El crimen organizado francés cruza la frontera para proveer de armas a las redes de narcos que cultivan marihuana en Cataluña
Los Mossos asestan un nuevo golpe al tráfico internacional de droga, al desarticular dos organizaciones asentadas en el territorio. Una, liderada por albaneses y otra por franceses de origen magrebí
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Finales de 2023. Dos agentes de paisano dan el alto a un vehículo sospechoso que circula por Barcelona. En su interior, ocho armas cortas, de fogueo, que habían sido manipuladas para disparar munición real, como semiautomáticas y con los números de serie borrados. La investigación llevó a los Mossos d'Esquadra a descubrir que los dos detenidos actuaban como intermediarios de un proveedor francés, con sede en París, que vendía las armas a un grupo de narcotraficantes asentados en Cataluña. Principalmente, exportaban marihuana y hachís al país galo, a través de vehículos o envíos por mensajería.
La Policía catalana lleva años alertando del incremento de la violencia asociada al tráfico de drogas, principalmente, de la marihuana, a través de los denominados vuelcos o narcoasaltos, por los que unas organizaciones sustraen los alijos a sus rivales. Sólo durante 2024, el Cuerpo policial detectó 87 en Cataluña -cabe recordar que lo habitual es que no se denuncien-. De estos, la gran mayoría vinculados al cannabis, y en los que en un 35 por ciento de las ocasiones hubo presencia de armas de fuego. «Comienza a ser una normalidad muy peligrosa», advierte el subinspector Carles Martínez, jefe de la División de Investigación Criminal (DIC) en Gerona.
A este respecto, tras haber detectado los vínculos entre el crimen organizado francés y los traficantes que operaban desde Cataluña, para proveerlos de armas, Martínez constata que «las organizaciones criminales son líquidas, no rígidas ni estables. Colaboran entre ellas, y forman parte de un 'hub' criminal instalado en Cataluña desde hace muchos años. El mercado de la droga multinacional se ha asentado de forma sólida» en el territorio, apunta. Sobre todo marihuana, pero también es zona de paso para transportar hachís y heroína a otros países de Europa, donde llega a triplicar su valor.
Fue este pasado 3 de junio cuando los Mossos desplegaron sendos operativos para asestar un nuevo golpe al narcotráfico. Uno, liderado por la DIC de Barcelona, el del entramado con conexiones con el crimen organizado francés, cuyas pesquisas comenzaron tras la incautación de las ocho semiautomáticas. De la investigación por tráfico de armas se llegó a la de tráfico de drogas. Un trabajo minucioso de análisis de dispositivos de los dos detenidos entonces llevó al Cuerpo hasta una red «perfectamente estructurada» que cultivaba marihuana en Cataluña para enviarla a Francia. El centro neurálgico de la organización era una casa en Cubelles (Barcelona) que recibía «muchas visitas de coches con matrículas francesas», ha detallado el inspector Lisard Hidalgo. Visitas cortas tras las que se incorporaban a la AP-7 para regresar a territorio galo con la droga. Pero interceptar esos coches no era fácil. «Tomaban muchas medidas de seguridad. Tres o cuatro vehículos protegían la carga, otros dos iban en formato lanzadera, y se avanzaban para avisar de posibles controles, accidentes o cortes de carretera. La droga sólo iba en uno de ellos». Saber en cuál, era casi imposible.
«Las organizaciones criminales son líquidas, no rígidas ni estables. Colaboran entre ellas, y forman parte de un 'hub' criminal instalado en Cataluña desde hace muchos años»
Carles Martínez
Jefe de la División de Investigación Criminal (DIC) en Gerona
Consiguieron parar uno de esos coches el pasado 24 de abril. El conductor huyó pero los agentes se incautaron de siete kilos de hachís en su interior. Ya que, además de cultivar marihuana, compraban esta otra droga para poder venderla y aprovecharse del incremento de su precio cuando se atraviesa la frontera. La hierba la cultivaban en una gran nave industrial de Vilanova i la Geltrú (Barcelona), y también la enviaban por paquetería postal.
Las armas que compraban las querían para defenderse de posibles ataques y también para perpetrar ellos mismos vuelcos. Muchos de los investigados, de nacionalidad francesa, eran de origen magrebí. Esta operación se saldó con once detenidos, ocho de ellos ya en prisión provisional, y sobre uno de los cuales pesaba una orden de detención por tráfico de drogas en Francia.



La segunda operación, que también se explotó este pasado 3 de junio, es el resultado de una investigación conjunta entre la Policía catalana y Vigilancia Aduanera. En el caso de los primeros, tras localizar una plantación de marihuana en Calonge (Gerona), hace ahora un año, mientras que Aduanas detectó un vehículo en esa misma población que había sido investigado anteriormente. Cuando ambos introdujeron la información sobre sus pesquisas en la base de datos del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (Citco) y ver que estaban tras el mismo objetivo, formaron un equipo conjunto. El resultado: dos organizaciones de tráfico de marihuana, una liderada por albaneses, que han sido desarticuladas, con 18 detenidos, de los cuales 15 han ingresado en prisión provisional.
Entre las particularidades de una de estas redes, su líder controlaba el entramado desde Albania. Aún no lo han podido identificar, ya que en las conversaciones telefónicas intervenidas se dirigían a él con un alias. Sí al segundo escalafón de la organización, asentado en Cataluña, y dedicado a la «operativa», entre otras, a dar el visto bueno al pago de alquileres de las casas -al menos una decena- donde cultivaban la hierba y por la que pagaban precios «carísimos», que rozaban los 3.000 euros, según ha explicado el jefe de Vigilancia Aduanera en Gerona, Antonio Lajusticia.
La línea que separaba ambas organizaciones era «difusa», ha precisado, ya que compartían medios y logística con un mismo objetivo: «Lucrarse con el narcotráfico». Un escalafón intermedio lo conformaban los que conseguían documentación para los vehículos, verificaban las cosechas y contrataban a testaferros para poner los coches a su nombre. Al final de la cadena: los 'jardineros', encargados del cultivo, que venían directamente desde Albania. En este caso, además de un salario fijo, que oscilaba entre los 700 Y 800 euros, les 'premiaban' con un extra en función del rendimiento de la plantación. Entre un 10 y un 20 por ciento del total obtenido con la marihuana.
En caso de considerar que los 'jardineros' «no tenían suficiente iniciativa trabajando», los enviaban de vuelta a Albania y los sustituían por otros trabajadores. El siguiente paso de esta investigación será rastrear el dinero. Hay dos líneas abiertas por el blanqueo, a través de negocios lícitos en España. Entre otros, peluquerías. Otra parte de la recaudación la enviaban en efectivo a Albania. «Ninguno de los investigados trabajó en una actividad lícita en Cataluña», ha indicado Lajusticia.
Pese a este nuevo golpe al narcotráfico en Cataluña, los investigadores advierten que es cada vez más complicado desarticular este tipo de organizaciones que ya no operaban de manera estanca e «inamovible», sino que se ayudan entre ellas, comparten contactos e incluso mano de obra para el cuidado de las plantaciones. «Cada vez hay más organizaciones criminales de diferentes procedencias y las fronteras son únicamente dibujos en un mapa, no tienen problema en desplazarse e ir de Marsella a Tarragona, por ejemplo», ha apuntando Martínez.
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