Recuperar el diálogo social

El ser humano puede llegar a entenderse con sus semejantes porque tiene capacidad para expresar sus ideas y sentimientos mediante la articulación del lenguaje. En otras palabras, se puede comunicar con los demás porque tenemos voz y podemos hablar, no sólo gritar, o emitir sonidos. Para comunicarse hay que tener algo en común y el deseo de contrastar las opiniones e ideas propias con otro. El diálogo se inicia cuando las partes están interesadas en conseguir un objetivo común, o bien cuando se quiere resolver un conflicto, una desavenencia o, simplemente se pretende aclarar algo que no se comprendía bien. Por tanto, el diálogo entre los seres humanos, entre dos partes, se lleva a cabo cuando todos los intervinientes quieren; esto es, el diálogo es un acto de libertad, en el que se reconoce al otro como un igual y se admite la existencia de una diversidad y una pluralidad de opiniones y pareceres.

El diálogo se puede considerar hoy día como un valor social y político fundamental. Es el instrumento más adecuado para llegar a acuerdos en las sociedades democráticas. El régimen político democrático se basa precisamente en que cada ciudadano tiene derecho a expresar libremente su voluntad y sus opiniones y a tomar parte activa en la toma de decisiones políticas que le afectan. Las prácticas democráticas defectuosas o amañadas tergiversan los principios de la democracia tratando de desinformar o desorientar con noticias falsas e interpretaciones torticeras a los ciudadanos, con el fin de dominarlos y manipular sus voluntades. La auténtica democracia tiene que pasar por la práctica del diálogo, la confrontación argumentada de las opiniones y de los intereses. Entre personas libres, iguales ante el derecho y con autonomía de comportamiento, sólo el diálogo permite superar las diferencias y alcanzar el consenso sobre los aspectos y problemas que a todos les afectan.

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El diálogo es la forma de comunicarse entre personas que reconocen sus diferencias en un plano de igualdad. Se trata de reconocer al 'otro' como 'otro yo', que posee su propia y particular cosmovisión como yo poseo la mía, que es consciente de sus derechos como yo lo soy de los míos, que busca como yo la verdad, que cuestiona mi forma de pensar y de ser como yo puedo cuestionar la suya.

Bienvenida sea la recuperación del diálogo social en un tiempo de crispación y negación. Una vez más Castilla y León da ejemplo de cómo se pueden coordinar las tendencias sociales y políticas para lograr alcanzar una colaboración que beneficia a todos.