Dos excelentes pianos, destrozados en público para hacer arte en Barcelona
El Museo de la Música y L'Auditori ponen a colisionar entre sí cada cuatro minutos dos pianos de la que fue la mejor fábrica de estos instrumentos de Barcelona hace un siglo
Barcelona
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Iniciar sesiónDesde hace un tiempo, el Museo de la Música de Barcelona encarga obras de arte sonoro de gran formato para exhibir durante varios meses en el vestíbulo principal de L'Auditori. Este fin de semana se ha estrenado una de estas instalaciones, titulada 'Roca' ... y creada por el dúo de artistas Lolo&Sosaku, de orígenes argentino y nipón pero establecidos en la capital catalana. Convocados por el departamento de prensa, llegamos un poco antes de un concierto para contemplar la nueva creación y poder departir con sus autores. Cabe decir que la anterior obra expuesta dejó un buen recuerdo: Marc Vilanova unió más de doscientos altavoces en desuso, veintiséis tarjetas de sonido y más de un centenar de amplificadores para crear su monumental 'Phonos', una reflexión sobre el sonido, el silencio y la vibración en la que cada altavoz, en vez de sonar, se movía lentamente a frecuencias infrasónicas.
Esta vez, la inspiración de las musas nos pone frente a dos pianos de pared montados sobre raíles. Según la cartela, se trata de dos objetos inanimados que se transforman en «algo 'vivo' que se nos acerca con vehemencia desde su fría constitución impersonal y aparentemente inexpresiva». No parece mala idea: al fin y al cabo, los pianos, como cualquier otro instrumento musical, cobran vida al ser convenientemente tañidos por una persona con talento. Pero no.
De repente, uno de los pianos se lanza hacia su compañero hasta impactar con él produciendo un golpe seco que percibo como si yo mismo hubiese estado entre ambos en el momento del choque. Aún estupefacto, compruebo que los instrumentos son de la marca Chassaigne Frères de Barcelona, la mejor fábrica de la capital catalana durante el siglo XIX y principios del XX. El compositor Frederic Mompou, por ejemplo, poseía uno de ellos, que está, precisamente, expuesto en el propio Museo de la Música.
Como se trata de la inauguración de la genialidad y los autores del crimen están por ahí todavía, me dirijo a uno de ellos con la esperanza de detrás del choque entre dos pianos Chassaigne haya un relato que justifique la aparente sandez gratuita. Pero tampoco. Me responde, con esa candidez que solamente la estulticia es capaz de dibujar en la mirada de las personas, que en realidad no tenían ni la más remota idea de que los pianos Chassaigne eran importantes en Barcelona, y que simplemente, entre varias opciones, eligieron estos dos instrumentos porque «eran bonitos». Y remata: «Nosotros, de hecho, no sabemos música». Eso, sí, observa que «la voluntad no es destruirlos», ya que «si los quisiéramos destruir, tendríamos que haber puesto un rail más largo, para que cogiesen más velocidad». Todo un detalle.
Además, cuenta que han puesto los pianos con la caja abierta y el mecanismo manipulado para que las cuerdas estén al aire y se puedan escuchar los armónicos vibrando después de cada choque. La idea debió de ser buena en su estudio, taller o como les dé por llamarlo, pero si hubiesen estudiado la acústica, se habrían dado cuenta de que en un espacio con tantísimos metros cúbicos de aire como el foyer de L'Auditori y con dos mil personas pululando y charlando por ahí, no se iba a escuchar nada.
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Por tanto, esa cascada de armónicos ni está ni se la espera, y en su lugar se oye solamente un golpe seco, el que resulta de la colisión entre dos obras de arte de madera y acero que se están malbaratando para crear una oda a la necedad. En definitiva, el Museo de la Música de Barcelona y L'Auditori de Barcelona, las dos principales instituciones musicales públicas dependientes del Ayuntamiento, han pagado con el dinero de los ciudadanos a unos artistas para que pongan a dos otrora excelentes pianos a chocar entre ellos porque sí, porque eran «bonitos» y porque queda muy bien llamar arte sonoro a cualquier cosa que hagan personas que no saben ni de música ni de patrimonio musical.
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