Universidades en misión espacial
Instituciones académicas de la Comunidad están inmersas en proyectos internacionales que estudian la formación de las estrellas y galaxias, la posibilidad de vida en Marte y calculan órbitas
La «élite» de la investigación destaca la «calidad científica» y el talento de Castilla y León

Las incógnitas que esconde el universo, los secretos que aún se desconocen de la formación de galaxias o de la posible vida en otros planetas siguen despertando la curiosidad de investigadores de todo el mundo. Grandes misiones espaciales en busca de respuestas en ... las que habitualmente trabajan conjuntamente instituciones y equipos de varios países.
Así, varias universidades de Castilla y León, desde hace algunos años, se han embarcado en la 'aventura' de desvelar algunos de los por qués que continúan ocultos en el panorama astronómico. Recientemente, se han publicado los primeros datos de la misión denominada 'Euclid', de la Agencia Espacial Europea (ESA). Se trata de un trabajo que, mediante algoritmos de Inteligencia Artificial y en combinación de con campañas de ciencia ciudadana, estudia el universo oscuro y busca elaborar el mapa más preciso del universo a lo largo del tiempo con una superficie analizada que equivale a 250 veces la de la luna llena.
Inmersas en la misión del telescopio 'Euclid', lanzado en 2023, se encuentran las universidades de Valladolid y Salamanca, entre más organismos de otros territorios. Los miles de datos recibidos y los resultados científicos ya analizados demuestran la potencia sin precedentes del aparato, detallan desde el consorcio que forma la expedición -formado por más de mil investigadores-, que, dividido en diferentes grupos ubicados en distintas partes del planeta, analizará diversos aspectos.
Así, desde la Universidad de Valladolid se ha participado «activamente» en la producción de resultados especialmente de las indagaciones sobre galaxias. Desde el Laboratory Of Disruptive and Interdisciplinary Science (Ladis) y junto a investigadores de la Facultad de Ciencias y la Escuela de Ingeniería Informática, la UVa participa «en uno de los objetivos complementarios de la misión: encontrar razones físicamente motivadas para asignar tamaños a las galaxias», explica Fernando Buitrago, investigador del departamento de Física Teórica, Atómica y Óptica y líder, junto a Benjamín Sahelices, del Ladis.
Evolución galaxias
«Estudiando la parte más oscura y los límites de las galaxias podremos analizar la evolución que han sufrido», comenta. Es decir, se remontan «hasta el principio del universo con la mayor cantidad de imágenes hechas hasta la fecha para ir analizando los cambios».
La precisión de Euclid y el inmenso volumen de información que captará abre la posibilidad a descubrimientos de gran envergadura. «Recibimos diariamente entre 200 y 300 gigas de datos que, al llegar al centro, normalmente con archivos auxiliares, aumentan diez veces», apunta. Ante este reto, la misión decidió el pasado año lanzar una campaña de ciencia ciudadana, en la que voluntarios, que no debían tener una formación específica, ayudaban a entrenar el algoritmo a través de un cuestionario que rellenaban con las formas de las galaxias de fotografías que iban recibiendo.

