña para el fomento del catalán 'No em canviïs de llengua'. Llamaba a «poner fin a la costumbre muy presente en determinadas zonas del país de hablar en castellano a cualquier persona que por su aspecto físico o por su nombre no parezca catalana».
Los delirios de aquel Mas que se creyó sucesor del Velloso dinamitaron Convergència. Junts es una ensaladilla de ambiciones con un búnker que recibe órdenes del Fugado de Waterloo y otra -la que ha representado Trias en la campaña barcelonesa- amaga con recobrar el centro derecha liberal del partido de Pujol. Hasta que no acontezca una catarsis en la que cada facción ocupe su verdadero espacio -búnker de las esencias o política de gestión- Junts no «farà net». Mientras llega esa catarsis (si llega) más episodios aberrantes: Laura Borràs presidenta -¡todavía!- del batiburrillo y expresidenta del Parlament, condenada por delitos de corrupción, se ha arrogado hasta el último minuto unos protocolos que ya no le corresponden como extinta segunda autoridad de Cataluña. La elegida es Erra que Erra en detrimento de Antoni Castellà, candidato de la bunkerizada Borràs.
Otra operación que degrada más -si cabe- un órgano legislativo autonómico con la alargada sombra de Puigdemont, cancerbero de las esencias: extrema derecha nacionalista que no osa decir su nombre: día sí día también, se dedica a impartir lecciones de calidad democrática al denostado «Reino de España».
Erra que Erra, que ocupa una presidencia que parece propiedad privada del independentismo, saluda a su líder visionario. Sus antecesoras -sobre todo, Núria de Gispert, Carme Forcadell y Laura Borràs- dejaron tan alto el listón sectario que incluso alguien como ella podría vender una presunta moderación: recordémosle que el alma convergente de Junts negocia diputaciones con el PSC.
Por si, a partir de ahora, la presidenta cae en la tentación del «cordón sanitario» a Vox, dos precisiones. Una: sin el desafío separatista, Vox no estaría lo crecido que está. Dos: a más «cordones sanitarios», más votos para el partido «acordonado». Con tal ejecutoria, ¿se siente legitimada Erra que Erra para abominar de la extrema derecha?
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