'Apagan' las campanas de la iglesia de San Ignacio, en Ponferrada, por estresar a un vecino
Sus más de 60 tañidos al día se silencian a la espera del avance de los recursos judiciales
Al reloj de Casasana le toca guardar silencio, al menos por la noche
Ponferrada
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Iniciar sesiónUna campana en silencio parece la antítesis de la propia existencia de esos grandes instrumentos musicales que, desde tiempos inmemoriales, coronan las iglesias de todo el mundo. Si acaso, en pequeños templos del medio rural, agobiados por la despoblación, la falta de vecinos puede acabar ... acallando su sonido. Pero ese hecho se antoja más complicado en las grandes ciudades. Nadie imagina que la campana de su parroquia se quede muda.
Pues es lo que ha pasado en Ponferrada. La capital de la comarca del Bierzo, y sexta ciudad de Castilla y León por número de habitantes (más de 63.000 vecinos en la actualidad), ha visto cómo, de pronto, se han quedado totalmente calladas las campanas de la iglesia de San Ignacio, en el centro de la ciudad.
Y han dejado de sonar, por decisión del Obispado de Astorga, que afirma cumplir una orden dictada por el juzgado número 2 de la villa asturicense, que obliga a la ejecución provisional de la sentencia que condenó a la Diócesi, por superar los límites de la Ley de Ruido de Castilla y León, a causa de los repetidos toques de las campanas de ese templo.
Aunque la sentencia está recurrida en apelación, el Obispado dice verse obligado a cumplir el auto del juez y ha eliminado los sonidos de las campanas que se utilizaban para llamar al culto y marcar las horas. Así lo anunciaba a través de una escueta nota publicada en su página web. Y así seguirá «hasta nuevo comunicado», añade el texto.
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El asunto tiene origen en la denuncia interpuesta por un vecino del barrio de la Puebla de Ponferrada, que decía sufrir estrés y no podía descansar a consecuencia del sonido de las siete campanas de la torre de la iglesia de San Ignacio, que tocaban hasta sesenta veces cada día, para señalar las horas en punto, los cuartos y las medias, y antes de las celebraciones litúrgicas, otros cinco toques cada día.
El hombre argumentaba que en los tres últimos años, las campanas sonaban con más volumen. Y, precisamente, mediciones de la Policía Municipal certificaron que el nivel de decibelios registrado en su vivienda, superaba el límite establecido en la normativa. Por eso, la sentencia judicial obligaba a reducir el volumen del tañido de las campanas y rebajar su nivel de ruido. Además, obligó al Obispado de Astorga a pagarle una indemnización de mil euros en concepto de daños morales. A la espera de que se resuelvan su recurso, la Iglesia ha optado por silenciar totalmente esas campanas.
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