Barcelona, destino gastronómico

En el capítulo de alta cocina creativa, encabeza todos los rankings Disfrutar, el restaurante de Oriol Castro, Eduard Xatruch y Mateu Casañas, que además de ostentar tres merecidas estrellas ha sido proclamado como mejor restaurante del mundo. Creatividad en estado puro para un menú sin parangón en cualquier otro lugar de España. Los mismos cocineros son propietarios de Compartir, especializado en la cocina de la Costa Brava. Otro de los grandes restaurantes de la ciudad, maltratado este por la Guía Michelin, que sólo le reconoce una estrella, es Alkimia, en la fábrica Moritz. Jordi Vilà ofrece, a un máximo de dieciocho comensales, una de las cocinas más creativas de Barcelona, inspirada en la tradición gastronómica catalana. El podio lo completa Cocina Hermanos Torres, en una antigua nave industrial que Sergio y Javier Torres han transformado por completo aplicando las últimas tecnologías y que tiene como eje central la gran cocina de pase. En el menú degustación evidencian su formación técnica, su gusto por presentaciones vistosas y su idea de una cocina académica, refinada, actual, que saca tanto partido de los productos más exclusivos como de los más modestos. En alza hacia las primeras posiciones en las listas nacionales e internacionales está Enigma, el restaurante donde Albert Adrià mantiene muy viva su capacidad creativa.

Especialmente interesante resulta Aürt, en el hotel Hilton Diagonal. Allí Artur Martínez ofrece un menú de mucha categoría que se sirve en las barras instaladas en el comedor en un sobresaliente 'show-cooking' en directo para un máximo de veinte comensales. Volvemos a la alta cocina creativa con Lasarte, asesorado por Martín Berasategui y con Paolo Casagrande al frente de la cocina, y con Moments, en el lujoso hotel Mandarín Oriental, donde Raül Balam, hijo de Carme Ruscadella, revisita la cocina catalana con una visión moderna. Añadan Caelis, con la cocina de inspiración francesa del cocinero Romain Fornell, y Aleia, en el monumental hotel Casa Fuster, asesorado por el argentino Paulo Airaudo, que es el propietario del biestrellado Amelia, en San Sebastián, y con el joven jerezano Rafa Bedoya al frente de los fogones. Por su parte, la cocina de autor está perfectamente representada por cuatro restaurantes de muy recomendable visita: Gresca, Hisop, Suculent y Cinc Sentits. Con ellos Teatro Kitchen Bar, en local donde en tiempos estuvo Tickets, donde Oliver Peña ofrece sus platos en forma de pequeños bocados. Saliendo del circuito habitual, en la zona de Sarrià-Sant Gervasi, Adobo es un perfecto representante de la cocina burguesa de la mano de Enrique Valentí. Un comedor lleno de detalles y una carta sin sobresaltos que tiene a los adobos como hilo conductor

Es también numerosa la lista de restaurantes de ambiente informal capitaneados por cocineros jóvenes. Entre ellos nos quedamos con sitios como Cruix, Batea, Besta o La Tartarería, especializado este último en tartares de distintos tipos. Para los carnívoros la dirección imprescindible es Bardeni. Atención sobre todo a su 'steak tartar'. Por el contrario, los amantes de la cocina verde disfrutarán en Xavier Pellicer con su propuesta de verduras y de productos de proximidad. Y si buscan cocina tradicional catalana, Ca L'Isidre es una auténtica institución en la ciudad con un ejemplar modelo de servicio del que va desapareciendo. Fuera de categoría, Granja Elena es un sitio muy especial. Una tasca de barrio, alejada del centro, que Borja Sierra y sus hermanos han convertido en un lugar de culto que sólo abre por las mañanas, desde primera hora, y donde se come francamente bien bajo el lema «alta cocina de barrio».

Los restaurantes de producto también tienen una destacada presencia. Para los amantes de mariscos y pescados, dos referencias fundamentales: Rías Kru, de la familia Iglesias, la más destacada marisquería barcelonesa, con una oferta marina de primera categoría y, en un plan más moderno, Estimar, el restaurante de Rafa Zafra, donde la mejor materia prima de las costas catalanas se trata con exquisita precisión. Buenos pescados, y excelentes carnes, tratados en la parrilla en el asador 1881 Sagardi, que pertenece al grupo que capitanean los hermanos Ruiz de Viñaspre y que tiene varios restaurantes repartidos por la Barcelona.

En una ciudad tan cosmopolita, la cocina extranjera está perfectamente representada. Empezando por Koy Shunka, probablemente el mejor restaurante japonés de España, bajo la dirección del maestro Hideki Matsuhisa, y siguiendo por Dos Palillos, el restaurante de Albert Raurich, destacado discípulo de Ferran Adrià, con una original propuesta inspirada en Japón. Raurich tiene también, muy cerca, Dos Pebrots, donde recupera recetas antiguas del Mediterráneo. Mucho nivel de cocina mexicana con Come, de Paco Méndez, como mejor representante, pero bien arropado por Oaxaca, con el veterano Joan Bagur al frente, y el recién desembarcado Jaiba MX, del cocinero Roberto Ruiz, que tuvo una estrella en Madrid con Punto MX. Y si buscan cocina peruana, apunten Yakumanka, del célebre Gastón Acurio, y otro recién llegado, Maymanta, de Omar Malpartida. Hay mucho más, pero en estas líneas se resume de forma escueta la enorme importancia de Barcelona como destino gastronómico.