El retraso en la publicación de los currículos aplaza la compra de los libros de texto

Este aplazamiento en las adquisiciones lo han notado especialmente los establecimientos de provincias como Zamora y Ávila, donde las peticiones se han reducido un 30 y un 50 por ciento, respectivamente. En otras que no se atreven a poner números a la negativa consecuencia, sí confirman que están «un pelín por debajo de otros años».

Aunque cada vez hay más padres previsores que optan por dejar el material encargado antes de marcharse de vacaciones, el empujón definitivo a las peticiones llega en muchas librerías en la recta final de agosto. María José Jambrina, presidenta de la Asociación de Librerías, Papelerías y Material Didáctico de Zamora y al frente de un negocio con 80 años de antigüedad, confirma que «cuando otros años en julio teníamos hechas prácticamente todas las reservas, este verano están tardando mucho más». Además, añade: «Te piden cuadernos de música, inglés o plástica, pero no el lote completo». Ocurre, sobre todo, con los libros de los cursos impares -primero, tercero y quinto de Primaria, y primero y tercero de la ESO-, en los que entra en vigor la nueva ley.

«Va todo mucho más lento», ratifica Gemma Orgaz, de la Asociación de Libreros de Ávila: «Los profesores no sabían qué pedir, así que los padres, por ende, tampoco». Eso ya se ha traducido en los negocios de esta provincia en un dato: «A estas alturas, vamos como al 50 por ciento de los pedidos respecto al año pasado». Sin embargo, no lo achaca todo al retraso en la aprobación de los currículos: «Algunas editoriales han incrementado tanto los precios que, al dar el presupuesto a las familias, optan por comprarlos en Amazon».

El de las compras por Internet, en grandes superficies y, más recientemente, a través de plataformas que brindan los propios centros -en el caso de los concertados- es otra «guerra» con la que llevan luchando desde hace un tiempo estos pequeños establecimientos independientes o de barrio, apunta Guillermo Herrero, tercera generación de la librería Cervantes, toda una institución en Segovia: «Si nada cambia, tenderemos a desaparecer como punto de venta de este material», vaticina. También «en lo que llevamos de julio y agosto» ha notado «un cierto descenso en las solicitudes», aunque no es algo que le «extrañe» porque insiste en que «es un negocio que camina a la extinción». Aún así, intuye un septiembre «difícil».

«Cuando comience el curso, llegará la avalancha del 'pídeme la Lengua, la Religión, las Matemáticas...' Habrá mucha gente encargando un solo libro», augura la zamorana María José Jambrina. «Luego vendrán los padres que al principio del verano habían hecho sus encargos en plataformas y grandes superficies, y que, tras no conseguirlos todos, optan por una librería de confianza para pedir dos o tres», explica Miguel Ángel Hernández, del Gremio de Libreros de Valladolid. No obstante, matiza que esto ha ocurrido desde hace años y espera que así siga siendo, «porque nos viene bien». En esta provincia las peticiones también están «un pelín» por debajo de otros años, pero lo que han notado especialmente es el retraso en el servicio de las editoriales: «Tenemos muchos lotes sin entregar porque nos faltan uno o dos libros, que esperemos que estén para finales de agosto o septiembre». «No creo que los colegios metan presión al principio de curso, ya que conocen el problema».

En Soria, generalmente en años anteriores había un 20 por ciento de pedidos retrasados a estas alturas del verano, y este 2022 están llegando al 60 por ciento en el caso de algunas empresas editoras, detallan desde el gremio. Y el mismo contratiempo tienen también en los establecimientos especializados leoneses, aunque en la última semana «parece que van llegando», confirma Sandra Llamas, representante del sector en la provincia. Al igual que parte de sus compañeros, cree que la campaña es todos los años igual de «horrible» porque «cuando el problema no es que se acaban los libros viejos, lo es porque no llegan los nuevos».

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Desde Burgos, Vicente Adot, vicepresidente de la Asociación de Libreros, considera que este «relativo retraso» viene más motivado por «la incertidumbre económica y el alza de precios» que por el cambio normativo: «Se está incrementando la búsqueda de material de segunda mano o se comparte más». Así las cosas, Gemma Orgaz, de Ávila, opina que este año «toca pasarlo» incluso peor «por lo tarde, lo caro... Nos meteremos en noviembre y aún estaremos en la campaña escolar». Además, añade que «los centros que se han resistido a cambiar los libros de los cursos que implantaban este año la ley (bien por aprovechar el Releo o por comodidad) tampoco ayudan, ya que los textos antiguos los tienen que reimprimir y algunos nos ponen ya directamente que hasta mediados de septiembre no se prevé que puedan llegar.

Por todo ello, desde la Confederación de Asociaciones de Padres y Madres de Centros Públicos de Castilla y León creen que el cambio normativo ha generado un «caos», y que hubieran preferido no modificar los libros hasta el año que viene, ya que no van a estar actualizados en septiembre.