Siglos de patrimonio bibliográfico en digital

Desde que la Consejería de Cultura iniciara en 2008 este proyecto para preservar y poner al alcance de todos en internet el patrimonio bibliográfico de Castilla y León, se han subido a la web bibliotecadigital.jcyl.es más de 32.000 obras y más de 5,4 millones de imágenes. «Casi siempre hay alguien en la biblioteca o el archivo digitalizando para la Biblioteca Digital», según ha comprobado la viceconsejera de Acción Cultural, Mar Sancho, en sus visitas a los centros dependientes de la Junta en las nueve provincias de la Comunidad.

Pero el gran repositorio virtual no solo se nutre de esos espacios propios, que incluyen también los museos de Ávila, León y Valladolid, sino que se ha enriquecido gracias a los acuerdos firmados con distintas instituciones que poseen «obras maravillosas», como la Biblioteca Histórica de la Universidad de Salamanca o la Biblioteca de Santa Cruz de la Universidad de Valladolid, subraya Mar Sancho.

Bibliotecas de diputaciones, municipales y privadas contribuyen igualmente a ese gran contenedor digital del patrimonio bibliográfico relacionado con la Comunidad.

El tesoro en formato electrónico acumula siglos de papeles tras su paso por el escáner, desde esos ejemplos de incunables del siglo XV a ediciones recientes, con el límite lógico de las obras protegidas por derechos de autor. Autores de Castilla y León, asuntos relacionados con las nueve provincias de la Comunidad y editados o custodiados en ellas integran los contenidos digitalizados, con materiales que van mucho más allá del libro e incluyen fotografías, ilustraciones, mapas, planos, folletos o publicaciones periódicas. La intención es incorporar también otros soportes, sonido y vídeo, teniendo en cuenta, matiza la viceconsejera, «qué permanece o qué merece permanecer».

Dentro de la diversidad, la Biblioteca Digital de Castilla y León ofrece apartados específicos temáticos o de autores, generados «por circunstancias diversas, muchas veces por conmemoraciones, como el fondo de José Zorrilla, el de Cervantes, el de Santa Teresa o el de los dominicos», precisa Sancho.

En las colecciones especiales destacan tres dedicadas a autores de Castilla y León de diferentes épocas. La de Carmen Martín Gaite contiene el archivo personal de la escritora salmantina, adquirido por la Junta de Castilla y León en 2006 y depositado hasta ahora en la Biblioteca de Castilla y León con sede en Valladolid.

Un poeta romántico del siglo anterior, José Zorrilla, tiene también espacio propio en el repertorio virtual, creado para el bicentenario de su nacimiento. 130 obras custodiadas en las bibliotecas de Castilla y León, el Archivo Municipal de Valladolid y su Casa Museo integran este fondo accesible y descargable.

Otro centenario, el quinto de Santa Teresa dio lugar a la Biblioteca Digital Teresiana, que traslada al formato digital una amplia colección de estudios sobre la mística andariega. Ronda los 900 títulos, fechados entre los siglos XVI y XX, en su mayor parte reunidos por el bibliófilo marques de Piedras Albas y conservados en la Biblioteca Pública de Ávila.

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Del fondo del mismo coleccionista surge, además, la Biblioteca Digital Taurina, uno de los apartados temáticos junto a 'Religiosam Vitam', de obras relacionadas con la orden dominica fundada por el burgalés santo Domingo de Guzmán. Espacio aparte tienen también las publicaciones de la Junta, donde se trasladan al formato digital, entre otros documentos, los libros de edición propia.

La Fundación Joaquín Díaz, la de Santa María la Real -de la que se han incorporado 3.600 planos originales del románico- o la también palentina Institución Tello Téllez de Meneses son otras fuentes de las que bebe la Biblioteca Digital, que enlaza, además, a repositorios externos que disponen de materiales vinculados a Castilla y León. Con casi 350.000 usuarios y 2,7 millones páginas consultadas desde su origen hasta el 31 de diciembre de 2022, un buscador permite rastrear en todo ese maremágnum de letra digitalizada y acotar por autores, títulos, lugares, materias, fechas o tipo de documentos.

Los contenidos crecen con proyectos concretos como el de la digitalización del fondo de la Biblioteca de Burgos, que continúa durante este año, atendiendo a criterios como «cuestiones históricas, curiosidades o temas de difícil acceso», señala Mar Sancho. Y los propios usuarios tienen también voz en la selección de materiales que pasarán por el escáner. Como en cualquier otra biblioteca, donde se atienden las peticiones de los lectores para sus adquisiciones, «si hay un investigador u otra persona que indica que no puede acceder a un determinado contenido, lo digitalizamos», afirma la viceconsejera. Y las peticiones llegan. Incluso desde Hispanoamérica, casi siempre de gentes con raíces en tierras castellanas y leonesas a las que pueden regresar aunque sea a través de la pantalla del ordenador.