Artes & letras
Luis Moro: «Mi proceso de creación siempre ha sido un poco anárquico, como mi vida»
entrevista
Coinciden en Segovia dos exposiciones del recién elegido Premio de las Artes de Castilla y León, un reconocimiento que al artista le impulsará a «reconectar» con su tierra. Hace tiempo que vive a caballo entre México y España, dos culturas entre las que quiere seguir tendiendo puentes en este mundo «polarizado»
El artista segoviano Luis Moro, Premio Castilla y León de las Artes
SEGOVIA
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Iniciar sesiónDe formación «autodidacta», confiesa Luis Moro (Segovia, 1969), que no quiso estudiar Bellas Artes porque no deseaba terminar de «profesor» y llevar «un modo de vida diferente» al que ha tenido. Precoz, comenzó a pintar en 1978, y tres años más tarde, cuando aún ... estaba en el colegio, tuvo su primera exposición individual en el Cafetín Aguas Blancas de la ciudad del Acueducto. Luego, hizo el petate y como un «beduino» viajó por París, Roma, Berlín y Praga antes de cruzar el Atlántico e instalarse en México, país con el que dice «comulgar» en «muchos sentidos». Aún así, defiende que «nunca» perdió el vínculo con su tierra. Prueba de ello es la concesión, hace unas semanas, del Premio Castilla y León de las Artes y la coincidencia en Segovia de dos exposiciones suyas: 'La esfera invisible', en la Real Fábrica de Cristales de La Granja, y 'Save Our Souls', que recorre 30 años de su obra en el Esteban Vicente. En el museo segoviano nos encontramos con él para repasar la trayectoria de un artista que se define como «nómada» y que recurre al mundo animal y vegetal para hablar de «la metamorfosis de la vida» .
¿Cuándo tuvo clara su vocación?
De una manera más nítida, en 1978. Fue cuando empecé a pintar al óleo y decía ya que iba a vivir de la pintura. Siempre estudié de manera autodidacta para no tener títulos y no terminar de profesor. La formación está bien, pero mi vida habría sido diferente. La pintura era un modo de vida con el que soñaba y soñando y trabajando he llegado hasta aquí.
Se crió en uno de los lugares más emblemáticos de la capital segoviana, ¿cuánto pesa la infancia en su obra?
No solo pesa haber nacido en Segovia, sino haberlo hecho en la Plaza del Acueducto, donde lo primero que veía al ir al colegio era una gran escultura romana hecha de granito. Desde mi casa se divisaba el barrio de San Lorenzo, una punta de la catedral, todo el casco antiguo... ¡Ese fue mi primer contacto con el paisaje! Luego, al lado de mi escuela estaba el Museo Zuloaga y el que fuera su director, Luis Felipe de Peñalosa, como me veía siempre pintando, cuando tenía oportunidad me enseñaba el museo. También importante fue la Casa del Siglo XV, una galería histórica. Allí me encontré con Chillida, el Equipo Crónica, Joan Brossa... Fue mi primera escuela de arte.
¿Recuerda qué artistas le influyeron entonces?
En los comienzos me influyó el impresionismo francés. Recuerdo que Luis Felipe de Peñalosa me regaló un libro sobre los impresionistas, y un pintor que me fascinó fue Paul Cézanne. Luego, durante mi periodo en Roma, me fueron interesando artistas como Caravaggio y más adelante gente como Anselm Kiefer o Joseph Beuys... Me moví por París, Berlín, Praga... Hasta que pegué el salto a México y Estados Unidos.
Su primera oportunidad de exponer en el extranjero le llega de la mano de la Galería 53 de París, ¿cómo surgió?
Me dieron un premio en el Liceo Español de París y estando allí para recogerlo me brindaron la oportunidad de hacer una exposición. Luego, comencé a moverme por Europa. Me interesaba mucho su arte, aunque mis influencias creo que han sido múltiples: Altamira, los petroglifos de Segovia, esos cielos de Castilla...
«Las galerías son la cantera de los jóvenes artistas. Sería importante que desde las instituciones se las diese un empujón un poquito mayor»
Luis Moro
Artista
¿Qué condicionó su evolución?
Siempre he sido un pintor bastante nómada y por eso mis pinturas se fueron aligerando en materia. Como un beduino, quería llevarme mi jaima, y de ahí que comenzase a hacer cuadros que se podían enrollar como INRI ('Igne Natura Renovatur Integra') o 'Crucifixión'. Marcó mi manera de trabajar, pero no sólo en la materia. He ido tendiendo al blanco, a quitar elementos superfluos para ir a lo esencial.
Y llega un momento que decide mudarse a México. ¿Qué encuentra en aquel país que no hallase en Europa?
