UN TIEMPO PROPIO

Modelos para imitar

Destruir un sistema educativo es fácil, lo hemos visto. Volver a ponerlo en pie y mejorarlo no es cuestión de una medida impulsiva de un gobierno

Defensa de la democracia liberal

Año de elecciones

efe

Salvador Rus Rufino

31/01/2024
Actualizado a las 09:47h.

Ahora el Gobierno ha caído en la cuenta de que el sistema educativo español está enfermo y que los resultados son extremadamente preocupantes. No es de extrañar que en estos tiempos se esté formando una generación de casi analfabetos funcionales. Las promociones que salen de ... los centros educativos muestran una escasa capacidad para entender lo que leen, carecen de hábito de estudio y tienen una escasa motivación para realizar cualquier esfuerzo por aprender. Llevamos años permitiendo que los estudiantes superen los cursos con un bagaje de conocimientos que se ha mostrado insuficiente para conseguir tener una formación sólida, que le permita afrontar el reto de iniciar una carrera universitaria. La culpa no es de los estudiantes, es del sistema que permite superar los cursos sin demasiado esfuerzo.

El Gobierno quiere poner remedio a esta situación y está dispuesto a invertir dinero para mejorar los resultados en matemáticas y en comprensión lectora. Bien está reconocer el error y buscar soluciones. Pero lo importante no es gastar quinientos o más millones de euros, sino cambiar los métodos docentes y comenzar a exigir a los estudiantes esfuerzo y trabajo para llegar a dominar tanto las matemáticas como la lengua española. Y existe un modelo de éxito continuado que se puede copiar y mejorar: el de Castilla y León.

Nuestra región tiene como sello distintivo la generosidad. Estoy seguro de que, si el Ministerio de Educación deja a un lado el sectarismo con las comunidades gobernadas por el PP, y pide ayuda y consejo a Castilla y León, los responsables de la educación se desvivirán para ofrecer esa ayuda. La duda es si van a recurrir a los que en los informes PISA salen bien valorados, o se impondrán la soberbia del que cree que sólo los suyos están en posesión de la verdad.

La realidad es tozuda y no se puede escamotear durante mucho tiempo. Las luces rojas en la educación están encendidas desde hace años. Ahora en el cuadro de mando se escucha un pitido continuo y las luces tiñen de ese peligroso color el cuadro porque todo funciona mal. Si el Gobierno quiere seguir por esa senda, tendremos generaciones de españoles ignorantes, manipulables y sin capacidad crítica. Pero si queremos una sociedad madura, crítica y activa para asumir los deberes de los ciudadanos en el gobierno de su comunidad, entonces hay que formarlos y eso no se improvisa. Destruir un sistema educativo es fácil, lo hemos visto. Volver a ponerlo en pie y mejorarlo no es cuestión de una medida impulsiva de un gobierno, es necesario tener un programa y unos objetivos concretos. Esto no se percibe.

El Gobierno está enfrascado en traspasar fronteras que hace unos meses pensábamos que eran no se atrevería ni siquiera a planteárselo. Vemos con estupor y asombro que esos límites no existen para unos gobernantes que tienen como objetivo su continuidad y plantear una nueva forma de Estado y de gobierno. Un presidente que es rehén de un político fugado de la justicia, que tiene que ceder ante todo lo que éste quiere y desea. Un gobierno que salva sus iniciativas in extremis gracias unas cesiones que parecen imposibles de cumplir porque son inconstitucionales. Un gobierno así no tiene entre sus prioridades mirar un modelo de éxito de una autonomía que, además, está gobernada por el partido que le ganó las elecciones. Por eso la medida del Ministerio de Educación está destinada a ser un fracaso que hundirá a los españoles un poco más en su falta de formación.