ERC y Junts trasladan a Madrid su pugna por el liderazgo 'indepe'

Convierten el Senado en un 'teatrillo' de su disputa a año y medio de las elecciones catalanas

Editorial ABC: Condiciones inasumibles

Aragonès: «La amnistía es el punto de partida de un destino: que Cataluña vote sobre su independencia»

Aragonès, en el momento de abandonar el Senado. En vídeo, parte de su discurso en la Cámara Alta. jaime garcía

Àlex Gubern

Barcelona

Juan Milián (PP), una de las mentes más lúcidas del constitucionalismo en Cataluña, alertaba en 'El proceso español' (Deusto) de la traslación al conjunto de España de las dinámicas que han definido Cataluña durante la década perdida del 'procés': polarización, deterioro de las instituciones, desprecio ... del adversario político... Una aberrante forma de entender la democracia ahora extendiéndose al conjunto del país en la que los contrarios a la independencia, por ejemplo, no han sido más que un decorado demográfico, una no presencia que se ha traducido en discursos unidireccionales e incapacidad para la empatía política. Si al que hay en frente no se le considera ni interlocutor, sobran las palabras: el independentismo solo habla para los propios.

Así debe leerse la intervención de ayer de Pere Aragonès en el Senado, un monólogo en clave estrictamente catalana, y sólo, es la costumbre, para la órbita secesionista. Si el presidente de la Generalitat reprochó al PP únicamente estar interesados en Cataluña como arma para sus cuitas políticas, lo mismo hizo en clave interna, desaprovechando lo que podía haber sido un púlpito para apelar al conjunto de España para alimentar en realidad la guerra abierta que libran ERC y Junts, que es lo único, junto a las urgencias de Pedro Sánchez, que mantiene vivo el 'procés'.

Si el martes la portavoz del Govern alentaba la falsa ilusión de que Aragonès acudiría a Madrid para explicarse, una suerte de regreso del Govern a la multilateralidad, los desabridos diez minutos de Aragonès en el Senado sonaron en realidad a reivindicación propia, de ERC ante Junts, y del propio Aragonès en el seno de su partido. De fondo, la posibilidad no descartada de que la negociación con el PSOE acabe descarrilando y haya repetición electoral, si bien en fuentes nacionalistas se asume que aunque aparentemente la negociación está verde, ahora mismo sólo un desbarre personal de Puigdemont impediría el acuerdo.

Mucho más importante es en realidad la certeza de que en menos de un año y medio, si es que no hay adelanto antes, habrá comicios autonómicos en Cataluña, para el independentismo la cita de verdad relevante. Se pudo ver este jueves en Madrid.

De alguna forma, y aunque el PP planteó la sesión de ayer en el Senado como una manera de erosionar al PSOE, la dinámica catalana, «el proceso español» al que aludía Milián, acabó imponiéndose, convertida la Cámara Alta en un teatrillo para la competición entre independentistas. En realidad, nada de lo que está sucediendo estos días con la investidura de Sánchez puede desligarse de la realidad electoral catalana y la inminencia de las autonómicas. No es poco lo que está en juego: tanto en ERC como en Junts saben que aunque el secesionismo es un sentimiento a la baja y se da por descontada otra victoria del PSC en los comicios, incluso de manera amplia, el esperado giro en Cataluña es ahora mismo imposible. El primer partido independentista, aunque quede segundo en los próximos comicios, será el que se haga con la presidencia de la Generalitat.

El desdén con el que se ha acogido en la órbita de Junts la decisión de Aragonès de hablar en el Senado y la réplica del hasta no hace muchos años templado senador Josep Lluís Cleries confirman esta dinámica. El 'procés' ha tomado España.

La paradoja catalana, que es en realidad la paradoja de un sistema electoral que ha dado a ERC y Junts la capacidad de decidir al próximo presidente del Gobierno pese a ser en Cataluña cuarta y quinta fuerzas en los últimas generales, es que nunca el independentismo fue tan relevante pese a su falta de apoyo social.

Cae el independentismo entre los jóvenes

Ayer, el Centro de Estudios de Opinión (CEO), el CIS de la Generalitat, hizo pública una significativa encuesta, en la que tamizaba las opiniones políticas de los catalanes en función de generaciones o grupos de edad. De manera significativa, es en la franja más joven (entre 16 y 26 años según la muestra del CEO) donde el apoyo al independentismo es menor, un 23%. Entre la siguiente generación (entre 27 y 42 años), el secesionismo apenas es tres puntos superior. Por contra, el mayor porcentaje de apoyo a la secesión se da en la franja de entre los 59 y los 77 años, un 34%. La encuesta de la Generalitat detecta igualmente un repunte de posiciones de extrema derecha entre la generación más joven (8%), así como una sensación generalizada de desafección política. Hijos del 'procés'.

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