Los Reyes Magos son de verdad

San Mateo es el único evangelista que menciona la adoración de los tres Reyes, que él denomina Magos, es decir, sabios, consejeros de reyes de la antigüedad. Su relato está cargado de hermosos símbolos, como la estrella que los guía y los mantiene en el camino día tras día, o los regalos que se ofrecen a Jesús. El oro era el metal perfecto y se regala a un rey. En general significa la imagen de la luz solar y, por consiguiente, de la inteligencia divina. El incienso, litúrgicamente, simboliza las plegarias que se elevan al cielo. Según la Biblia, el incienso es una forma de rezar, de dirigirse y hablar con Dios. Conforme a las prescripciones de la Iglesia se inciensan cosas y personas en señal de reverencia. En la simbología religiosa, la mirra es emblema de muerte y sacrificio; es amarga, aromática y tiene forma de lágrimas.

A lo largo de la Historia la tradición y la religiosidad popular hicieron sus aportaciones a este entrañable tema. Hasta el siglo IV no se estableció que los Reyes Magos eran tres. Es curioso notar que después del descubrimiento de América, se representó en ocasiones a Baltasar como un jefe indio. Fue la necesidad de mostrar la universalidad del mensaje evangélico. En el siglo IX se les designó por primera vez con sus nombres actuales y que todos nos sabemos de memoria Melchor, Gaspar y Baltasar.

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En esta antiquísima fiesta de los Reyes Magos, que podemos datar en la primera mitad del siglo IV, celebramos que el Señor se muestra a todas las naciones, no sólo a la judía, puesto que los tres Reyes Magos eran unos paganos y pertenecían a unos países muy alejados de Israel. Esta apertura universal ya estaba profetizada en el Antiguo Testamento en Isaías y quedó corroborada por san Pablo en su Carta a los Efesios. La fiesta de la Epifanía que se celebra el 6 de enero coincide con la que, en la región de Egipto y Arabia, se celebraba el solsticio de invierno con evocaciones míticas muy antiguas. Los paganos conmemoraban el aumento de la luz a los trece días de haberse dado este cambio, con una fiesta simbólica y lujosa. Esta celebración es el antecedente de lo que sería la Adoración de los Reyes y, como ocurre con la fiesta de la Navidad, la Iglesia Católica trató de cristianizar estas fiestas paganas, cargadas de simbolismo, contenido rituales y tradición. Un año más la noche de Reyes estará cargada de sorpresas, emoción y magia. Una magia que no debemos perder nunca y que debe ayudarnos a superar las dificultades con las que nos encontremos durante este año.