Un «negocio sostenible» a base de gusanos
Salamanca inaugurará en 2024 la mayor granja de insectos del mundo para producir comida animal y biofertilizantes: «El mercado de la alimentación humana no está maduro»
Investigadores de la Universidad de León, sobre comer insectos: «No todo son ventajas»

Salamanca inaugurará en 2024 una nueva gran fábrica, en concreto, la mayor granja de insectos del mundo. Espera poner su primera piedra «en los próximos meses»: con 90.000 metros cuadrados en el polígono industrial de Peña Alta, Tebrio espera crear más de doscientos puestos de trabajo y facturar más de cien millones de euros. Todo gracias al crecimiento de un negocio en torno al tenebrio molitor, que es, en definitiva, un tipo de gusano. Con él, han desarrollado varias líneas de producto destinadas a la alimentación animal y de mascotas, así como biofertilizantes. Y de momento, con eso basta. Llevar la dieta insectívora a la mesa es algo sobre lo que sólo investigan, y de hecho prioriza explorar otros usos, como el de las soluciones industriales (creación de polímeros). «Para nosotros, poner un gusano en una ensalada es aún una anécdota, no creemos que el mercado de la alimentación humana esté maduro», apunta la directora ejecutiva (CEO) de Tebrio, Adriana Casillas.
Es una cuestión de aceptación. Y refiere que eso va antes de unas hipotéticas pautas de consumo para aprovecharse de los beneficios del alimento. «El jamón ibérico es uno de los mejores alimentos del mundo, pero si sólo te alimentas a base de ello, ¿será saludable?», cuestiona la directora de Tebrio, respecto a las limitaciones. Pero socialmente, el debate está en una etapa anterior: si bien Casillas remarca que los insectos son «totalmente sanos» y aptos para «formar parte de una dieta equilibrada», en España pocos se animarían hoy en día a normalizarlos como 'snack' o a hornear con harina a partir de alguna de las especies que empiezan a admitirse en la Unión Europea. «Los insectos se llevan consumiendo cientos de años, sólo que no en Europa, sino en Asia o Latinoamérica», recuerda.
Cambios en el sector
No obstante, el sector de los 'bichos' cambia también en el continente: «Ahora están surgiendo otras empresas y todas las regulaciones acompañan», marca Casillas, que señala mecanismos de corte ecologista, como el Pacto Verde, que en lo industrial premia reducir el uso de químicos o la huella de carbono de una empresa (los gases de efecto invernadero que emite).
«Habíamos detectado la necesidad de productos más sostenibles en alimentación animal, estudiamos varias alternativas y nos decidimos por ésta por resultar escalable y con costes de desarrollo razonables, pero cuando empezamos, nadie podía ni entender lo que hacíamos», confiesa la empresaria. «Era alegal el uso de insectos en todo el mercado de la alimentación, y cuando la ley no lo especifica, al final no se puede hacer», afirma la también actual presidenta de la Plataforma Internacional de Insectos para Comida y Alimentación (IPIFF).

Y es que Tebrio lleva en pie desde 2012. Casillas fundó la empresa junto a Sabas de Diego –director tecnológico (CTO)– y en la actualidad su proyecto crece para abastecer tres grandes 'nichos' europeos que sí que demandan ya alimento en abundancia: la acuicultura, la avicultura y el porcino. Es decir, además de venderse para perros, periquitos y otras mascotas, el alimento a partir de gusanos que fabrican se utiliza para sustentar a peces, aves o cerdos, proporcionándoles una fuente de proteínas y un alimento hipoalergénico que «no entra en competencia con otra alimentación humana», recuerda Adriana Casillas.
«Utilizamos los insectos como sustento de alimentación animal para hacer que toda la cadena de valor sea mucho más sostenible y reducir su huella de carbono», refiere. «Queremos impactar en la base de la cadena agroalimentaria, proporcionar soluciones sostenibles», insiste Casillas, para asegurar que también sus abonos «aumentan el rendimiento de las cosechas» sin dañar el suelo.
Sin perder de vista esta filosofía, el nuevo complejo biotecnológico tendrá una parte destinada a la cría de gusanos (la «granja») y otra de transformación en la que «se aprovecha absolutamente todo», de la larva y el escarabajo a los excrementos. De momento, los vecinos de la capital del Tormes parecen dar una «buena acogida», valora ella. «Las reacciones están siendo muy positivas. Al final, es una nueva industria que significará puestos de trabajo», recuerda Casillas. Cuando la megafactoría eche a andar, harán falta ingenieros, gestores y toda clase de operarios. «Es lo que Salamanca necesita», zanja la CEO de Tebrio.
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