ruido blanco
Los ocho muertos
Puede que la burocracia sea el invento más perfecto de la Humanidad, capaz incluso de sobrevivirla
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Iniciar sesiónCon lo fácil que es morirse y lo difícil que resulta después resucitar. En Valladolid hay ocho personas oficialmente muertas que respiran y acuden sin éxito a las ventanillas de los funcionarios para declararse vivas todavía. Porque vivo se está siempre todavía, que todos somos ... temporales y la muerte viene a ser definitiva. En esa premisa formamos a la burocracia con tal rigidez que en la España de las solicitudes con membrete no caben los muertos por error. En eso el Estado es tan férreamente laico que no concibe la resurrección.
El funcionario, amarrado a las normativas insensibles y las leyes imperturbables, está obligado a ser sordo y ciego mientras conversa con un presunto muerto que anda tan vivo que ha acudido a solicitar la pensión retirada por un fallo humano tras el fallecimiento, ese sí triste e inerte, de un familiar cercano. La confusión es humana, tan mundana que ha ocurrido ocho veces en los últimos meses, pero la administración no. Pierde toda humanidad en las montañas de expedientes y estadísticas. Y así como a Larra al muerto viviente le dicen «¡Vuelva usted mañana!» en una condena mítica a ver si se le va agotando esa vida prestada y haya un día que no aparezca y diga la Seguridad Social con complacencia: «¿Ven como estaba muerto? Que si no el tiempo le sobraría».
Estos ocho vivos asesinados de oficio deben por tanto robarle paciencia a su muerte y esperar meses para que se subsane el error. Pero están tan mal muertos que conservan el vicio de comer y de pagar facturas. «¡Qué solos se quedan los muertos!» diría Bécquer a estos desahuciados a destiempo. Porque la burocracia solo está al servicio de sí misma. Es un engranaje borracho de lealtad e incapaz para la empatía que actúa como esos jefecillos mileuristas y asalariados que sin embargo andan convencidos de que la empresa es suya. La Seguridad Social o la Agencia Tributaria solo son ágiles y eficaces para ahorrarle dinero al Estado o cuando toca cobrar deudas. Puede que la burocracia sea el invento más perfecto de la Humanidad, capaz incluso de sobrevivirla, y esté a punto de rebelarse como los robots en las distopías.
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