Elisabeth G. Iborra crea un grupo de periodismo bajo contrato de credibilidad

Con el periodismo pasa como con la naturaleza: socialmente se concede un valor cercano a cero porque su acceso es gratis. Pero según la ley del mercado de la oferta y la demanda, esto debería cambiar porque la oferta de recursos naturales y de verdades sigue reduciéndose y la demanda, es decir, la población, sigue creciendo y necesitando ese alimento mental que es la buena información como base para tomar decisiones lo más acertadas posibles por estar basadas en realidades. Solo así se evita la toxicidad.

Seamos claros: usamos la naturaleza porque es valiosa, pero corremos el riesgo de perderla porque es gratuita. Como el periodismo, en permanente crisis desde que se democratizó el acceso a contenidos online. Lo relevante ante esta situación es la actitud que adoptamos. Muchos son los periodistas que colapsan como nuestros ordenadores cuando son inoculados por el virus del desempleo, la desesperanza o cuando se bloquean bruscamente ante la cantidad de tareas abiertas. La solución es siempre reiniciar. Al igual que las computadoras, necesitamos detenernos y encontrarnos a solas con nosotros mismos para reanudar el sistema operativo de nuestra existencia. En definitiva, «resetear» nuestras vidas, nuestra profesión para, reanudándolas desde el compromiso, reemprenderlas con plenitud en una suerte de metanoia profesional a partir de un cambio de enfoque, de percepción. En definitiva, un giro en la conducta y el destino.

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Por eso me encanta dar cuenta de las iniciativas de espíritus inquietos, emprendedores y pizpiretos de colegas como Elisabeth G. Iborra, una labriega de la información que también ha publicado 23 libros, entre los últimos, «Idealizado estás más guapo», una novela poetizada publicada en audiolibro en su editorial Storytel, o la reedición del bestseller «Anécdotas de enfermeras» (De Bolsillo), ampliada con «Emergencias que no creerás» (De Bolsillo) y también sobre viajes, como «La vuelta al mundo de Lizzy Fogg (Casiopea) después de pasar una larga temporada allende nuestras fronteras que fue la base de un libro con consejos para las mujeres que viajan solas.

Iborra ha dado un paso al frente y se ha convertido en empresaria periodística con la creación de un holding mediático y editorial independiente que incluye el lanzamiento de una revista digital (Vermú torero), dos podcats, un máster de periodismo ético, una agencia de creación de contenidos, un sello de coedición digital y una línea de «merchandising» basada en sus aforismos. Todo ello bajo el paraguas de Iborra&Com.

El objetivo, asegura la emprendedora, no es otro que ofrecer contenidos de calidad desde el enfoque del periodismo interpretativo y experiencial en primera persona. A lo largo de este año irá dosificando el podcast «Charlas de comunicadores por la independencia periodística», que surge, explica, por derivación de una entrevista en RNE que le hizo Rafael Morro, director de RTVE de Cádiz, y a la que siguen otras con destacados profesionales del periodismo para debatir sobre los valores éticos y recuperar la credibilidad de la profesión. El otro podcast se centra en experiencias hedonistas especialmente dirigidas a personas que viven y viajan solas, que disfrutan de la gastronomía, la cultura y quieren tener relaciones más sanas consigo mismas y con otras que compartan intereses comunes dentro de su membresía.

Tras 24 años de experiencia en medios relevantes de España y algunos extranjeros, Iborra detectó la necesidad de centrarse en escuchar las críticas de la ciudadanía y defender su derecho a una información veraz que fomente la democracia, a la vez que se recupera la credibilidad de los comunicadores. Según declara, «la mayoría de los periodistas estamos ya muy hastiados de que la gente, por la calle o en las redes sociales, nos critique por falta de honestidad, de objetividad y de agallas para defender la verdad frente a las imposiciones de las altas esferas del poder». Por eso, su objetivo es ofrecer diferentes formatos y soportes mediáticos que informen, entretengan y aporten contenidos de valor, creando una relación de confianza con la audiencia «hasta el punto de que vamos a firmar un contrato de credibilidad con ella, sujeto a nuestro decálogo de principios éticos».