Nunca he perdido el vínculo con España. Seguía exponiendo aquí, pero en México encontré muchas cosas que me interesaban. Por un lado, no lo considero un país, es casi como un continente, como toda Europa... Cada estado tiene su idiosincrasia, gastronomía, paisaje... ¡Es el segundo país más rico en variedad de especies vegetales y animales después de Brasil! Luego, me interesa mucho toda la simbología del mundo prehispánico, con el que comulgo en muchos sentidos, incluso en el ecológico.
Y ese interés ha hecho que en sus obras haya estado muy presente siempre la relación del hombre con la naturaleza. Para muestra, esta 'Save Our Souls' (S. O. S.) del Museo Esteban Vicente.
Esta exposición va de las almas. En realidad no me considero un pintor animalista, sino animista. Hubo un escritor belga, Maurice Maeterlinck, que hablaba de la vida secreta de las plantas, las hormigas, las flores... Mi trabajo va un poco en esa línea y México me conecta a la tierra. Creo que a través de la pintura tiendo puentes entre culturas.
Sus animales son un pretexto para hablar de otras cosas.
Sí, me interesa estudiar esa magia que hay en la metamorfosis de la vida. Ese círculo continuo entre la vida y la muerte. A veces me dicen que en mis obras parece que hay insectos aplastados, pero... ¿Por qué no un insecto naciendo de una crisálida? Lo que el gusano llama fin del mundo nosotros lo llamamos mariposa. A veces, la Tierra nos tiene muy apegados a lo material y en el mundo animal te das cuenta de que lo material es un recurso a continuar, no a explotar. Creo que no tenemos que explotar el planeta porque si no vamos acabar explotando nosotros. De ahí, ese S. O. S.
Entusiasta de la poesía, ha colaborado en varios proyectos con Antonio Gamoneda, Ida Vitale, Elena Poniatowska... ¿Hasta qué punto se relacionan este lenguaje y la pintura en sus obras?
Una de las cosas que siempre pretendo es que mi pintura tenga poesía. Mis trabajos nacen de la poesía, la música y la naturaleza. Son mis fuentes, como también lo es la filosofía.
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'Save Our Souls' recorre un amplio periodo de su obra, desde 1991 a 2023, para acabar tendiendo puentes hacia los nuevos lenguajes, haciendo uso de la tecnología. ¿Qué le permite esta?
Tener más instrumentos para tocar sin dejar a un lado la pintura, el grabado y las técnicas tradicionales.
¿Qué siente cuando echa la vista atrás?
A veces da vértigo, pero de repente descubres un tratado, un poeta, un grupo de música con el que quieres colaborar... Sí que hay momentos en los que he pensado ¿y ahora por donde tiro?, pero siempre hay algo que me vuelve a motivar, redescubres a personajes como Miguel Delibes, que habías leído hace 30 años, u a otros como María Zambrano, Andrés Laguna...
Pintura, dibujo, grabado, escultura, instalación... ¿Con qué técnica se siente más cómodo?
En cada época voy experimentando. Me considero un creador inquieto y conservo esa parte de niño curioso que mete las manos en el barro y crea una figura, y se mancha la cara y pinta en la pared...
¿Y cómo es su proceso de creación?
Siempre ha sido un poco anárquico, como mi vida, en la que he ido volando como un pájaro al que llevaban las corrientes.
Estuvo en febrero en ARCO de la mano de Fontanar, galería de Riaza. Fue la única castellano y leonesa con representación en la feria internacional.
Sí, es una pena que en ARCO, que están representadas prácticamente todas las regiones de España, haya habido años sin galerías de Castilla y León. Creo que habría que potenciarlas. Están haciendo un esfuerzo considerable y sería importante que desde las instituciones se les diese un empujón un poquito mayor como se apoya a los museos y festivales. Son la cantera de los jóvenes artistas. Yo estoy en el Esteban Vicente después de 40 años de trayectoria y 33 exponiendo a nivel internacional, pero si no hubiera apostado por mí Casa del Siglo XV en el año 85, cuando tenía 16 años, no hubiera llegado a ese punto. También me he sentido siempre apoyado por la Junta. Mis primeros premios vinieron de ahí.
Recientemente ha sido elegido Premio Castilla y León de las Artes. ¿Qué siente?
Es una gran emoción y responsabilidad, y también un impulso para reconectar con Castilla y León, con mis raíces. Empecé en Segovia, con premios y exposiciones que apoyaban desde la Consejería de Cultura, y que me fue fundamental para poder salir. Creo que siguen haciendo un buen trabajo.
¿Cree que hay unas señas de identidad del arte castellano o sería demasiado pretencioso pensarlo?
No sé si del arte castellano, pero sí de la cultura castellana. Creo que ha sido importante para abrir fronteras. Fue una cultura integradora. México fue algo más que una colonia. Yo quiero ser un poco un continuador y en un momento en el que en el mundo hay mucha polarización, tender puentes.
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