RUIDO BLANCO
Apuraorzas
El diálogo social va a convertirse en una suerte de proceso de paz entre los contendientes
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Iniciar sesiónLa primera reunión del Diálogo Social de esta legislatura nació muerta, la asesinaron todos los que este lunes iban a sentarse a la mesa. Patronal y sindicatos llevan meses prediciendo la situación crítica del diálogo social con el nuevo ejecutivo de coalición. Vox ha ... apuñalado con saña cualquier atisbo de duda ante esos temores y el PP mantiene una tibieza cómplice de 'poli bueno' que recuerda a lo vivido la pasada legislatura, entonces ante los embistes de Ciudadanos. Así que, como era de esperar, la primera reunión formal fue la puesta de largo de una declaración de guerra. «Ha saltado todo por los aires», decía Santiago Aparicio como si hubiera opción de que pudiera haber sucedido otra cosa. «Ha sido un día triste», añadía. Un día triste que todos llevaron escrito.
Una vez iniciada la batalla, el diálogo social (donde cada vez se dialoga menos) va a convertirse en una suerte de proceso de paz entre los contendientes. La Junta ha anunciado la revisión de todo lo pactado anteriormente y los sindicatos, que recurrirán a los tribunales para defenderlo. No es la primera vez que los gobiernos de Mañueco se niegan a cumplir lo firmado en una apropiación partidista de las instituciones que azuza el desprestigio y genera incertidumbre. Pero esta guerra total esconde burdamente la razón que hace casi imposible un armisticio. Para Vox, y para el PP mientras siga atado al acuerdo de gobierno, los sindicatos son un enemigo a batir y cada golpe que le propinan un trofeo. Los de Juan García Gallardo están convencidos de que los sindicatos son los apuraorzas de nuestra arquitectura democrática. Esta palabra la recuperaba este fin de semana Virginia Mendoza en Urueña en la presentación de su libro de tópicos sobre la relación entre los habitantes rurales y los urbanitas. Para los de pueblo, los apuraorzas son los de la ciudad que vuelven por vacaciones y gorronean lo que queda de la matanza. Un insulto rebosante de prejuicios, que crea bandos y que aleja aun más el entendimiento entre territorios. Un muro de deslealtad y desconfianza que imposibilita el diálogo exactamente igual al que separa a Vox y los sindicatos.
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