«Matar vacas de leche es la única manera de poder pagar facturas»
EL SECTOR GANADERO, EN CRISIS
El sentir entre los ganaderos de vacuno de leche de Castilla y León es unánime: la situación es «inaguantable». Muchos envían animales al matadero para poder mantener al resto de la cabaña
VALLADOLID
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Iniciar sesión«Esto tiene los días contados. En un mes cierro». Adoración Martín ya ha puesto fecha de fin a la actividad a la que lleva dedicada toda su vida. 39 años al frente de la explotación de ganado vacuno de leche compartida en ... Nava de Arévalo (Ávila) con José Luis, su marido, quien heredó de su padre unas vacas y fue ampliando la granja. Pero que no encontrará relevo generacional en las dos hijas del matrimonio. Ni siquiera Adoración se jubilará con las botas de ganadera puestas que forman parte de su día a día. Las 46 vacas productoras de leche que aún tiene irán al matadero. El mismo destino al que desde el pasado octubre se han ido dirigiendo ya la mitad de los animales que tenía. De los 265 de entonces, a los 130 que hay ahora en su granja, contando también los terneros, novillas... los únicos con los que se quedará hasta que pueda darles salida, además de continuar con la actividad agrícola. «Antes de que el banco pueda conmigo, puedo obtener una liquidez», afirma.
«Matar vacas. Lo estamos haciendo todos. Es la única manera de ir pagando facturas», coincide con ella José Alberto Martín. Entre las cinco que ha tenido que sacrificar por positivo -después descartado- en tuberculosis y otras diez enviadas al matadero para obtener efectivo, ahora se ha quedado con 39 vacas de ordeño. Lejos de las 55 que aspiraba a tener cuando en 2018 acometió una inversión para modernizar su explotación en Terradillos (Salamanca).
«Problema»
«Siempre se han ido quitando las vacas con menos rentabilidad, pero ahora también algunas que pueden servir para leche. Vale bastante la carne y con eso vas pagando», apunta José Alberto, quien advierte del «problema» que supone ir sacrificando animales sin poder incorporar más -como es su caso por las limitaciones sanitarias-: «En algún momento, no quedarán vacas para ordeñar». Y el canal de la res, añade, ahora tiene un valor «porque se ceban menos terneros», pues los costes de producción elevados también han frenado esta actividad, como otras muchas en las que no producir no genera ingresos, pero tampoco gasto. Están «disparados», en unos niveles «inasumibles» que afectan a «todos», coinciden diversas voces desde el mundo de la ganadería y el campo.
«Vamos aguantando como podemos», resume la situación Gabriel Manrique, quien, junto a su hermano Emilio, está al frente de una granja de vacuno de leche en Pedrosa del Príncipe (Burgos). Con la esperanza, o más bien anhelo, de que la situación pueda «llegar a buen puerto», aún no han tenido que sacrificar animales, pero sabe por otros compañeros lo que ocurre: «Se están quitando animales en producción para poder pagar el pienso», cuyo precio se ha incrementado «un cien por cien».
Gabriel y su hermano conservan los 120 de su granja, entre ellas 70 vacas de ordeño, aunque no tienen claro que puedan seguir mucho tiempo así y lo hacen gracias a lo que sacan de la agricultura y a que de sus tierras obtienen la mayor parte del alimento para las reses. Pero también tienen una fecha en negro marcada en su calendario: «Para el año nuevo ganadero, que empieza el 1 de abril, estamos pensando en retirar todo porque no da de sí». Por el momento, «estamos poniendo dinero de la agricultura para la ganadería, por eso se mantiene», apunta. Con lo que sacan del campo alimentan a los animales y van pagando los gastos. «Estamos quitando de una actividad para salvar esta otra», recalca sobre una situación «inaguantable».
