Los vecinos de Losacio: «No ardió más porque ya se había quemado todo»
La pesadilla de los fuegos regresó al municipio zamorano, que en 2022 vio arrancar uno de los incendios de la sierra de la Culebra y este agosto volvió a verse amenazado por las llamas
Castilla y León, sin incendios graves después de tres semanas
Losacio (Zamora)
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Iniciar sesiónEn la zamorana sierra de la Culebra todavía supura la herida dejada por los dos incendios que en menos de un mes se llevaron por delante más de 44.000 hectáreas hace tres años. Escuece. Con la negra cicatriz abierta por el fuego aún ... sin cerrar, hace un par de semanas volvieron otra vez las llamas, las cenizas, los desalojos... Y es que en Losacio –donde el 17 de julio de 2022 arrancaba el segundo de los grandes incendios que asolaban este entorno– lo que eran unas escenas que formaban parte ya de sus peores recuerdos, se tornaban cruda realidad. El humo otra vez asomó en dirección al pueblo. La amenaza 'naranja' bajó a toda velocidad por la loma que ahora domina el paisaje que se ve al fondo desde la Plaza, lugar de reunión habitual de los grupos de jóvenes.
Pero en la segunda semana de agosto la escena fue muy diferente. En vez de las risas que se escuchan habitualmente en una veraniega tarde de verano, hubo tensión, miedo... al ver que la historia se repetía cuando un fuego declarado en la vecina Puercas se aproximaba sin freno y tocaba salir corriendo al pabellón de Alcañices.
«Esta vez se vio el humo, pero no llegó», resoplan. De pronto, el viento cambió y no llegó a las casas. A la de José Fernández sí tocó en 2022, a su vecino José Luis le abrasaron «el choco» y la tenada de al lado también ardió. «Afortunadamente, no ha habido más porque ya se había quemado. Ha sido quemado sobre quemado», coinciden ambos vecinos apuntando al campo de nuevo churruscado. Había logrado reverdecer, brotado y crecido matorrales y algún arbusto, pero ya no eran los árboles de la otra vez, con lo que «las llamas no cogieron más altura», explican a modo de resignado consuelo.
Hace tres años, el fuego «rodeó el pueblo entero», rememoran. «Ves esas vigas todavía negras, ahí llegó», apunta José señalando a la casa de al lado. De lo que no se libraron es de ser desalojados. El 12 de agosto, otra vez evacuados, aunque la resistencia a dejarlo todo que salpica a todos los lugares afectados en este verano atroz fue a más. «Yo no me fui. Ni salí de casa», se defiende a las puertas de su hogar este veterano de Losacio. «Ya sé lo que pasa», se queja tras comprobar cómo entonces, para refrescar las paredes y defender la vivienda ya acechada por las llamas, los bomberos rompieron la puerta «y el seguro me pagó el cristal, pero no la cerradura».
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Otro José, que acodado a la barra del chiringuito en la plaza del pueblos se toma una cerveza, tampoco salió de Losacio esta vez. En esta ocasión no fue como lo de la anterior, «pero por la noche se veía un fuego terrible», reconoce de ese incendio que el viento avivó a gran velocidad. En unos minutos cambió de dirección y, en un continuo zigzag, acechó también Abejeras, Gallegos del Río, Ferreruela, Valer, Riofrío, Bercianos y Sarracín de Aliste y Sesnández hasta abrasar más de 4.000 hectáreas. Seis personas heridas, tres todavía ingresadas en estado crítico y una más grave con quemaduras cuando trataban de huir de un fuego presuntamente provocado por una negligencia –fue detenido un hombre que usaba la parcela como depósito de residuos sin permiso, donde el fuerte calor hizo 'efecto lupa' y prendió–.
«Se repite la historia», lamenta José, quien censura que, vivida la experiencia, «no han aprendido nada». Lo de entonces «fue terrible», con llamas de 20 metros. Este agosto, también «se ha quemado bastante». A José Luis, una finca que tiene la dejó cubierta de cenizas, dice con resignación y «muy mala hostia» al comprobar que «se ha quemado todo» y «los políticos se dedican a echarse las culpas». Entiende que no hubiera tiempo de «reaccionar» para llegar a todos los lugares en esta ola de incendios, por lo que destaca el papel que han tenido «los cuatro vecinos jóvenes» que quedan en los pueblos pequeños, los que con sus aperos y ganas se echaron al campo a intentar frenar las llamas «porque sino, para cuando hubiesen llegado «se había jodido el pueblo entero».
Los dos vecinos siguen haciendo repaso por los parajes por los que se extendieron las llamas. Esos en los que habían vuelto a brotar setas y hongos en esta zona de gran riqueza micológica, pero que ya dan por perdidos otra vez.
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