«Siempre supe que llegaría donde él quisiera… hasta el espacio»

Siguiendo su sueño, Pablo, que ahora tiene 34 años, estudió ingeniería Aeronáutica en la Universidad de León (ULE), aunque su «objetivo final» no fuera quizá ser «astronauta de carrera», afirma su padre. La movilidad de su tobillo izquierdo no es completa y, aunque nunca la ha impedido hacer nada, es consciente de que años atrás esto le habría excluido automáticamente de este proceso. Ahora desde la ESA han abierto el abanico de perfiles que les interesan y Pablo vio una «puerta abierta» que no dudó en intentar cruzar. «Se preparó muy a conciencia», reconoce Antonio. «Siempre ha demostrado ser una persona con mucha capacidad, muy formal. Sabía lo que quería y dónde quería llegar y estuvo un año entero dedicado por completo a esto. Si lo ves en casa cuando estaba preparándose…», bromea.

El reto no era fácil. Se presentaron más de 22.000 personas sobre las que se hizo un primer cribado a nivel curricular. De ellas unas 1.500 pasaron a la siguiente fase, en la que se enfrentaron a un examen de 11 horas en el que «se examinaron absolutamente de todo», asegura Antonio, y en el que Pablo conoció a Sara García, la otra leonesa elegida en este proceso. «Fue en el segundo viaje, en el segundo examen que hicieron, creo que en Francia», ya que aunque los dos tienen casi la misma edad, son de la misma ciudad, estudiaron en colegios cercanos y compartieron la misma universidad –aunque diferentes estudios, ya que ella cursó Biotecnología- no se conocían. No habían llegado a coincidir antes.

Tras estos primeros exámenes Pablo fue pasando las diferentes fases hasta que este miércoles llegó la confirmación oficial: había sido elegido por la Agencia Espacial Europea y, además, entre los cinco titulares. El trabajo y las esperanzas que había puesto en ello eran muchas, pero «cuando se lo dijeron por la mañana se llevó una sorpresa terrible», reconoce Antonio. Las últimas horas han sido una montaña rusa de emociones para ambos. Hablaron tras conocerse la noticia, pero ahora espera poder abrazar a su hijo pronto y en su casa, en León, donde confía que pueda volver en diciembre.

De hecho desde la Universidad han confirmado este jueves que tanto Pablo como Sara visitarán el centro el próximo mes, cuando organizarán un encuentro con alumnos para que puedan contarles su historia. «El objetivo es que se encuentren también con profesores y puedan relatar sus experiencias», ha señalado el rector, Juan Francisco García Marín, que ha asegurado que se sienten «muy orgullosos, aunque son ellos quienes lo han hecho posible».

«Hasta el momento, él, en cuanto ha podido, siempre ha venido a León», asegura el padre de Pablo. «Se pasó aquí casi todo el verano, ha teletrabajando desde aquí y, aunque ahora empieza la verdadera aventura, su carrera como astronauta, sabe que siempre que pueda sacará tiempo para volver a casa.

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«De León le gusta todo, disfruta mucho de la montaña. Le encanta. La bicicleta… el deporte en general», dice su padre, que recuerda cómo desde que era muy joven Pablo se ha superado siempre a sí mismo. «Siempre ha hecho lo que se ha propuesto y con esa pequeña minusvalía él jugaba a fútbol sala, fue subcampeón alevín de Castilla y León en salto de longitud y también practicaba tenis de mesa. Fíjate hasta dónde llega su empeño que cuando era muy pequeñajo todavía se apuntó a hockey sobre hierba y no nos lo dijo porque pensaba que le íbamos a decir que no. Le gustan los deportes, pero también ha sido siempre muy bien estudiante, muy tenaz, siempre supe que llegaría donde quisiera», remarca. El próximo objetivo está fijado: el espacio.