Marián Palma: «Vuelve el formato pequeño y más presencia en la calle. Había ganas de recuperar este Titirimundi»

¿Cuáles son las claves de la presente edición?

Retomamos esos espectáculos de pequeño formato que, por desgracia, llevábamos unos años sin disfrutar y que son verdaderas perlitas. También habrá más presencia en calle, aunque no la que quisiéramos porque nuestros presupuestos no lo permiten. Todo ha subido, menos los presupuestos. Hemos notado este año que el público tiene muchas ganas. Ya no hay miedo, que sí que lo hemos tenido muy presente en ediciones pasadas, y ahora se vive todo con otra alegría. Estamos recibiendo muchas llamadas para la venta, para tener información sobre los espectáculos de calle, el alojamiento...

Es la primera edición desde la constitución de la Fundación Julio Michel Villacorta, el que fuera fundador y director del festival. ¿Cree que se mantiene intacto su espíritu o que, incluso, su sombra se ha engrandecido con el tiempo?

Nosotros intentamos siempre mantener la línea lo más ajustada a lo que Julio nos enseñó durante todos esos años. Ese planteamiento de que Titirimundi es un festival para los titiriteros, en el que hay que cuidar mucho a los artistas, y que ellos devuelven ese cuidado a la ciudad. Esto no es una feria, es un festival, y como tal, es una fiesta para el público.

¿Diría que Titirimundi es casi tan patrimonio de Segovia como lo es Acueducto?

(Ríe) ¡No quiero hacer comparaciones que ya sabes que se ve muy feo! No obstante, creo que, aquí, a Titirimundi se le considera y se le quiere, lo que no quita para que haya opiniones de todo tipo, porque hay quien piensa que ya es un festival más destinado al turista. Es verdad que con las nuevas tecnologías se ha engrandecido. Antes la venta de entradas era en puerta y ahora, gracias a internet, se puede adquirir cualquier punto. Es una experiencia para muchas familias, que vienen y ya pasan todo el fin de semana o los días que correspondan. Titirimundi se ha ido adaptando a las circunstancias.

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¿Cuál considera que es la propuesta que va a sorprender más esta edición?

La que creo que puede llegar a sorprender más es la propuesta que trae Amberes Pick Palace, una compañía belga. Es una carnicería que estará a los pies del Acueducto. Yo la he visto en dos ocasiones, con público familiar belga y público francés, y en ambas se disfrutó mucho. Lo traemos para que se acoja de esa manera. Seguro que habrá comentarios al respecto, pero al final uno crea una programación pensando en esas cuestiones. El público de Segovia ya es un público muy crítico. Son 37 ediciones viendo compañías de todo el mundo, ya sean más populares o más vanguardistas, o incluso propuestas muy locas... Hay que seguir luchando por que se vean todas las posibilidades.

¿En la selección de la programación ha predominado algún criterio sobre otros?

El planteamiento de Titirimundi es que no haya una temática más que la búsqueda de la calidad del espectáculo. Es lo que prima. Todas las programaciones se hacen con mucho mimo, pensando en lo que gusta a nuestro público. Son muy costosas de cerrar. Hay espectáculos de interior, otros de pequeño formato... Pero tienes que llegar a todo tipo de públicos: al familiar, a los niños, ¡y también a los adultos!

¿Y predomina esta edición alguna disciplina sobre las demás?

El programa siempre es muy ecléctico. En algunas ocasiones puede aparecer más guante, en otras más de hilo, más objeto o sombra. No vamos dando prioridad cada año a una u otra, lo que hacemos es trabajar con mucha antelación. Se hacen los viajes, se van buscando los espectáculos y ya se comienza a trabajar con las compañías que nos van llamando más la atención, las que vemos que son propuestas muy claras y que incluso ubicas en el espacio idóneo. Luego, te encuentras con compañías que están disponibles sin ningún problema y otras que nos cuestan un tiempo tremendo conseguirlas.

Es un festival cada vez más extendido a otras provincias, ¿qué aporta?

Siempre es positivo. Nació con esa idea y se mantiene. Intentamos que se mantenga tanto por el bien del público como por el bien de las compañías. No es lo mismo que un grupo venga a realizar una o dos actuaciones a que realice una gira de diez actuaciones. Una compañía no te cobra lo mismo por una actuación que por diez. Van bajando los cachés y es la única forma de que podamos tenerla. Los gastos de viaje, que además en estas últimas ediciones están siendo bárbaros, se pueden repartir entre todos. Todos los costes han subido y los presupuestos no, y esto se hace cada vez es más complicado.

¿Es la incertidumbre de los presupuestos su caballo de batalla?

Sí, de los presupuestos depende su estabilidad. Llevo 23 años trabajando en el festival y desde el primer momento fue el problema y actualmente se mantiene igual o peor. Es bastante complicado. Vamos a ayudas de libre concurrencia y desconocemos nuestros presupuestos. Trabajar sin saber el dinero con el que cuentas es bastante complicado, sobre todo cuando lo haces a nivel internacional.

¿Cómo va la venta de entradas?

Hay algunos pases que tienen las entradas agotadas, pero sigue habiendo tanto de patio como de interiores. Animo a que todo el mundo que tenga la posibilidad, a que venga. Hay muchos de esos pases que se agotan, pero hay otros tienen aforos muchísimos más numerosos y sigue habiendo posibilidad de adquirir entradas.

¿Perciben, edición tras edición, una renovación de su público?

Nuestro público es familiar, pero también adulto y es un público formado, exigente... Para eso ha trabajado también mucho Titirimundi, y para demostrar que el teatro de títeres es para todos los públicos, no solo es cosa de niños. Y en cuanto a la renovación, tenemos proyectos para que así sea como Titiricole, campañas escolares... Luego, trabajamos con un equipo bastante numeroso de voluntarios, que es gente muy comprometida. Son nuestra imagen frente al público y las compañías. El festival es para ellos y espero que esta edición, como las anteriores, también lo disfruten.