La aspirante a 'mossa', un «parásito» que «destrozaba» a sus víctimas para «someterlas»
Es la descripción que ha hecho un agente de Homicidios de Montserrat N., que se sienta en el banquillo acusada de maltratar y matar a Aleix
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Barcelona
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Iniciar sesión«Estamos ante un caso realmente especial y extraordinario. Yo, en 18 años, jamás he visto algo similar». Así ha descrito este lunes un agente de Homicidios de los Mossos la investigación por el asesinato de Aleix, de 43 años, ... a manos de Montserrat N., la aspirante a 'policía' que ahora se sienta en el banquillo de la Audiencia de Barcelona, también acusada de maltratarlo hasta deshumanizarlo, tras haberlo aislado completamente de su entorno. Este lunes, durante la cuarta sesión del juicio, el investigador ha detallado que, durante dos décadas, la mujer vivió como un «parásito», «captando a hombres y mujeres con los que convivía», para «absorber su vida». A lo largo de estos 20 años, Montserrat tuvo un trabajo y sólo le duró un mes. Para subsistir, captaba a sus víctimas con «técnicas psicológicas complicadas», ha apuntando el funcionario, y las mantenía «enganchadas hasta derrotarlas, destrozarlas y vencer su resistencia emocional para someterlas totalmente», a base de golpes y amenazas.
De ellos no sacaba gran rédito económico, porque «su objetivo no era hacerse rica, sino parasitar», ha abundado el investigador. Entre otros, a través de ingresos periódicos e instalándose en sus casas. Una conclusión a la que llegaron los Mossos tras analizar el contenido de los teléfonos de la acusada entre 2013 y 2023. El 7 de abril de ese último año, habría matado a Aleix de una cuchillada en el corazón. Sobre las 20.00 horas llamó a Emergencias para alertar de que el hombre estaba herido, pero los sanitarios no pudieron hacer nada por salvarle la vida. Tres meses más tarde ingresó en prisión provisional acusada del crimen, tras los indicios recabados por la Policía catalana. Entre estos, ingentes grabaciones que ella misma captaba, en las que descubrieron que, además de Aleix, había más víctimas a las que había sometido al mismo tipo de torturas, tal y como dos de ellas, antiguos compañeros de piso -Eva e Iván-, relataron el pasado viernes ante el tribunal y por las que tiene sendos juicios pendientes.
El análisis de sus móviles permitió a los investigadores descubrir su «mecanismo para atrapar a las personas». Algo que hacía primero a través de redes sociales -Tinder, entre otras-. En esas primeras conversaciones, Montserrat «detectaba los puntos débiles» de sus interlocutores, y con «actitud manipuladora se ofrecía a ayudarles». En cambio, lo que realmente hacía era «ahondar en su merma física y psicológica», ha indicado el investigador. A lo largo de esas dos décadas, hubo un «perfeccionamiento» en sus técnicas, por las que aplicaba un «trato diferente» según el interlocutor. Por ejemplo, cuando estos eran mossos -mantuvo relación con, al menos 10-, tenía «un contacto más de sumisión». El objetivo era aprender, absorber anécdotas y vocabulario, que luego le permitiese hacerse pasar por policía para amedrentar a sus víctimas y evitar que la denunciasen. Para ello, a veces fingía ser otra persona bien para loarse a sí misma o para «sacar información». Es decir, «utilizaba identidades falsas para conseguir sus objetivos».
¿Cómo? Recurría a varios métodos para causar empatía en las personas, ha detallado el mosso de Homicidios. «Con los policías lo hizo a través de la victimización». Lo hizo «inventando» que había sufrido agresiones sexuales y brutales palizas por parte de un hermano. «Hay un abanico de posibilidades al que ella recurría para captar la atención y luego el sometimiento de sus víctimas era atroz». Y es que esa victimización la intercalaba con «arrebatos violentos». Luego los atribuía a su «pasado» y así, su violencia iba en aumento.
El investigador ha corroborado lo que ya avanzaron dos de sus víctimas, Eva e Iván, que Montserrat tenía «fijación con pegar muy fuerte en las orejas». En concreto, la izquierda. A Aleix también le golpeó en el pabellón auricular izquierdo. «Tenía la oreja con drenajes de sangre, estaba destrozada. Había informes médicos del tratamiento, pero él nunca dijo que era por palizas. El miedo que tenía era tal que no podía argumentar lo que estaba pasando», ha indicado el agente. El pasado viernes, también ante el tribunal, Eva, con quien la acusada convivió unos meses, también relató haber sufrido palizas brutales. Incluidos varios golpes en las orejas.
Lo grababa todo
No puede negarlo, porque «grababa y documentaba absolutamente todo, como si fuera un ejercicio profesional del mal». Sometía a sus víctimas y las vejaba para tenerlas a su total disposición, con situaciones al borde de la muerte. Esa ha sido la descripción del investigador de Homicidios del 'modus operandi' de la acusada durante las últimas dos décadas, tras analizar ingentes vídeos, audios y conversaciones. Será a lo largo de esta semana cuando algunos de ellos se reproducirán en la sala. Por el momento, el agente, instructor de las diligencias, ha certificado que «no puede haber otros susceptibles de implicación en la muerte directa de Aleix», sino Montserrat N., ya que las cámaras de seguridad del piso en el que convivían víctima y presunta asesina captaron como el hombre salió de casa un minuto -a comprar tabaco, según ella-, volvió a subir, y, poco después, la acusada llamó a Emergencias.
Aleix no tenía «enemistad alguna, deudas, 'affaifre' complejo o amenazas» que pudiesen llevar hasta otro sospechoso de haberlo matado. De hecho, así lo indicó la propia acusada a los investigadores, que luego lo corroboraron. Y es que para el Grupo de Homicidios este caso no es sólo un asesinato, «sino algo más importante. Hay maltrato, una relación brutal, que es de dominación de una parte sobre la otra», ha indicado el policía.
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