Una semana única
«Es un paréntesis de paz en un mundo sobresaltado. Es una celebración conjunta en medio de un mundo profundamente individualista»

Mirando al cielo, aún con la incertidumbre en la que nos sumen las generosas lluvias de este año, me atrevo a decir que toda Castilla y León vive con intensidad su Semana Santa, una semana de gran importancia para todos, porque además de ofrecer un ... paréntesis vacacional, nos permite expresar en la calle nuestra fe y nuestra cultura y hacerlo con orgullo de convicción, de creencia en Dios y herencia recibida de nuestros mayores.
Cualquier pueblo, por pequeño que sea, pone en la calle una procesión para rezar, para recordar a los que nos precedieron y para educar a los que nos sucederán en esta maravillosa celebración que está en nuestra raíz y que tanto emociona a casi todos.
Es un paréntesis de paz en un mundo sobresaltado. Es una celebración conjunta en medio de un mundo profundamente individualista. Es una expresión de fe en una sociedad cada vez más laica. Es una muestra de orgullo de lo propio en un mundo cada vez más pasota y menos entregado a las emociones y a los recuerdos.
La Semana Santa, que para los creemos es la base de nuestra fe, porque es mensaje de esperanza en la Resurrección (sí, con mayúscula), es también para muchos una expresión cultural, un reconocimiento de nuestra fuerte raíz cristiana, a la que tanto debemos y a la que tan pocas veces se lo reconocemos.
Es reencuentro con los que vuelven a casa para estar con los suyos, para poder admirar ese momento maravilloso de un encuentro entra una Virgen y un Cristo en la calle de la Amargura de cualquier localidad, o con el cántico espiritual que nos invita a la mirada interior, o a la visita mañana, Jueves Santo, a los Monumentos, como lo hicimos desde niños acompañando a nuestros padres y abuelos.
Sin duda es un periodo vacacional muy especial porque hasta los roces políticos se aparcan y en nuestras ciudades de Castilla y León se vive un ambiente más optimista y cercano entre todos que ya quisiéramos para todo el año.
Sin dudarlo, es también una de las mejores tarjetas de presentación para los que vienen a visitarnos, que se admiran de nuestras procesiones, de las imponentes tallas y de una escenografía en la que calles, cofrades, espectadores, pasos y música forman un conjunto único, que debemos esforzarnos en preservar, porque no hace falta copiar a nadie, porque lo nuestro es, sencillamente, maravilloso y único.
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