Trabajar para perder dinero
Piensos, paja, veterinario, bienestar animal, combustible, luz (indispensable para el ordeño y mantener la leche en el tanque de frío)... Suma y sigue, pero la cuenta final «no da». Producir un litro de su materia prima «se ha disparado» a entre 53 y 54 céntimos de euro, pero lo que reciben los ganaderos oscila entre los 48 y 50. Mínimo de cuatro céntimos en el debe de sus ingresos por cada litro. Con los 2.000 litros al día que ahora produce la explotación de Adoración, la sentencia la tiene clara: «Estamos trabajando para perder dinero». Así que sacrificar animales es la vía para lograr «una liquidez que te permite llegar a fin de mes».
«Nunca he tenido tanta desilusión como hasta ahora», lamenta José Alberto. «Prácticamente toda la vida» vinculado al sector y desde 2010 al frente de la granja que hasta entonces llevaba su padre. Se fue a estudiar y volvió al pueblo. «Para dos es imposible sacar, aunque trabajo hay casi para tres, pero es inviable pagar un sueldo», advierte. Más le gustaría a él para librar al menos algún fin de semana en un trabajo que requiere dedicación todos los días del año y madrugones para ordeñar de lunes a domingo: «Desde 2018 no he librado ni un día».
Ahora, José Alberto ni siquiera se plantea realizar las inversiones que tenía en mente para ampliar la explotación o instalar más placas solares con las que abastecer de energía una granja a la que no llega el fluido eléctrico. Tiró muchos años de generador de gasoil y ahora, la fuerza del sol le permite mantener a raya la factura. Ha pasado de consumir 60 litros de combustible a diez. Eso sí, tras invertir miles de euros.
«Subida bestial» de la luz
Los costes de la luz son una pesada losa que lastra a los ganaderos de vacuno de leche, que necesitan de la energía para obtener su producto y conservar la leche. Con la mitad de vacas de ordeño que hace un año, el gasto en luz de Adoración se ha multiplicado. De gastar unos 700 euros al mes para obtener cerca de 4.700 litros de leche al día a tener que pagar unos mil euros mensuales por menos de 2.000 litros. «¡Y con el IVA al cinco por ciento, que antes estaba al 21!», exclama. «Una subida tan bestial es inasumible», sentencia.
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Carlos Manso ChicoteOrganizaciones agrarias como Asaja y COAG advierten de mermas de entre el 25 y el 80% en cultivos como los cereales, el vino o el aceite de oliva
«Se te pasa por la cabeza muchas veces quitar las vacas», reconoce José Alberto, de 49 años. También, con resignación, afirma que «ninguno» se ven jubilándose como ganaderos de vacuno de leche.
Adoración lo dejará también antes. Su marido sí se ha jubilado hace unos meses. Hasta hace un año, tenían también otros dos trabajadores, pero tuvieron que prescindir de ellos al subir los costes y bajar la rentabilidad. Emocionada, su voz se quiebra al ver todo ya «tan vacío». «Son seres vivos, estás con ellos todos los días...», señala ahora que ve «tan cerca» un final que no quería. «Cuesta», reconoce, pero «no te compensa» con unos precios que no dan ni para medio vivir. «Y, dices, ¡que se vaya todo a la mierda!».
Sin relevo
«Esto no es viable ahora mismo», coincide también Gabriel, que ve cómo los costes «se van duplicando día a día». «Por suerte para mí, estoy soltero», señala, y asume como normal que los hijos no quieren hacerse cargo, y que los padres tampoco suelen tener entre sus opciones el traspaso del negocio a sus vástagos. Lo dice también con «mucha rabia e impotencia», al ver que la actividad que ha «mamado» pueda tener los días contados.
«Es una ruina», señala intentando contener las lágrimas. «Estamos vendiendo nuestros patrimonios en forma de vida», afirma sobre una situación de «hartazgo» provocada al ver que tras inversiones «fuertes» por una actividad en la que creían es imposible salir de los números rojos. ¿Su futuro? No lo sabe, el único alivio, que no tiene deudas. «No es aguantable», subraya, después de «tres años en pérdidas».
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