Desde la Universidad de Salamanca comandan la misión Euclid el catedrático de Física Teórica e investigador del Grupo de Gravitación y Cosmología Relativista Fernando Atrio-Barandela y el doctorando del Departamento de Física Fundamental Diego Martín. Inicialmente, se centraron en el diseño de las herramientas necesarias para la explotación científica y ahora su actividad se basa en «estudiar la formación de primeras estrellas y agujeros negros», expresa Atrio.
«Esta época se denomina reionización y no se puede observar de manera directa, por lo que recurriremos a técnicas estadísticas que nos permitan estudiar las propiedades promedio del gas, abundancia de agujeros negros,...», señala el investigador, que ya ha participado en otras misiones de este tipo. A su juicio, que universidades autonómicas se impliquen en estas misiones espaciales es importante porque «el trabajo en colaboraciones internacionales permite asociarse con múltiples grupos para abordar investigaciones amplias que un grupo pequeño no puede afrontar».
Además, «están en la primera línea del trabajo científico por el interés y dificultad de los problemas que se estudian», opina. Se desarrollan «técnicas novedosas» que muchas veces tienen aplicaciones muy importantes en otros ámbitos y permiten, tanto a investigadores como a estudiantes de doctorado, «adquirir una gran formación en tecnologías emergentes que posteriormente pueden transferirse al entorno económico y social de nuestra comunidad», concluye.
No es esta la única gran misión de la que forman parte las universidades de la Comunidad. Así, la de Valladolid trabaja desde hace años en dos 'aventuras' espaciales que tratan de dilucidar si en algún momento hubo vida en Marte o si este es un planeta con características habitables. El grupo de investigación Erica (Espectrocopía Raman e Infrarroja aplicado a Cosmeogeoquímica y Astrobiología),comandado por el profesor Fernando Rull, ha participado tanto en el proyecto Exomars de la ESA como en el Mars 2020 de la NASA.
Esta última llegó al planeta rojo en 2021, con un vehículo tipo rover denominado 'Perseverance' y se encargaron de desarrollar el Supercam, un instrumento con un sistema de calibración con espectroscopia Raman que analiza muestras. «Formamos parte del equipo que comanda al rover, que recoge y analiza los datos y participa en la explotación científica», explica el coordinador del grupo, Guillermo López.
La misión Exomars, de la Agencia Espacial Europea, ha ido retrasando su lanzamiento -de 2020 pasó a 2022 y con la guerra en Ucrania se ha previsto para 2028- y operará en la superficie de Marte dentro de cinco años, aproximadamente. En este punto, la Universidad de Valladolid «tiene el liderazgo de uno de los instrumentos científicos del rover, en colaboración con un consorcio grande, y el investigador principal es de la Universidad de Valladolid»,en este caso el profesor Fernando Rull, cuenta López.
El objetivo final de estas misiones es detectar si existe vida o indicios de ella en el planeta rojo. «El rover Perseverance, que ya está allí, tiene capacidad limitada de encontrar vida, pero sí que puede analizar signos de habitabilidad. Es decir, encontrar materiales orgánicos y definir si hubo condiciones adecuadas para que la vida pudiera haber exisitido», expone. «Sin embargo la misión Exomars está mejor preparada para la búsqueda de vida porque lleva un taladro y recogerá muestras a varios metros de la superficie que están bien preservadas, lo que aporta una mejor opotunidad de encontrar biomarcadores», relata.
Basura espacial
El grupo está adscrito a la Escuela de Ingenierías Industriales y su sede pasará a estar próximamente en las instalaciones de la residencia universitaria Alfonso VIII de Valladolid. Hay profesores de Industriales, pero también imparten clase en las facultades de Ciencias o Informática. La mayor parte de los miembros del grupo somos del Departamento de Física Aplicada.
Desde Salamanca, a través del Grupo de Asrofísica Nuclear, la Universidad participa en el consorcio internacional del proyecto INTSPEC, que aspira a consolidar una instalación científica de vanguardia explorando la próxima frontera en el campo de la astronomía cuántica en el Observatorio del Roque de los Muchachos, en La Palma. Unos trabajos que permitirán alcanzar una resolución espacial «mil veces superior» a la de otros telescopios facilitando el estudio de la materia en condiciones «extremas», tales como «el interior de estrellas de neutrones», los «discos de acreción en agujeros negros y eventos transitorios ultrarrápidos con una precisión en el rango de los picosegundos (una billonésima de segundo)», detallan desde la Usal.

También la Universidad de León, la única que cuenta entre sus titulaciones con ingeniería aeroespacial, está inmersa en experiencias similares. Así, desarrolla junto a la Agencia Espacial Española (AEE) y la Agencia Espacial Europea (ESA) un proyecto de propagación orbital que, según uno de sus responsables, Carlos Rubio, busca métodos para calcular las órbitas de los satélites y objetos de basura espacial «de forma mucho más rápida utilizando computación paralela». Es un proyecto de unos ocho meses de duración que persigue incrementar la capacidad de cálculo de los sistemas de vigilancia espacial utilizados para analizar riesgos de colisión en las distintas órbitas.
En definitiva, el proyecto, que lleva en marcha desde el pasado mes de febrero y finalizará previsiblemente en noviembre, pretende «acelerar el cálculo» de las trayectorias de satélites y objetos de basura. Los responsables de esta misión pertenecen al Grupo de Investigación en Tecnología Aeroespacial, participando el propio Carlos Rubio, en proceso de elaboración de su tesis doctoral, y los catedráticos del Área de Ingeniería Aeroespacial Jesús Gonzalo y Alberto Escapa, que junto a Rubio ya han desarrollado otros trabajos junto a la ESA. También en la capital leonesa el pasado año se puso en marcha el Centro de Incubación de Proyectos Aeroespaciales de Casilla y Léon de la mano de la agencia aeuroepa, la Junta y la Universidad de León.
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