un tiempo propio
El clamor de la calle
Los españoles se rebelan contra la manipulación de unos políticos sin principios e incapaces de mantener las promesas hechas durante la campaña electoral
La calle, el debate y el futuro
Retos ante un futuro incierto
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Iniciar sesiónDurante estas semanas estamos viviendo movilizaciones en las calles y en internet. Las primeras muestran el enfado de los ciudadanos ante una situación política y social que rechazan, detestan y desean cambiar con todos los medios a su alcance. Es lo único que nos queda ... para decir alto y claro al gobierno que rechazamos sus componendas y los pactos a los que ha llegado para seguir en La Moncloa. Las otras movilizaciones son silenciosas y se transmiten a través de los medios informáticos, las redes sociales, los teléfonos móviles y todos los instrumentos que las nuevas tecnologías de la información y comunicación nos han puesto a nuestro alcance. Unas veces se trata de un vídeo corto, una foto, un texto de pocas palabras, y otras un manifiesto firmado por diversos colectivos y ciento e incluso miles de ciudadanos.
Los españoles se rebelan contra la manipulación de unos políticos sin principios e incapaces de mantener las promesas hechas durante la campaña electoral. Protestamos porque nos sentimos engañados, ninguneados, excluidos y sin medios para oponernos a unos pactos que consideramos ilegales, ilegítimos y anticonstitucionales. La indignación ha movido a la sociedad civil a manifestar sus discrepancias tanto en la calle, como en internet. Un derecho que unos gobernantes, que sólo piensan en sus cargos, no nos pueden arrebatar y que usamos porque somos ciudadanos libres.
Es difícil mantener este ritmo de protesta. No todas las semanas se puede convocar una manifestación a la que asistan cientos de miles de personas de forma ordenada, educada y sin crear ningún altercado. Es complicado fomentar la tensión en las redes sociales y en internet. El tiempo es un mal enemigo de las protestas ciudadanas, porque la gente se cansa y pierde interés en el objeto de la manifestación. Por el contrario, si el político no ve cuestionadas una y otra vez sus decisiones, se sentirá libre para imponerlas. Así se crearán una profunda división entre los españoles. Los que están con el gobierno y los discrepan abiertamente y libremente de él.
El tiempo de la sociedad civil española ha sonado. Si queremos mantener los principios y los valores que nos han proporcionado más de cuatro décadas de paz, prosperidad y modernidad, hay que seguir mostrando al gobierno y al partido que lo sustenta, que no se está de acuerdo con las decisiones que se han tomado, porque éstas no contribuyen a generar un clima de cooperación y colaboración. Porque los acuerdos han quebrado la solidaridad, la igualdad y la justicia entre los territorios. Un presidente debe gobernar para todos los ciudadanos y no sólo para aquellos que les facilitan sus votos ser presidente a cambio de un contrato draconiano que no contribuye a la paz social.
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