Tras las huellas y el legado de Ricardo Flecha

El latido común de la Semana Santa y del arte en Castilla y León se detenía el 4 de octubre de 2023 con la prematura muerte del escultor Ricardo Flecha (Zamora, 1958), cuya aportación es destacada en la Comunidad y en otras manifestaciones de Galicia o Zaragoza, y esencial en Zamora, su tierra, su cuna y su sábana, la ciudad y la provincia que le habitaban, que conocía palmo a palmo, que quería y le quiso, madre y tantas veces madrastra como ocurre en tantas cosas. Será distinta, pero la memoria de un artista siempre permanece en sus obras y Ricardo Flecha ha sido un autor prolífico y muy generoso -excesivamente generoso-, aportando numerosa obra a distintas cofradías, muchas veces regalada, donada, y otras muchas por encargo, imprimiendo su personal sello a todo.

Valladolid, León, Zamora, Toro, Benavente o Medina del Campo, en Castilla y León; Vigo y Zaragoza cuentan con obras procesionales de Ricardo Flecha, a las que hay que sumar numerosos enseres, cruces penitenciales o monumentos referentes a la Semana Santa que trazan una ruta, el legado de Flecha, esa flecha directa al corazón. No buscaba la belleza, mostraba al Cristo más humano, el rictus del dolor, lo encarnizado de la herida, lejos del clasicismo formal que veremos en estos días por las calles, ante nuestros ojos, a hombros de los cargadores. No hay dulzura en sus Vírgenes ni idealismo en sus Cristos retorcidos, dolientes, más hombres que Dios, que provocan, que interrogan a quien los contempla.

En 1990 realizó la imagen del 'Cristo del Perdón', un Nazareno para la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla de Toro (Zamora), la más ancestral, popular y numerosa del municipio, donada por un cofrade con el propósito de recuperar en la procesión del Viernes Santo la túnica del antiguo Nazareno, desaparecido en el pavoroso incendio de la iglesia de Santa Catalina en 1957.

La huella de Flecha tiene especial importancia en la Cofradía de Jesús Resucitado de Valladolid, a la que aportó dos imágenes y una Cruz Guía. Realizada en 1994, la imagen de 'Nuestro Padre Jesús Resucitado' representa a un Jesús victorioso saliendo del sepulcro, aún envuelto en el sudario. Posteriormente, en 2006, el escultor regaló una Cruz Guía con una imagen que representa el momento en el que Cristo asciende al Padre, cumpliendo así su promesa de la Resurrección. A estas dos obras se uniría en 2009 la imagen de 'María Santísima de la Alegría', encargada con motivo del 50 aniversario de la refundación de la cofradía, que representa a la Virgen abriendo jubilosa los brazos a su Hijo Resucitado.

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Avanzando en el tiempo, en 1996 aporta la imagen de un Yacente, 'Cristo en el Sepulcro', a la cofradía de Nuestra Madre de las Angustias de Zamora, que recibe culto en la capilla, si bien nunca ha llegado a procesionar. Entre medias, en 1993 había realizado el grupo de 'La Exaltación de la Cruz' para la Semana Santa de Zaragoza.

Dos años más tarde, en 1998, la cofradía del Santísimo Cristo de las Bienaventuranzas de León -otra de las grandes celebraciones de la Pasión en la Comunidad- incorpora la talla de 'Nuestra Señora de la Piedad', inspirada en la que Juan de Ávalos realizó para el Valle de los Caídos, y que recibe culto en la iglesia de San Claudio, en la que una vez más Flecha da su versión más descarnada y humana de la Madre con el Hijo muerto en brazos.

La Hermandad Penitencial de Jesús Luz y Vida rendía este Sábado de Pasión un breve y emotivo homenaje al desaparecido escultor al pasar junto a su Barandales del Santo Entierro realizado en bronce (1994) ubicado en la Plaza de Santa María la Nueva, junto a lo que hoy son las ruinas del Museo de Semana Santa, a la espera de las obras de construcción de un nuevo centro museístico. Un Barandales surgido de uno anterior, mostrado en aquella deslumbrante primera exposición en la galería Casanova, realizado en madera y adquirido después por Caja España, que recibía a los visitantes en el viejo museo y que hoy puede contemplarse en la iglesia de Santa María la Nueva. Ya entonces Ricardo mostraba un Cristo desnudo que causó cierta polémica, como después ocurriría con su 'Cristo en brazos de la Muerte' (2011), al que le fue añadido un paño de pureza y que representa a Jesús en brazos de la muerte a la espera de su Resurrección.

Además, la obra de Ricardo Flecha está también presente en Benavente, con las imágenes de San Juan y la Virgen (perteneciente a la Cofradía del Santo Entierro) y una talla de 'Cristo Resucitado', la cual preside el altar mayor de la iglesia de Santa María del Azogue.

Si la presencia de Flecha es importante en Castilla y León, la Semana Santa de Zamora es el inmenso cofre que guarda el talento, la inspiración y la generosidad del artista.

Numerosos enseres y símbolos como los báculos de mayordomos, fundador y abades del Cristo del Espíritu Santo y la Cruz Penitencial que cierra la procesión; la Cruz guía de la Buena Muerte, cruces penitenciales, varas de mayordomos y directivos, así como la Cruz guía de la Hermandad de Penitencia (Las Capas) en 1986 y el nuevo Calvario con calavera del paso, que regala en 2006.

A la vera del río Duero permanece en bronce su Vía Crucis, realizado en 2005; y el Martes Santo las calles acogerán uno de los pequeños Cristos de la Hermandad Penitencial de las Siete Palabras (1994), mientras que el Viernes Santo varios hermanos portarán los Signum Crucis, elementos de la Pasión de la Real Cofradía del Santo Entierro, que realiza en 2010, así como en diseño de la mesa procesional del Longinos o de La Piedad.

Precisamente en esta cofradía, que representa el solemne y oficial Entierro de Cristo y de la que fue asesor artístico, desfila procesionalmente cada tarde de Viernes Santo la única aportación como imaginero para la Semana Santa de Zamora: la 'Virgen María y San Juan', realizado en 2004 y fruto de distintas reformas e interpretaciones de su fallido 'Entierro de Cristo' (2002), un paso que retira tras no lograr la aprobación popular y que sería para siempre la espinita que el escultor llevaría clavada.

Pero Zamora siempre acudirá a las procesiones a la eterna llamada de su Barandales de bronce, mientras en Bercianos de Aliste un cofrade sobre la Peña de los Ojos recuerda a los alistanos su raíz más profunda, la esencia, la fe ancestral de nuestros pequeños pueblos, perpetuación la fe más pura, más auténtica.