artes & letras / libros
'Mil ojos esconde la noche': una catedral literaria
narrativa
Juan Manuel de Prada construye en el París ocupado por los nazis una novela coral y esperpéntica que retrata con sarcasmo feroz a muchos artistas españoles exiliados
Juan Manuel de Prada: «Mi mujer me encalabrina muchísimo»
José Ignacio García
Fue allá por 1996. Estaba montado en el coche que gastaba entonces. Sintonicé al azar el dial de la radio encastrada en el salpicadero en busca de alguna radiofórmula musical y de repente me topé con la voz inconfundible e hispalense de Carlos Herrera que ... hablaba (puede que ante los micrófonos de RNE) con un autor que acababa de escribir una novela que se titulaba 'Las mascaras del héroe'. Así escuché por primera vez la voz de Juan Manuel de Prada antes de empezar a leer sus obras iniciáticas: 'Coños', 'El silencio del patinador' y esa monumental 'Las máscaras del héroe'. Una novela, como no me he cansado de proclamar desde entonces, por escrito y de palabra viva, referencial de la narrativa española contemporánea. Una obra capital, impropia quizás de alguien cuya madurez mental asustaba, dentro de un cuerpo grande, eminentemente joven y parapetado tras unas gafas con montura de pasta.
Casi tres décadas y una consagración después (con infinidad de novelas y galardones destacables por medio), Juan Manuel de Prada retoma el narrador en primera persona de la novela que lo situó y consolidó en el mapa literario (sin necesidad de tener que recibir el premio Planeta, que llegaría un poco más tarde), y nos ofrece una novela mastodóntica (o al menos su primera parte), en el más puro sentido del término, que hace alusión a su volumen, y en el que se refiere a su magnitud literaria, pues a nadie sorprende ya la certificación de que De Prada juega en otra liga, una liga casi exclusiva, donde se tiene que aburrir de lo lindo, porque no existen demasiados rivales (acaso ninguno o ninguna) que puedan competir contra él, contra su prosa, contra su erudición.
'Lo que busca la abeja': unas migas de pan en el alféizar
Fermín HerreroEl último premio de poesía 'Ciudad de Salamanca' agavilla una cincuentena de poemas de una desnudez estremecedora, difícil de alcanzar
Merced a la figura repelente, cínica, chivata y de planta trepadora de Fernando Navales, un falangista al servicio del policía Pedro Urraca -otro pájaro de mal agüero- el autor nos traslada, en un viaje en el tiempo, a la París ocupada por la apisonadora nazi durante la II Guerra Mundial. Y en ese escenario azaroso y precario construye una novela coral y esperpéntica, donde retrata, con un sarcasmo feroz en la mayoría de los casos a esa caterva de artistas españoles exiliados en la capital gala tras nuestra Guerra Civil. Por estas ochocientas páginas, que abarcan la ocupación alemana durante 1940 y 1941, desfilan poetas, escritores, escultores, pintores, actores o diseñadoras de modas disidentes (y supervivientes a duras penas), a los que Navales, siguiendo los dictados de Urraca, que le ayudará a medrar con el embajador Lequerica y a sobrevivir entre los mandos militares invasores, tratará de atraer al lado oscuro de la Falange que creara «el Ausente» José Antonio Primo de Rivera, embaucándolos con promesas engolosinadoras fabricadas impunemente a la medida de cada ego particular.
Asegura Luis Alberto de Cuenca en las páginas de este periódico que De Prada ha construido una catedral del lenguaje. Nadie en su sano juicio discutiría esa sentencia, pero, si se me permite, me gustaría, si no corregirla, al menos ampliarla, porque, a ese lenguaje exquisito, variado, mordaz, rutilante, de esa época a veces y muy actual otras, trufado de vocablos que solo un mago como él puede sacarse de la chistera -galloferos, frotaesquinas, trapalandranes-, hay que añadir unas comparaciones exuberantes y continuas, numerosas acotaciones y digresiones aclarativas y unas descripciones descuartizadoras y esquizofrénicas de la mayoría de los personajes que Navales retrata (y trata) a degüello, recurriendo a perfiles ornitológicos, zangolotinos, paquidérmicos y otras lindezas y fruslerías semánticas que aluden a dimensiones abdominales, apetitos de carpanta o alientos de cagarruta de oveja. Y es que, como dice De Prada, cuando relaciona a Navales con su (presunto) superior Velilla, el narrador protagonista odia minuciosamente, infectado por el resentimiento.
Editorial Espasa
Mil ojos esconde la noche
- Juan Manuel de Prada 800 páginas 24,90 euros
Quizás, como un aviso para navegantes, le advierte el escritor colombiano Vargas Vila a Navales que para coger fama hay que lograr que los difamadores creen en su derredor una leyenda monstruosa. Esa misma leyenda que soporta frente a su legión de detractores (me temo que con las espaldas anchas de nadador del diplomático Lequerica) el propio Juan Manuel de Prada, que vuelve a referirnos su carácter grafómano, equiparable al de ese secundario de lujo que en la novela es César González Ruano (Ruanito para los amigos como Navales), y que le llevó a concluir la escritura manual con la yema del pulgar reventada, el dedo corazón con la falange distal torcida y un callo del tamaño de un garbanzo. Pero el desgaste óseo, el desgarro muscular y el endurecimiento epidérmico habrán valido la pena ya que, si 'Las máscaras del héroe' era una novela monumental, esta puede ser la catedral de la literatura del siglo veintiuno. Y empleo un tiempo hipotético o dubitativo porque nos queda por descubrir la talla de la segunda entrega, las otras ochocientas páginas que faltan por caer en nuestras manos y que narran (supongo), entre otras muchas zarabandas, el resto de la ocupación germana de la capital universal de la cultura y el arte y las miserias que los letraheridos hispanos siguieron soportando entre sus monumentos, sus cafés y sus rúas.
Para terminar, es verdad que esta primera parte de 'Mil ojos esconde la noche' podría ser un ente autónomo, pero dudo mucho que tras su lectura alguien se resista a descubrir lo que sigue a ese pontón prolongador y sugerente que dice «continuará».
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete