La máquina de soñar de Dalí se hace realidad en Barcelona

La exposición, con el visto bueno de la Fundación Gala-Salvador Dalí y una gira programada por una treintena de ciudades en los próximos cuatro años, se presenta como un «recorrido emocionante por las obras más reconocidas de Salvador Dalí desde una perspectiva completamente nueva». El enunciado, sin embargo, apenas consigue hacer justicia al despliegue de proyecciones, instalaciones interactivas, hologramas e incursiones en el metaverso que el Centro de Artes Digitales Ideal de Barcelona ha orquestado alrededor del más atómico de los surrealistas.

En el menú, un espectacular vistazo a la física cuántica, la geometría sagrada, los universos paralelos y, en fin, todo lo que llevó a Dalí a afirmar que el futuro del arte pasaba necesariamente por la cibernética. «Hemos tensado al máximo nuestros límites, descubriendo secretos que había dejado escondidos en sus cuadros», explica el director del Ideal, Jordi Sellas.

Ahí están, por ejemplo, la imagen de Gala descomponiéndose en millones de partículas de color; las rocas de Portlligat dando forma a 'El gran masturbador'; o la bahía de Cadaqués emergiendo del fondo de los cuadros mientras un algoritmo reinterpreta dibujos e ilustraciones a ritmo de sardana. Cibernética pura y dura para recibir al visitante en una primera sala inmersiva que también experimenta con las tres dimensiones y la inteligencia artificial.

En los seis espacios que articulan la exposición se puede interactuar con la Princesa Cibernética y contemplar un holograma de grandes dimensiones que dialoga con la performance que Dalí protagonizó en Nueva York mientras realizaba un 'retrato informático' de Rachel Welch, pero la auténtica joya de la corona, el gran reclamo de 'Dalí cibernético', es el primer metaverso colectivo dedicado a un artista. Una suerte de versión avanzada de esa máquina de soñar con la que fantaseaba Dalí y que en el Ideal permite conectarse directamente al cerebro del ampurdanés. «Dalí decía que en el futuro todo el mundo tendrá una máquina de soñar a la que se conectaría seis minutos al día», explica Sellas.

El doble, doce minutos, es lo que dura una experiencia en la que 40 personas se suben a un barco para atravesar el imaginario daliniano y vérselas con cruces hipercúbicas, relojes blandos, huevos flotantes, elefantes estilizadísimos, panes del Empordà, hormigas y luciérnagas… Y todo sin moverse del sitio. Sólo unas gafas de realidad virtual y a volar. Línea directa con el futuro. Línea directa con Dalí.