Verdades como puños

Un libro de 379 páginas, prologado por César Alonso de los Ríos, escritas desde la otra orilla, y resueltas con gran independencia. Matiz esencial en este tipo de semblanzas en las que a veces el hijo toma el relevo del biografiado para hacer apología paterna y referenciar la historia como un argumento excluyente. No es este el caso de Boris Cimarra. Opta casi siempre por la distancia y se limita a describir objetivamente los hechos que vivió su padre como periodista y como militante del partido comunista español en el exilio moscovita.

Por esto mismo, la historia que se cuenta resulta apasionante y reveladora. Si los engañados de mi generación —los muchachos y compañeros de viaje de mayo del 68—, hubiéramos leído este libro a tiempo, que es contemporáneo de aquella trampa mortal y sociológica que nos tendieron filósofos, políticos y poetas, otra hubiera sido la realidad de una Europa secuestrada por la impostura histórica del socialismo real. Pero no ocurrió así. No sólo fuimos engañados, sino que, además, nos convertimos en agitadores y comparsa. Con haber leído los dos capitulos centrales del libro de Boris Cimorra —«Luchar por los ideales» y «Cuando la voz se hace un arma»—, hubiéramos sido distintos y sobre todo más auténticos.

Y claro, cuando esa historia vivida por Cimorra y contada aquí con toda clase de destalles —desde las purgas estalinistas a las increíbles diferencias del paraíso socialista— llega hasta los mismos arrabales de nuestra Transición,entonces se explican sobradamente cantidad de incongruencias y los recortes traumáticos perpetrados en nombre de la libertad.