Widmann: la música como búsqueda

Música Clásica

Widmann en Barcelona

• Música: Widmann, Beethoven.
• Intérpretes: C. Widmann, violín; J. De la Rubia, órgano. Orfeó Català, Orq. Sinfónica de Barcelona. J. Widmann, director.
• Fecha: 18 de febrero.
• Lugar Palau de la Música, Barcelona.

La música es búsqueda, y en esa búsqueda Widmann se recrea dando protagonismo a armonías, timbres y melodías que suelen quedar ocultos en el magma de las interpretaciones más canónicas. Un contrasujeto que de repente cobra protagonismo, una voz intermedia que se suele escuchar como relleno y que por un momento toma la palabra por encima del resto de la orquesta, ritmos que no se suelen marcar tan claramente, e inclusos juegos y contrastes tímbricos que tienen más que ver com Mahler y la música del siglo XX que con el estilo de Beethoven, pero que atrapan la atención del público como no lo hacen versiones menos personales. Más que una interpretación, estuvimos ante una reescritura de la obra. Sin tocar una sola corchea, el director/compositor creó algo absolutamente suyo.

La búsqueda de Widmann va más allá, y le llevó a escribir su 'Con brio', en el que no deja ni un momento de dispersión para los músicos ni para los escuchantes. Y, sobre todo, su Segundo Concierto para violín y orquesta, magistralmente interpretado por su hermana, que debe ser de las pocas personas en el mundo que se atrevan a abordar una genial locura tan difícil como esta. En manos de ambos estuvimos cuarenta minutos buscando juntos, disfrutando de sonoridades alejadas del canon, pero subyugantes y que invitan a sumergirse en una partitura que bebe tanto de la tradición como de la libertad creativa.

La expectación de la noche, con todo, recaía en el estreno absoluto de una obra escrita expresamente para el Orfeó Català, el órgano del Palau de la Música y el organista Juan de la Rubia. Se trata de unas variaciones sobre 'El cant dels ocells', melodía popular catalana que el compositor define como un «milagro». La composición es un contínuo ir y venir, de nuevo una búsqueda, desde la melodía pura y perfectamente reconocible hasta la especulación sonora más libertina. Una fiesta para los oídos, que ojalá se haga un hueco en el repertorio no solo del Orfeó Català sino de coros de toda Europa. Vale la pena escuchar ese viaje de lo sutil a lo épico, que —eso sí— necesita contar con unos cantantes con tanto coraje y eficiencia como los que estrenaron la pieza, así como con un organista de la impecable solvencia de un Juan de la Rubia.

Quizás alguien se pregunte, a estas alturas, qué narices andábamos buscando todos en el Palau: Widmann, el público, los músicos… Y, sinceramente, la respuesta es la misma siempre cuando se trata de buena música: no tenemos ni la más remota idea. De hecho, la esperanza de los melómanos, como la de los creyentes, es buscar no se sabe exactamente qué, y no llegar a encontrarlo nunca. Eso sí, el sábado por la noche en el Palau estuvimos muy, muy cerca de hallarlo.