«La persona que odia no es libre»
El cineasta Todd Solondz, el periodista y escritor francés Philippe Lançon y el filósofo Boris Cyrulnik reflexionan sobre esta «pasión» inherente al ser humano en el marco del Foro de la Cultura que acoge Valladolid hasta el 26 de febrero
Boris Cyrulnik, en la primera conversación del Foro de la Cultura
¿Qué es el odio?,¿hasta qué punto es inherente al ser humano?,¿cuáles son sus consecuencias? Son algunas de las respuestas a las que tratarán de dar respuesta estos días los ponentes reunidos en Valladolid, en el marco de la sexta edición del Foro ... de la Cultura, cuyo programa principal, bajo el título 'Odiad, malditos', ha comenzado este viernes con cuatro protagonistas, el cineasta Todd Solondz ('Happiness'), el periodista y escritor francés Philippe Lançon -herido en el ataque terrorista contra Charlie Hebdo-, el autor y el periodista del 'The New Yorker' Andrew Marantz y el neurólogo, psiquiatra y psicoanalista francés Boris Cyrulnik.
«De todos los seres vivos el ser humano es el peor para el odio. Los animales luchan para sobrevivir y en cambio, los humanos se odian», ha reflexionado este último al respecto en la rueda de prensa ofrecida antes de que hayan dado comienzo las ruedas de prensa. Para Cyrulnik, «el ser humano es el más dotado para odiar», y a recordad que lo hace, entre otras causas, por «creencias religiosas, científicas, económicas y éticas».
Para el periodista herido en el atentando terrorista contra el semanario satírico Charlie Hebdo, que vivió en sus propias carnes las consecuencias del odio, este «siempre viene de una incapacidad y falta de voluntad de entender las historias de los demás, incluso las suyas».
«El odio es otra experiencia humana, al igual que lo es el amor», ha reflexionado el cineasta Todd Solondz, que ha coincidido con el anterior en definirse como «un narrador o un contados de historias». Para el realizador, todos vamos a experimentarlo, pero a la vez también tenemos la capacidad de «controlar y modular estos instintos». En este sentido, ha continuado, la narrativa muchas veces «nos permite poner rostro humano a estas fuerzas. En cuanto demonizamos algo, el odio emerge a la superficie».
¿Y el odio es cobarde? ¿se ejerce desde el anonimato? Depende, ha coincidido, ya que en principio se trata de un concepto «muy abstracto» y amplio. Por ejemplo, ha continuado Lançon, «el terrorismo o la violencia es un tipo de odio. En este caso yo hablaría de rechazo». Ha continuado el autor francés que el odio es «una pasión humana que existe en cada uno de nosotros» y que «la persona que odia no es libre. Es la primera víctima de su propio odio. Es absolutamente un esclavo de esta pasión».
«Prisionero de su propia pasión»
Boris Cyrulnik ha coincidido con el escritor en que en el odio «uno es prisionero de su propia pasión». «En la agresividad uno se puede enfrentar a algo o alguien, pero no quiero su destrucción, quiero un límite, una frontera, mientras que con el odio no es así; quiero destruir inmediatamente, y ese odio ardiente se convierte en frío cuando entra en juego la técnica» En este sentido ha recordado que «podemos matar más con un bolígrafo que con un fusil».
Los ponentes han coincidido que al igual que inherente al ser humano, el odio «apareció con la civilización» y es «culpa» de ella, y al hilo de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, de la que este viernes se cumple un año, recuerdan que las guerras no es algo de hoy ni es la única contienda que se está librando actualmente en el mundo, si bien pueda parecernos más «próxima» por estar cerca de Europa y el impacto económico que tiene.
Aún así, han reflexionado el periodista Andrew Marantz que algo ha cambiado con la aparición de las redes sociales, internet y la inteligencia artificial, y es que esos «sentimientos universales» que «existían antes de internet y de la inteligencia artificial» «han cambiado de escala». «Pueden ser más súbitos e impactantes pero no hay nada nuevo bajo el sol».
Intercambio de ideas
A la rueda de prensa le ha sucedido la inauguración oficial del foro, en la que ha participado el alcalde de Valladolid, Óscar Puente, la directora general de Industrias Culturales del Ministerio de Cultura y Deporte, Adriana Moscoso, y el director del área de Cultura Digital del Espacio Fundación Telefónica, Pablo Gonzalo. En este marco, el Teatro Calderón de Valladolid, lugar donde se sucederán las conversaciones, invitará hasta el próximo domingo a «la reflexión profunda y el intercambio sosegado de ideas», ha señalado el primer edil.
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